El Giro de Italia es una de las carreras ciclistas más bonitas del mundo para muchos aficionados por varias razones: por la belleza y exigencia del recorrido, por cómo viven en Italia el ciclismo y también por la espectacularidad del trofeo del ganador, el Trofeo Senza Fine.
Se trata del que para muchos es el trofeo, la copa, de mayor belleza y majestuosidad que se entrega, no sólo del ciclismo, sino de todos los deportes. Es, como señalan en la propia web de la ‘Corsa Rosa’: “Una historia que cada año, tres semanas al año, se enriquece con nuevos protagonistas, nuevas aventuras, nuevos capítulos, y que no conoce la última palabra”.
Se realizó por primera vez en 1999, y desde entonces ha recompensado al corredor que gana el Giro de Italia desde 2000. El Trofeo pesa unos 10 kilogramos, es de cobre chapado en oro y mide 53 cm de altura por 20 de diámetro y también quiere simbolizar con su forma el recorrido duro y sinuoso que caracteriza a la prueba.
El italiano fue Stefano Garzelli (2000) fue el primer corredor a quien grabaron su nombre en el Trofeo, al que le siguieron sus compatriotas Gilberto Simoni (2001) y Paolo Savoldelli (2002) y que el 2023 levantó el esloveno Primoz Roglic.