"No hay nada más incómodo que llevar ropa interior negra", bromeaba el pasado mes de abril Nancy Allen durante una entrevista previa a la proyección en el Ebertfest (festival dedicado a la memoria del crítico de cine Roger Ebert) de 'Vestida para matar' (1980), una de las cuatro películas que protagonizó a las órdenes de su entonces marido, Brian de Palma. Allen hacía referencia a una de las escenas más recordadas de la película, cuando su personaje (una prostituta llamada Liz Blake) seduce a un psiquiatra interpretado por Michael Caine. Quienes recordéis la película sabréis que en aquella escena había mucho más en juego que una femme fatale tratando de excitar a un hombre. De hecho, para aquellos que jamás vieron en Allen a la típica actriz ingenua y jovencita que se había metido en el saco de un director maduro, la intérprete representó gracias a títulos como 'Vestida para matar' o 'Impacto' una cierta modernización del estereotipo femenino en el cine, el de una mujer inteligente y sexy que no necesariamente utiliza sus dotes con objetivos maliciosos. "No pienso en aquellas películas con un sentido general, ni tratando de ver qué significaron para el cine", reconoce Allen: "Simplemente se trataba, en cada momento, de entender qué requería cada personaje. Aunque hay algo que nunca cambia: la ropa interior negro, o cualquier tipo de lencería, sigue teniendo el mismo efecto en los hombres", bromea.

UNA CARRERA REPLETA DE PESOS PESADOS

Allen llevaba la interpretación en los poros de su piel desde que, siendo niña, su madre la apuntara a clases de baile para vencer su timidez. Debutar en el cine con 23 años en una breve escena en la que debía dar la réplica a, nada más y nada menos, que Jack Nicholson, es algo que curte a cualquiera. Fue en 'El último deber' (Hal Ashby, 1973), aunque su revelación en la gran pantalla vendría de la mano de Brian De Palma. Allen hizo la audición para interpretar a Carrie en el film homónimo, pero el director le otorgó el papel de la abusona y despiadada Chris Hargensen. Se enamoraron durante el rodaje y contrajeron matrimonio tres años después. La segunda mitad de los años 70 y el principio de los 80 fue sin duda su mejor momento como actriz: trabajó en otras tres películas de su esposo ('Una familia de locos', 'Vestida para matar' e 'Impacto'), así como para directores como Robert Zemeckis ('Locos por ellos') o Steven Spielberg ('1941').

LA SOCIA DE ROBOCOP

Al parecer De Palma estuvo sometido a una enorme presión durante el rodaje de 'El precio del poder' (1983) lo que acabaría salpicando a su matrimonio con Allen, de la que se divorciaría en 1984. Muchos creían que la actriz lo tendría complicado en el cine sin el aval de su esposo, pero el personaje más popular de su carrera aún estaba por llegar. En 1987 Paul Verhoeven pensó en ella para su debut en Hollywood después de que la primera opción para el papel de Anne Lewis en 'RoboCop' abandonase el proyecto. "Recuerdo que cuando escuché que habían elegido a otra actriz para el papel pensé: No, no, no, no, eso está mal", recuerda Allen, que supo de inmediato, ya en el set de rodaje, que estaba rodando una gran película: "Se respira en el ambiente cuando estás haciendo algo grande e importante".

'Robocop' fue un éxito que daría pie a dos secuelas, menos logradas, en las que Allen retomó su papel. "Muchas chicas me escribían para decirme: Guau! No sabía que una mujer podía hacer eso o podía ser eso", recuerda la actriz. Y es que Anne Lewis, una oficial de policía efectiva, implacable y tremendamente segura de sí misma ayudó a que Hollywood concibiera que las mujeres también podían ser de armas tomar en el sentido literal de la frase. Curiosamente, aquel fue el último personaje realmente relevante en la carrera de Allen, que en los años 90 fue espaciando cada vez más sus papeles en el cine y la televisión para acabar desapareciendo con la entrada del nuevo siglo.

UNA HEROÍNA TAMBIÉN EN LA VIDA REAL

No hubo en ello ningún motivo real más allá de la animadversión que Hollywood parece sentir por las actrices que superan los 50 años. Pero Allen no ha desperdiciado, ni mucho menos, su tiempo. Activista medioambiental, en 2010 fue elegida como directora ejecutiva del Centro Wespark, una fundación sin ánimo de lucro que ayuda a las mujeres que padecen cáncer de mama y que fundó su amiga (y compañera de reparto en 'Locos por ellos') Wendie Jo Sperber, que falleció en 2005 por culpa de la enfermedad. "Se ha convertido en una pasión para mí, y es a lo que dedico mi tiempo", afirma Allen, que, no obstante, sigue teniendo agente en Hollywood leyendo los guiones que le llegan. "Si el cheque es demasiado grande como para rechazarlo, volveré al cine", concluye la intérprete, cuya última aparición, en un episodio de 'Ley y órden: Unidad de víctimas especiales' fue hace ya 18 años.

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Art Zelin//Getty Images