Que levante la mano el que no haya fantaseado ni una sola vez con cambiar de rumbo y convertirse en el director general de sí mismo, como reza casualmente ahora una campaña publicitaria de muebles suecos. Pues esto es precisamente lo que hizo Almudena Amor (Madrid, 1994) cuando se licenció en publicidad con máster en diseño gráfico. Siempre le había gustado actuar, pero no se atrevía porque en casa había que ganarse la vida con un trabajo serio. Hasta que un día se preguntó: “Joder, si esta es mi pasión, ¿por qué no lo intento? Ahora me agradezco a mí misma haberme atrevido a dar ese paso, a concederme este regalo y a darme este placer”.

Siempre he sentido la necesidad de contar y expresarme a través del cuerpo, de la voz, de la mirada
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Pablo Sarabia//Esquire
Almudena Amor lleva top y rebeca (unidos) de Paco Rabanne, falda de Sportmax, pendiente de Beatriz Palacios y anillo de Gold&Roses.

¿Por qué estudiaste publicidad y no, por ejemplo, medicina?
Porque dentro de las opciones supuestamente serias me pareció que era la más creativa, la única donde podía contar historias, lo que siempre me ha interesado.

Podías haber sido también escritora o guionista.
Bueno, a veces también escribo [risas], pero esa necesidad que siento por contar está dentro de mí y me pide expresarlo a través del cuerpo, de la voz, de la mirada. Por eso hago teatro desde los 14 años y he estudiado danza contemporánea. Esto último no se me daba muy bien [risas], pero me daba igual no ser la mejor, me enseñaba a conocer mejor mi cuerpo, mis movimientos.

Antes era muy insegura, muy tímida, me costaba mucho ocupar demasiado espacio
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Pablo Sarabia//Esquire

Precisamente ese 1,78 de altura, grácil y equilibrado, le permitió trabajar como modelo de anuncios. Si entre 5.000 chicas era la elegida, ¿por qué no probar en un casting de cine? Fue entonces cuando se quitó los miedos, se puso a estudiar interpretación en serio y probó suerte. Que Paco Plaza la fichara para la terrorífica La abuelaaquí, las 75 mejores películas de miedo y terror de la historia–, y León de Aranoa hiciera lo mismo para El buen patrónrevisa las 15 mejores películas españolas en Netflix que debes ver– no fue casualidad, sino el fruto de una vocación currada con esfuerzo y valentía.

¿Qué frenaba tus impulsos?
Era muy insegura, muy tímida, me costaba mucho ocupar demasiado espacio, prefería pasar desapercibida. Y en mi casa nadie se había dedicado a esto. Ni me lo planteaba.

¿A qué se dedican tus padres?
Ingeniero y bióloga, pero los dos son muy artistas: él, melónamo, y ella pinta genial.

Imagino que cuando te vieron a toda pantalla junto a Javier Bardem (aquí su entrevista junto a León de Aranoa por El buen patrón) se quedarían impresionados, ¿no?
Sí, mucho, y yo más [risas].

Trabajar con Javier Bardem fue brutal, una masterclass continua
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Pablo Sarabia//Esquire
La actriz, con vestido de Ferragamo, pendientes de Gold&Roses y anillo de Thomas Sabo.

¿Cómo fue trabajar con él?
¡Buf! Brutal, una masterclass continua: le preguntaba, me contaba, charlábamos... Era un lujo poder observarle mientras probaba cosas diferentes antes de cada escena. Y a pesar de su talento y fama, fue muy generoso conmigo y con todos, tratándome de igual a igual siendo una novata. Me emociono al pensar dónde me encuentro.

El silencio, la nueva serie de Netflix sobre una psicóloga y un asesino

Esta entrevista coincide con un parón en su corta carrera. Ella prefiere hablar de vacaciones, y tiene razón, porque ha encadenado tres rodajes seguidos y toca descansar, “aunque dé vértigo no saber hasta cuándo”, dice. El silencio es el primero de ellos (estreno 19 de mayo en Netflix). Es la nueva miniserie de Aitor Gabilondo (Patria, Entrevías), un thriller psicológico junto a Arón Piper y Manu Ríos –aquí, su primera entrevista cuando auguramos que sería chico Almodóvar– en el que ella es una joven psicóloga de perfil oscuro. Es una de las series españolas más esperadas del año en Netflix y cuenta con todos los ingredientes para convertirse en una de las más vistas.

Cuéntanos quién es Ana, tu personaje en la serie El silencio (estreno en Netflix 19 de mayo).
Ana es una psiquiatra que estudia el caso de un chico, Arón Piper –revisa sus mejores reflexiones sobre la vida–, que cometió un asesinato. Pero no es el típico personaje de una psiquiatra sin más, sino que es mucho más complejo porque ella también guarda muchos secretos. Como actriz ha sido un reto, sin duda el personaje más complicado que he hecho hasta ahora. Pero me ha gustado mucho porque he tenido que llevar a cabo un trabajo interno profundo.

Mi personaje en El silencio me ha enseñado a seguir profundizando en la complejidad del ser humano, que es lo que más me gusta
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Pablo Sarabia//Esquire

¿Se aprende de los personajes que uno interpreta o al final se diluyen con el tiempo?
Sí, siempre se aprende algo, y de algunos mucho, siempre te llevas cosas.

