Por José María Arévalo
(Parcial de ROSENCRANTZ Y GUILDESTERN HAN MUERTO II | 2022 Óleo sobre tabla 35 x 45 cm)
El pasado 12 de enero se inauguró la exposición de la obra de Pablo Sarabia Herrero (Valladolid, 1960) en el Museo de la Universidad de Valladolid, que se mantendrá hasta el 24 de febrero próximo, y durante ese tiempo, el pintor llevará a cabo visitas guiadas los jueves 26 de enero y el 2 y el 16 de febrero a las 18,30 horas, las cuales se harán -como siempre- previa inscripción telefónica de los interesados.
La exposición de Pablo Sarabia Herrero, que titula “»El hombre contra sí mismo” se presenta como una sucesión cronológica en la que podemos examinar en retrospectiva su obra y seguir un particular viaje de ida y vuelta a la figuración y el paso por varias formas de abstracción. Tras todo ello, se percibe la coherencia que el autor aporta al conjunto de las obras -en todas las etapas-: un virtuosismo pictórico que va más allá de lo estrictamente académico, de la escuela y del oficio, y que procede de una mano privilegiada para el dibujo.
(B. PEDRAZ | 1978 Pastel sobre papel. 50 x 70 cm)
El arte es reactivo
Sobre ello escribe el autor: “La pintura es una amalgama de cuantos materiales contribuyen a la biografía del pintor. Frente a la mayor o menor estructura y capacidades de un yo lanzado a unas circunstancias más o menos favorables, diversas, inesperadas con mucha frecuencia, el arte es reactivo, es una respuesta a estímulos de los que se hace eco y frente a los que reacciona.
Paseando estos meses por las huellas que he ido dejando en más de cincuenta años de deseo consciente de ser pintor, de identificación con ese modo de estar en el mundo, a las alegrías y a las frustraciones que conlleva sentirse artista (y los mil modos de sentirse artista por los que uno atraviesa) no sólo contemplaba los resultados a los que había ido llegando en distintos momentos. También revivía las emociones ligadas a los diversos cambios de dirección y a cómo se iban desarrollando. Unas veces me veía impulsado por fogonazos, intuiciones iluminadoras y vivificantes que traían consigo entusiasmo y energía. Y también una rotunda seguridad que me volvía indiferente a la opinión ajena. Simplemente sentía que lo que hacía era lo que tenía que hacer…
(DESDE LA LOMA | 1984 Óleo sobre lienzo. 300 x 200 cm)
En otras ocasiones, sin embargo, lo que tenía entre manos perdía sentido y podía caer en situaciones de años, incluso décadas, de dudas. Un duro peaje en una ocupación que puede alzarte en una oleada de entusiasmo o revolcarte en una dura lucha contigo mismo, con la valoración escurridiza que sientes por ti y la necesidad de un narcisismo que es una boca particularmente voraz que alimentar.
Hace cuarenta años, Francisco Calvo Serraller decepcionó a los atónitos asistentes a una conferencia de la que esperábamos sacar una fórmula para encarrilar nuestras carreras: “Buscaros un trabajo”, fue su fórmula. La pugna entre la realidad y el deseo, por supuesto, crean el largo rosario de frustración, rabia y decepciones que entretejen la vida de todos, con las más limitadas presencias del logro, la alegría y la autoafirmación. Lo que pudieran parecer meros bandazos son en realidad resultado del material de que está hecha la propia vida. Oyes opiniones, desechas puntos de vista, te identificas con sentimientos vagamente generacionales, para luego rechazarlos o retomarlos matizados. Aparece la sensualidad y el deseo, la admiración por lo bello y la atracción por lo repulsivo, el enfado, la angustia o la rabia. Y asistes al sorprendente espectáculo de ver cómo toman forma y formas diferentes modos de ser y se presentan en el mundo de tu mano. Una experiencia tremendamente solitaria pero insustituible.
