En el filo (2020), de Eduard Bordukov

La veterana campeona de esgrima rusa Aleksandra Pokrovskaya ve amenazado su reinado por la llega a la élite del deporte de la prometedora joven Kira Egorova. Ocurre a pocos meses de la celebración de la Olimpiada de Río de Janeiro, en la que podría ser la última oportunidad de Pokrovskaya de alzarse con el oro olímpico. La rivalidad entre las dos mujeres se acrecienta por su diferente personalidad. En la primera la experiencia es un grado, sabe lo que cuesta llegar a la cima, y el valor de trabajar en equipo. La otra, apodada en los medios como “la pantera rusa”, tiene el ímpetu de la juventud y un talento natural, pero es inmadura y le falta un punto de reflexión. Una lesión acabará acercando inesperadamente a ambas esgrimistas, puede que sean capaces de trabajar juntas después de todo.

Sólida muestra de drama deportivo, a la que se sabe insuflar aliento épico en los momentos decisivos de la competición olímpica; el cine ruso ha dado muestras ya antes de saber tratar la emoción de las grandes hazañas patrias en títulos como Salyut 7, héroes en el espacio, sobre la carrera espacial. Está inspirada en una historia real, aunque con las inevitables licencias. Se ajusta a los cánones clásicos de rivalidad, cultura del esfuerzo y amistad, donde es importante el papel del entrenador, y de los seres queridos, el marido, el padre, a pesar de posibles diferencias de puntos de vista, y en que deben convivir el afán de victoria y la humanidad y la deportividad. Y, difícil en el subgénero, se sortea el riesgo de caer en el cliché, la evolución de los personajes es creíble.

El desconocido director ruso Eduard Bordukov lleva con buen pulso el relato, y dota de emoción a las escenas de los combates de esgrima. El reparto lo hace bien, especialmente la pareja protagonista, personajes interpretados por Svetlana Khodchenkova y Stasya Miloslavskaya.