Crítica: One of These Days - Cineuropa

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BERLINALE 2020 Panorama

Crítica: One of These Days

por 

- BERLINALE 2020: En su nueva película, Bastian Günther habla sobre los camiones monstruo, los de verdad

Crítica: One of These Days
Joe Cole y Donna Duplantier en One of These Days

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de Bastian Günther, estrenada en la sección Panorama de la 70ª Berlinale, abre, como hacen a veces, con la afirmación “esta película está inspirada en hechos reales”. Esta vez es realmente necesario, para ser honesto,  ya que nadie creería lo que en realidad está representando: un concurso texano “Hands on a Hardbody” en el que las personas compiten por una nueva camioneta. ¿El único giro? Tienen que estar alrededor de ella, con las manos pegadas al vehículo, esperando que al final del día, sean el último hombre en pie. O, mejor dicho, al final de los días, ya que seguramente lleva un tiempo determinar el ganador. Y, chico, hace calor allí.

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Ya capturado por S. R. Bindler en su Hands on a Hard Body: The Documentary, es un concepto tan loco que es una maravilla que no hayan más películas sobre ello. Günther, él mismo afincado en parte en Austin, sin duda está tratando de compensarlo con su drama de conjunto a pequeña escala, y aunque no llega a la línea de meta, hay algo de valor en su versión del "concurso de resistencia", como se le llama inocentemente. Mayormente porque, aunque perfectamente consciente del puro absurdo de todo (como lo demuestra la decisión de iniciar la función con una presentación por un vendedor de coches, explicando la idea principal y después celebrándolo haciendo el baile del robot), ciertamente no se burla de él.

Él reconoce el hecho de que, para estos pocos afortunados, seleccionados por sorteo, hay mucho en juego y cualquier consejo es muy valorado. “Cantidad de agua y plátanos, a lo mejor una naranja de vez en cuando”, ahí va un consejo, cortesía del alegre organizador al que da vida Carrie Preston. No es que ayude mucho una vez que las cosas se ponen difíciles, ya que el joven padre Kyle (Joe Cole), haciendo todo lo posible para combatir el sudor y la música alta, está a punto de descubrirlo. Aunque cada participante aquí entra al concurso por diferentes razones, dado que se le deja enfrentarse a completos extraños durante horas, las tensiones se disparan y los insultos fuertemente acentuados empiezan a volar. En poco tiempo, las personas pasan de arrogantes (“Yo voy a ser el que más dure. Eso es, ese es mi plan”, dice uno de ellos con suficiencia) a furiosos y después simplemente resignados, ya que ni siquiera el breve descanso para ir al aseo parece aportar algún alivio.

Preston es normalmente la mejor en todo lo que hace, desde True Blood a The Good Wife, y Cole hace un trabajo decente capturando la vulnerabilidad de su personaje y su caída gradual. Pero a pesar de los esfuerzos de Günther, el principal concepto sigue siendo mucho más interesante que su ejecución, aunque hay un sentimiento persistente de que si pudiera recibir un tratamiento un poco más brillante, probablemente sería un bonito clásico moderno, siguiendo los pasos agotados de They Shoot Horses, Don't They? de Pollack, centrándose en un grupo de personas desesperadas por ganar un maratón de baile de la época de la depresión. De hecho, su eslogan de 1969 sigue siendo apropiado ahora, ya que no importa el resultado, "la gente es el último espectáculo" aquí. Al menos hasta que su puñado de observadores se aburren y pasan indiferentemente por el aparcamiento.

Escrita por Bastian Günther, la película germano-estadounidense fue producida por Martin Heisler para Flare Film, en coproducción con Green Elephant Films, Arte, Hessischer Rundfunk y Saarlandischer Rundfunk. Sus ventas internacionales son manejadas por The Match Factory.

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(Traducción del inglés por Alba Vallés Ribes)

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