(AHMED | 2020 Óleo sobre tabla 40 x 50 cm)
Un portal a lo maravilloso
Siendo niño, sentado ante un álbum de Astérix recién comprado, a mi disposición el álbum y el tiempo para disfrutarlo, los galos llegaban a una gran viñeta en la que un acogedor claro del bosque, de exuberante vegetación e iluminado por el reflejo y la canción de un arroyo y la pequeña fauna inofensiva en torno, tuve la infantil intuición (se puede sentir también ante un Poussin) de que el arte es un portal a lo maravilloso, y que la capacidad de construirlo te ofrece la puerta de escape de la tristeza, la monotonía o lo rutinario. Y de lo doloroso. Si en aquel momento me hubieran preguntado para qué sirve el arte, eso hubiera respondido sin duda. Pero la vida se impone, y exige respuestas complejas a situaciones cada vez más enrevesadas… Y en el arte que percibes aparece no sólo la belleza, sino también lo misterioso, lo indefinible, lo cruel, lo repugnante, el deseo de vivir y disfrutar y un aliento como de muerte, y ves en grandes espacios burdas bombas kitsch, o una trivial artesanía de la representación sin otro sentido que hacer unos deberes de matrícula de honor, y la sensación de ser interpelado por bobadas, o abrumado por obras que de repente destacan como epifanías… sean espejismos o no. En esas aguas nadamos.
Lo que mi mente y mis manos han elaborado es esto que veis como podrían haber sido otras cosas distintas. Y a la certeza del niño la sustituyó la desconfianza hacia sí del adulto, el miedo al engaño de uno mismo, de la envidia de otros y hacia otros, a la palabra maledicente, a la sed de apoyo en las noches oscuras, a veces largas como las de los polos, y frías, el aliento repentino, y la lucha, siempre la lucha con la exigencia y una idea de artista que tal vez provocó, por errónea, tanta ansiedad. A ratos la paz contigo y tu obra. Pero, mucho más, esa lucha, como si ser artista auténtico debiera ser serlo a contrapelo de uno mismo. Y la ironía aflorando, amarga pero también balsámica. Un poco de risa entre tanto roce. Pero la duda no afecta a la decisión tomada. Artista para, por, contra ti mismo. ¿Porque qué otra cosa ser, ya? “
El autor se niega a inscribirse en una tendencia
Es comisario de esta muestra el propio Director del Museo de la Universidad de Valladolid, Fernando Díaz-Pinés Mateo, que en el catálogo suscribe un artículo del que tomamos lo siguiente:
(ARCO IRIS | 1986 Óleo sobre lienzo 146 x 114 cm)
“La exposición -que ilustra la realidad continuada de la obra de Pablo-, pese a someternos al ya citado orden insondable de lo simultáneo, no es en absoluto un despliegue de casualidad, todo ocurre en el momento oportuno, incluso cuando no ocurre o parece que ocurre mal. La concatenación de los hechos pictóricos se presenta de un modo envolvente, como un rompecabezas que se va armando en tiempo real y cuyas piezas están todas a la vista en las dos salas, incluyendo los dibujos, grabados, collages, bocetos y pruebas que acompañan la obra colgada expuestos en las vitrinas y que dan buena prueba de la capacidad y versatilidad del artista en sus procesos.
Al contemplar el conjunto queda patente como las acciones del artista dependen de múltiples coordenadas para verse coronadas con el éxito, cualquier cosa que esto signifique. Nos movemos entre posibilidades y su articulación con la realidad. En la obra de Pablo, que se niega tajante y trabajosamente a inscribir su conducta en una tendencia, en cierto modo en una posibilidad estadística, si es importante el ojo que ve y que determina las acciones de la mano, predomina la mirada del ojo que siente, un ojo que cabría en la descripción de Roland Barthes de ese “ojo occidental […] sumido en una mitología del alma”. Obras de sus inicios y de su presente más inmediato se presentan juntas, conviven mirándose de pared a pared, en la primera sala dando una idea de la evolución, de una importante maduración figurativa. Los tanteos de una figuración primera, una inicial y demoledora demostración de capacidades -durante e inmediatamente después de su periodo de formación hasta mediados de los ochenta se miran en el espejo del aplomo de la natural figuración actual a la que Pablo ha regresado como a una Ítaca desde mediados de la década pasada.
