Las películas de Nicolas Cage que deberías ver según la crítica

Hito en la filmografía de Cage y retrato descarnado, visceral y honesto del alcoholismo en la piel de un exguionista que peregrina a Las Vegas para beber hasta morir. Allí terminaría escribiendo una suerte de elegía, una historia de amor crepuscular y punzante en compañía de una prostituta (Elisabeth Shue) que le asiste en esos últimos días de moteles y suicidios etílicos.

Con una maleta cargada de botellas y 45 calzoncillos, uno por cada día que le queda de vida, la humanidad que Cage confiere a la espiral de autodestrucción de su personaje le valió en 1996 el único Oscar de su carrera, reconocimiento a una interpretación inolvidable que el actor construyó entrevistándose con alcohólicos hospitalizados, grabándose a sí mismo borracho para estudiar sus patrones de habla en estado de embriaguez y bebiéndose hasta el agua de los floreros de Dublín durante dos semanas.

El Rolex 93 Daytona que luce en el film, y que su personaje intentaba vender por 500 dólares, pertenecía a John O’Brien, escritor de la novela en la que Mike Figgis basó su guion y la película, que se suicidó de un disparo en la cabeza tan solo dos semanas después de que comenzara el rodaje.

Trabajo de encargo de Francis Ford Coppola para sufragar la deuda contraída por el fracaso de 'Corazonada' (1981) y que en esencia es un 'Regreso al futuro' (1985) romcom, el taquillazo de Robert Zemeckis de un año antes.

Cage rechazó hasta en seis ocasiones interpretar a Charlie, el joven que sueña con convertirse en cantante y que acaba de vendedor de electrodomésticos. Lo aceptó después de que su tío le permitiera hablar de un modo extraño, como el caballo Pokey de la serie animada de los años 70 'The Gumby Show', algo que desquiciaba a su partenaire, Kathleen Turner, reina de la pantalla gracias a títulos como 'Fuego en el cuerpo' y 'El honor de los Prizzi'.

Sofia, hija del jefe hoy cineasta, hace de la hermana de ella en su noveno intento de ser actriz. Al frente de la fotografía, Jordan Cronen, que ya había rodado 'Blade Runner'.

Nicolas Cage pasa toda esta película con cara de llevar cuatro días sin dormir y con una dentadura tan terrible que consigue que su mano de madera pase a un segundo plano. Hasta cuando se peina y viste un esmoquin para llevar a Cher a la ópera parece que siga sin pasar por casa. Y, aun así (o precisamente por eso), ella cae perdidamente enamorada de él. Esa mirada intensísima viendo 'La Bohème' o su monólogo apasionado convenciéndola de que estamos en el mundo para echarnos a perder son puro Cage.

Expresionismo extremo, en este caso muy justificado por el personaje. Todo en esta comedia es una joya, con un reparto coral que es la Capilla Sixtina de los italoamericanos de Brooklyn.

Además de ese Superman de Tim Burton que Hollywood nos negó, liderar un musical es la asignatura pendiente que Cage ve en su filmografía. Y eso que en esta cinta, Palma de Oro en Cannes de un David Lynch surfeando en la cresta de la ola del éxito comercial tras 'Twin Peaks', se luce cantando un par de temazos de Elvis Presley, otro de sus héroes.

Director y protagonista eran (y siguen siendo) dos marcianos hechos el uno para el otro. Como Sailor y Lula, los dos amantes paridos por Barry Gifford en esta road movie que nos lleva por un camino de encendidas baldosas amarillas tan único como la chaqueta de serpiente que luce Cage: "El símbolo de mi individualidad y mi fe en la libertad personal". La sonrisa de Bobby Peru –un perverso Willem Dafoe–; la sensualidad de Dern más la peluca de Isabella Rossellini, y el riff de guitarra de 'Wicked Game' o la onírica banda sonora de Angelo Badalamenti complementan uno de los mejores trabajos de Cage.

Aaron Sorkin y un no acreditado Quentin Tarantino participaron en el guion de esta adrenalítica buddy movie, convertida en una de las películas favoritas del propio Connery y en un hito del cine de acción. La química entre el ex 007 –con guiño al rol en la trama– y Cage fue tan explosiva como el gas letal VX con el que un soldado renegado (Ed Harris) amenaza a la ciudad de San Francisco parapetado en la cárcel de Alcatraz y reteniendo a 81 civiles.

Cage borda el rol de un bioquímico del FBI novato en acciones de campo, metido a su pesar en una misión de rescate junto a un presidiario experto en fugas (Connery). El actor convenció a Bay para improvisar frases que enfatizaran su pánico como la ya legendaria "mi estómago está bailando el hula hoop alrededor de mi culo". ¡Muy grande!