Esta vez, ¿qué has aprendido?
Ana, el personaje que interpreto en El silencio, me ha enseñado a ir más allá de lo visible, a seguir profundizando en la complejidad del ser humano, que es lo que más me gusta. Por eso soy actriz y me apasiona el cine. Muchas veces conocemos a una persona y enseguida la etiquetamos con ese primer comportamiento que vemos de ella. Y luego, detrás de todo eso, están las experiencias, los sentimientos, los fracasos, los éxitos, otros mundos… Precisamente por eso me gusta tanto el cine de Michael Haneke, porque te enseña a entender mejor a las personas mostrándote lugares emocionales donde ojalá no tengas que estar nunca (visita nuestra lista de 35 películas para llorar, entre las que se encuentra Amor, de Haneke). Con solo ver sus filmes uno entiende otras formas de ver y vivir el mundo. Sus pelis ayudan a cambiar nuestra forma de observar y estar con los demás. El cine de Haneke nos hace mejores, estoy convencida, porque nos hace profundizar más en el ser humano.

Tengo la impresión, por tus respuestas, de que eres una persona a la que el caparazón le importa más bien poco, ¿es así?
Bueno, también me importa, no creas. Me gusta hacer deporte y entrenar mi cuerpo, necesito sentir que estoy en forma. Y también me gusta cuidar el interior: hago yoga, medito, aunque menos de lo que debería [risas]… He hecho cursos sobre el subconsciente, estoy iniciada en reiki. Tengo ese lado espiritual muy desarrollado, son temas que me atraen.

Creo en las almas, en todo lo invisible, en el destino. Creo en cosas que son un poco abstractas
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Pablo Sarabia//Esquire
Almudena, con top de Sportmax, falda y guantes de Beatriz de la Cámara, mules de Manolo Blahnik y aros de Gold&Roses.

Es que no solo somos materia, también energía, pensamientos, emociones…
Sí, claro, yo creo mucho en lo que no se ve, en lo invisible. Me considero creyente porque creo en las almas, creo en todo lo invisible, en que las casualidades no existen, en que las cosas están escritas de alguna forma aunque tu puedas ir modificándolas. Creo en el destino, creo en cosas que son un poco más abstractas.

¿Cómo qué?
Yo tengo mis tarros, pero a veces me divierte echar un vistazo al horóscopo y a las cartas astrales. Obviamente no me lo creo, no es ciencia, pero a veces estas otras ‘sabidurías’ abren puertas para entender un poco mejor lo que hay aquí, ofrecen otros puntos de vista que complementan. No me lo tomo demasiado en serio, es más bien un juego, pero me gusta, me aporta. Son formas de leerte a ti misma y a los demás con otras herramientas.

Cuéntanos algo que hayas descubierto a través de estos conocimientos alternativos.
Creo que hay cosas más allá de nosotros, creo que dentro de nosotros sabemos muchas más cosas de las que somos conscientes. Yo confío por ejemplo mucho en la intuición. Estamos demasiado hacia afuera y escuchamos poco nuestro interior, no todo en la vida es aquello que puedes ver y tocar. Creer y sentir todo esto hace que la vida sea más interesante y divertida, por lo menos para mí [risas].

A punto de estrenar una peli de terror en Netflix y una romántica con Javier Rey

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Pablo Sarabia//Esquire

Volvemos a pisar Tierra porque Almudena Amor tiene pendiente de estreno otras dos películas: La mujer dormida, una de intriga, sobrenatural y de amor con Javier Rey, y Hermana muerte, de nuevo a las órdenes del ‘terrible’ Paco Plaza, cierran el círculo para este 2023 en el que la madrileña vuelve a jugar en primera división.

A nivel emocional trabajo mi autoexigencia para no sentirme todo el rato a prueba

Almudena, ¿qué haces para no despegar?
Apoyarme en lo de siempre: familia, amigos, terapia y bailar, que me libera muchísimo.

¿Puedo saber qué trabajas a nivel emocional?
Mi autoexigencia, para que no me paralice y me sienta todo el rato a prueba. Si logras un sueño no puedes cagarla, pero tampoco sufrir pensado que lo vas a perder. Por eso me digo: “Tranquila, disfrútalo, no tengas miedo; sigue trabajando como hasta ahora, siendo tú misma, y las cosas llegarán”. Quiero evitar la ansiedad.

Realista, sensible, vulnerable, decidida. Parece que todas las mujeres caben en ella como el abanico de personajes que quiere alcanzar. Cuando no trabaja, pasea sin rumbo buscando los rayos de sol y compone canciones porque le encanta cantar: “Me invento un montón de canciones [risas], todo desde la improvisación porque no tengo nociones musicales. Pero hay algo ahí que me llama, como en Bailar en la oscuridad (2000), la peli de Lars Von Trier –7 escenas en las que querrás apartar la vista– y Björk. El otro día me compré un micro y una tarjeta de sonido y estoy probando con el portátil porque quiero empezar a hacer cosas, pero de momento solo para mí”. También le priva el marisco y chuparse los dedos, escuchar a John Maus y Bill Nilson –“ahora estoy en modo pospunk”–, disparar fotografía analógica y, por supuesto, ver películas, y más si son de Haneke. “Me encanta observar el mundo a través de todo lo que hago y expresar mis emociones no siempre con palabras. No todo tiene que ser racional o intelectual”. Con esos ojos parece fácil.

Asistente de estilismo: Marina Ladero. Asistente de fotografía: Sara Guillén. Maquillaje y peluquería: Paola García (One Off Artists). Editora de fotografía y producción: Carolina Álvarez.