Asalto a la abstracción
(ROQUE | 2020 Óleo sobre tabla 50 x 40 cm)
En el fondo, marcando el eje en el extremo de la sala, un cuadro de gran formato, “Desde la loma”, actúa como bisagra entre los dos tiempos como un dispositivo. La gran tela ilustra el momento del asalto a la abstracción a través de un expresionismo que, como podemos comprobar, comparte muchos de los aspectos en los que terminará la etapa abstracta.
La segunda sala contiene, como en un bucle, tanto el desarrollo del periodo abstracto -una segunda fase- como la, que se diría ardua, vuelta a la figuración, la cual en sí misma se podría considerar una tercera fase, una fase de transición. El recorrido completo parece cumplir en una misma persona la historia de la pintura que pueblan sus referencias. A la poesía/abstracción no llegará tanto persiguiendo una entidad conceptual sino como una consecuencia natural del expresionismo que inicia su segunda época. En esta, no va tanto en busca de lo escondido -como la figuración anterior no era (ni lo será la última, la presente) solo de lo explícito, lo vivido o lo imaginado-, como de algo que le resulta necesario en un momento vital, algo a la vez más simple y más profundo, un cambio en el procedimiento.
La abstracción que practica Pablo -en un periodo durante el cual explora diversas aproximaciones técnicas y formales- no sería sino una ficción poética asociada a la representación de lo anónimo -un salir de sí mismo-, estableciendo así una inquietante enunciación a partir de lo ignoto en el trance específico de manipulación de la disolución de la imagen y de los colores, en la que, no obstante, va a mantener el trazo o la pincelada vigorosa como característica, ese dibujar la mancha con el color. Como señalaba Paul Klee, “la mano hábil y diestra, sabe hacerlo, a menudo, bastante mejor que la cabeza”.
A través de los pliegues de la obra expuesta en diciembre de 1996 ya se percibe una base figurativa que estructura las composiciones, una base que estaba patente en el gran cuadro expresionista y que empezó a disolverse entonces. Este origen figurativo de las composiciones anuncia ya la pulsión por volver a un territorio propio, volver a una mecánica de las acciones que no proviene tanto de lo descrito, ni siquiera de lo señalado, sino de la relación visual que se establece con fuerza en las fuentes de la composición. Tal parece que el océano de irrealidad de su abstracción precisaba continuamente de pequeños puntos de realidad para verificar su existencia. Pero estos anclajes no alcanzaban y la constante se imponía sobre las inconstantes. Eso y, quizás, una sensación de estar -o haber estado- entregado a la nada harán necesario dejar de transmitir una verdad ignorada para volver a moverse en el terreno de las premisas mejor conocidas, en absoluto más cómodas sino todavía mucho más complejas. De nuevo el procedimiento desvela el rumbo. En cierto modo, una desviación en la técnica, una reproducción técnica capciosa, puede revelar a veces la verdad, al dejar de someterse a los protocolos que ciertas versiones interesadas de la verdad imponen, como si una parte del lenguaje nos exiliase permanentemente del presente fijándonos en el pasado”.
En fin, interesante exposición. Me ha parecido notable la construcción figurativa en las obras de este tipo, y el acierto en el uso del color en las más abstractas. Como hemos recogido en palabras del comisario de la exposición, todo el conjunto denota una gran facilidad para el dibujo.
Damos nuestra más cálida enhorabuena al Museo por esta muestra y esperamos seguir viendo la trayectoria del autor en otras sucesivas, para lo que estaremos muy atentos.