Una de esas películas de concepto ‘¿Y si…?’, tan del Hollywood de los 90 (como el ‘¿Y si… metemos a unos presos en un avión?’ de Con Air, también con Cage), dos de las mayores estrellas del momento, Travolta renacido tras 'Pulp Fiction' y Cage recién oscarizado, se intercambian rostro y vidas en este thriller de acción con toques de ciencia ficción y drama presidiario, éxito de taquilla gracias a un elenco que se entrega al cien por cien.

John Woo, libre de las interferencias del estudio que afectaron unos años después a 'Misión: Imposible 2' (2000), dirige su cinta occidental más fiel a ese estilo propio, palomas y todo, que lo convirtió en una leyenda del cine asiático con 'Hard Boiled (Hervidero)' (1992) y 'El asesino' (1989), mientras que Cage y Travolta no desaprovechan la oportunidad de llevar al máximo, y quizás incluso más allá en el caso de un Cage en pleno furor por el expresionismo alemán, la posibilidad de interpretar a unos personajes muy meta. ¿Lo mejor? Se viene secuela.

Tras 'Leaving Las Vegas', Cage consiguió su segunda nominación al Oscar por su doble rol en el film del director de 'Cómo ser John Malkovich' o 'Her'. El intérprete encarna a dos gemelos guionistas –el propio hermano del actor, Marc Coppola, aparece en algunas secuencias– en momentos opuestos de su carrera. Uno de ellos, álter ego de Charlie Kaufman en plena crisis creativa, recibe el encargo de adaptar el guion de la novela 'El ladrón de orquídeas', de Susan Orlean, periodista de The New Yorker magistralmente compuesta por Meryl Streep.

Chris Cooper se llevó la estatuilla de la Academia por su retrato del traficante de flores John Laroche, y ojo al cameo de Brian Cox como el guionista Robert McKee. Oso de Plata a la Mejor Dirección en la Berlinale, este juego de espejos es uno de los films más brillantemente ejecutados de Jonze.

No suele citarse entre sus mejores films, pero fue esencial en su carrera. Con él, sumado a su secuela, alcanzó su cima en la taquilla, con una recaudación mundial conjunta de unos 800 millones de dólares.

Un delicioso Indiana Jones urbano con el sello del productor Jerry Bruckheimer ('La roca'), un Cage en plena forma, junto a una compañera inteligente y espectacular (Diane Kruger), en pos de un tesoro, acosado por un malvado astuto (Sean Bean) y un detective guasón (Harvey Keitel). ¿Se puede pedir más para regresar a la infancia durante un par de horas?

Apropiándose de la colorista estética de moda para usarla a favor de obra, y no solo como reclamo artístico, Panos Cosmatos nos regala en 'Mandy' un billete de ida al infierno junto a Red, un tipo cuyo mundo implosiona cuando el líder de una secta de moteros diabólicos se obsesiona con su mujer.

La correosa banda sonora del añorado Jóhann Jóhannsson nos hipnotiza a base de graves atonales, embutiéndonos en cuero y manchándonos con las sucias guitarras que acompañan a Nic Cage, personaje autoconsciente que ha abrazado su enloquecido carisma interior para abrirse paso entre las tripas de sus enemigos. Hacha en mano.

Solo puede haber un James Bond, pero con muchas caras. Solo hay un Nicolas Cage aunque intercambie el rostro con John Travolta o con alguien más complicado: él mismo.

Egotrip metacinematográfico que es tanto un striptease emocional y personal (tal vez más ficticio que real) como un abrazo de reconciliación con y asunción del personaje (tal vez más real que ficticio) que puebla su filmografía, 'El insoportable peso de un talento descomunal' abandona Las Vegas para abrir un corazón salvaje de tebeo y de sueño caligariano húmedo del más avezado fan de Cage. Un LinkedIn lleno de frustraciones, temores y grandezas de ser actor. De ser Cage. Y ya tardan en contar con él para 'Paddington 3'.

Abróchense los cinturones. Les prometemos un viaje con peligrosos reclusos frente a hombres de ley y un héroe por accidente. Cage, con unas melenas tan incalificables como ya emblemáticas, es el ejemplo del padre en apuros: justo al conseguir la libertad condicional y poder reunirse con su familia, se ve envuelto en un secuestro aéreo.

Simon West debutaba en el largo con un repertorio de secundarios envidiable en esa década: John Malkovich, Steve Buscemi, John Cusack, Ving Rhames o Colm Meaney soltaban frases lapidarias de un guión que rozaba casi la parodia ("Solo confío en dos hombres. Uno de ellos soy yo. El otro no eres tú"). Un amasijo de tiroteos, alto voltaje y pirotecnia propia del género y de una producción a cargo de Jerry Bruckheimer. Esta película era su primer trabajo a solas tras el fallecimiento de su socio Don Simpson.

A día de hoy muchos la rechazan; de hecho Cusack y Malkovich reniegan de ella. Sin embargo, 'Con Air' son los noventa en estado puro: una historia de amor finiquitada con un reencuentro entre llamas y con balada de fondo. Ni suena extraño que el director deseara una secuela en el espacio ¿Copiarían de ahí la idea para 'Fast and Furious 9'?

