The Palace (2023), de Roman Polanski

Vísperas de cambio de milenio, 1999 va a dar paso al 2000, el efecto con ese guarismo asusta a algunos, y otros pueden creer que se acerca el apocalipsis. Pero en el Palace, hotel de lujo en los nevados Alpes suizos, un variopinto grupo de personas con mucha pasta se preparan para el fiestón con fuegos artificiales con el que se dará la bienvenida al nuevo año. Hay ancianas que se han hecho mil y un retoques para conservar un buen aspecto físico, con resultados discutibles, un afamado cirujano plástico, un millonetis que celebra su primer aniversario matrimonial con una gruesa veinteañera, un potentado que cree tener derecho a habitación sin haber reservado, un hijo natural que con su familia checa viene a conocer a su papá, unos mafiosos rusos con sus chicas despampanantes, ¡y hasta un pingüino! Hansueli, el gerente del hotel, armado de un walkie talkie y asistido por su eficaz equipo, se ocupa de resolver cualquier incidencia.

Entretenido divertimento del nonagenario Roman Polanski, que maneja un guión escrito por él y por sus compatriotas polacos Jerzy Skolimowski y Ewa Piaskowska. Se trata sin duda de una obra menor, pero plenamente disfrutable, no se entiende el vapuleo al que la ha sometido parte de la crítica, a no ser que estemos en la enésima manifestación de la cultura de la cancelación. El humor de esta sátira sobre la frivolidad de las clases pudientes, a las que les sale el dinero por las orejas y no saben qué hacer con él mientras ambicionan amasar más y dsifrutar del vacuo lujo, es alocado, y quizá bastante eslavo. Aunque hay momentos que el film nos puede hacer evocar El guateque, el memorable clásico de la comedia de Blake Edwards, hay momentos en que Milan Peschel parece un trasunto de Peter Sellers.

Puede que a parte del público le cueste entrar en esta mordaz farsa, pero resulta innegable el magnífico ritmo que imprime el director a la narración, y su capacidad por dotar de unidad a una historia coral, con muchísimos personajes y momentos surrealistas. E incluso cuando la cosa se mueve por el filo de la navaja de la zafiedad, se logra mantener una cierta elegancia en el tono, o al menos me lo parece.

Tiene mucho mérito el trabajo de Oliver Masucci como el gerente, porque de algún modo él es anfitrión no sólo de los huéspedes que van llegando al Palace, sino también del espectador que va entrando poco a poco en la historia. Pero todo el reparto internacional está muy bien escogido, y justificadas las distintas nacionales por el carácter de la trama. Así tenemos al británico de los Monty Python John Cleese , a la francesa Fanny Ardant, al estadounidense Mickey Rourke, al portugués Joaquim de Almeida, junto a muchos otros nombres menos conocidos, que se desempeñan bien, incluso en los papeles más secundarios.