El ‘Superman’ de Richard Donner y ‘El caballero oscuro’ son dos ejemplos recurrentes de películas que, además de sobresalientes adaptaciones del cómic a la gran pantalla, son a menudo señaladas por su determinante papel en el cine de superhéroes. ‘Kick-Ass’, injustamente algo más olvidada que las anteriores, merece figurar en esta lista por transgredir el género con su acertada mezcla de humor y acción bajo un tono de lo más gamberro y desenfadado.

Tercer largo de Matthew Vaughn que adaptaría el cómic de John Romita Jr. y del siempre rompedor Mark Millar para responder a una sencilla cuestión: “¿Por qué nadie ha intentado ser un superhéroe?”. La dolorosa respuesta llegó teñida de sangre y acompañada de un sinfín de huesos rotos, pero también sirvió para poder conocer a unos espléndidos personajes entre los que sobresalían Hit-Girl (Chloë Grace Moretz) y Big Daddy, al que daba vida un Nicolas Cage en un delicioso papel secundario como el mejor/peor padre del mundo, una figura que bebe del Batman pulp de Adam West y cuyo gran hallazgo es que, a pesar de que la película invitaba al desmadre más absoluto, el bueno de Nic conseguiría huir de su faceta más histriónica para abrazar la contención y regalarnos una de sus mejores interpretaciones.

No hay más que mirar los nombres involucrados en 'Color Out of Space' para darnos cuenta de que es un proyecto especial. Surgida de la mente de HP Lovecraft, el maestro del horror cósmico siempre tan difícil de adaptar, y dirigida por Richard Stanley, un cineasta “maldito” en la industria desde que fuera despedido del caótico rodaje de 'La isla del Dr. Moreau', 'Color Out of Space' se antojaba como una apuesta arriesgada e imprevisible. Pero, no contentos con ello, la productora de Elijah Wood decidió confiar de nuevo en el mismísimo Nicolas Cage tras la locura que desató en 'Mandy' un año antes. Y no defraudó.

'Color Out of Space' fía sus cartas a una atmósfera fantástica de otro mundo, transformando la fauna y la flora de los alrededores de la granja de la familia Gardner con una neblina fluorescente de color violeta, pero también con elementos ocultistas y con ritos ancestrales paganos en los que la naturaleza, las entrañas de la Tierra, toman el mando. Y no hay actor más extraterrestre y más visceral que Nicolas Cage, cuyo personaje va perdiendo poco a poco la cordura al estilo del Jack Nicholson de 'El Resplandor'y regalándonos varias escenas "marca de la casa" con sus excesos y su sobreactuación estudiada. Pocas veces el histrionismo de Nicolas Cage ha estado tan justificado.

En ‘El Hombre del Tiempo’, Cage se adentra en el frío y desmoronado interior de un trabajador de la televisión, que lucha descarnadamente por sacar adelante su vida, su familia y su carrera profesional. Todas ellas estancadas y dirigiéndose hacia una caída en picado. Desconectado, inconsciente y completamente golpeado por la vida, este hombre del tiempo, detestado y vapuleado por sus espectadores (que se dedican continuamente a lanzarle batidos y comida, como si de un antiguo espectáculo de circo se tratase), comienza un camino de sanación. Primero, volcándose en revitalizar la relación con su hija (tal vez como un recurso para resolver la carencia de vínculo con su padre, interpretado por un fantástico Michael Caine), y segundo, luchando (inútilmente) por desbancar a la nueva pareja de su ex-mujer y, de este modo, recuperar su espacio en el núcleo familiar.

Cage, con rostro apático, mirada perdida y pelo relamido, nos es situado en un Chicago congelado, como si su propio interior hubiera logrado extenderse hacia el mundo que le rodea. Presentar el tiempo en Nueva York, una oferta que le llega a mitad de la cinta, será un punto de inflexión para él. ¿Avanzar y dejar atrás lo conocido es un sinónimo de recuperación? ¿Logrará llegar así el deshielo a su vida?

Quizás 'La roca' y 'Con Air' sean los thrillers noventeros más recordados de Nicolas Cage, pero es hora de romper una lanza en favor de 'Snake Eyes'. La película de Brian de Palma dio rienda suelta a las excentricidades del actor mientras nos ofrecía una notable película de suspense y conspiraciones.

Cage da vida a Rick Santoro, un agente de policía de maneras bruscas y aires de antihéroe que se ve envuelto en una trama que tiene como objetivo asesinar al Secretario de Defensa de los Estados Unidos. Mientras el actor se saca de la manga sus bailecitos y recita cada línea de guion con intensidad desmedida, De Palma echa mano de su estilo hictchcockiano para tejer un thriller con elementos de cine negro (ahí está Carla Gugino como femme fatale) que siempre tiene un as guardado bajo la manga.