10 memorables películas francesas de los años setenta, según el British Film Institute - ENFILME.COM
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10 memorables películas francesas de los años setenta, según el British Film Institute
Publicado el 16 - Ago - 2017
 
 
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Francia estuvo en el epicentro de un terremoto cinemático en los años sesenta. Los jóvenes cineastas de la Nueva Ola francesa se habían revelado contra el libro de reglas del lenguaje cinematográfico, señalando el camino hacia un estilo de cine más moderno y personal. Los directores en ciernes de todo el mundo estaban observando.

Sin embargo, en los albores de la década de 1970, esa ola estaba retrocediendo. Uno de los directores más representativos del movimiento, Jean-Luc Godard, había abandonado en gran medida el cine narrativo a favor de la experimentación impulsada por la política. Cuando sus antiguos colegas François Truffaut, Claude Chabrol y Eric Rohmer se acomodaron en los surcos más esperados, parecía que Chabrol había estado en lo correcto cuando dijo: “No hay olas, nuevas o antiguas. Sólo está el océano”.

Pero si era así, entonces se trataba de un océano que albergaba algunas bestias muy grandes. Junto a sus célebres autores, grandes estrellas de los años sesenta como Alain Delon y Jean-Paul Belmondo siguieron siendo supremos. A ellos se sumaron nombres más jóvenes del calibre de Isabelle Huppert y Gérard Depardieu que seguirían dominando la escena francesa durante las décadas posteriores.

El secreto es que mientras que el cine francés de los años setenta puede carecer del flash y el deslumbramiento de la década anterior, siguió cosechando tanto aclamación de la crítica y enorme éxito comercial en varios países de Europa.

 

La Rupture

Dir. Claude Chabrol, 1970.

El ciclo de películas que Claude Chabrol hizo con su entonces esposa Stéphane Audran a finales de los años sesenta y principios de los setenta es un conjunto de los thrillers más inquietantes y ambiguos en la historia del cine. La Rupture comienza de manera violenta cuando un marido demente interrumpe a su esposa y a su hijo en el desayuno para arrojar violentamente al bebé a través de la habitación. Él es el villano del filme, ¿verdad? Eso pensará el espectador hasta que conozca al padre (Michel Bouquet) de este hombre que culpa a Hélène (Audran) por la manía de su marido y no se detendrá ante nada para recuperar la custodia de su nieto.

 

Le Cercle rouge

Dir. Jean-Pierre Melville, 1970.

Con una secuencia de robo brillantemente tensa en una joyería de París, el director logra capturar la atención del espectador –y producirle mucha angustia– durante más de 30 minutos sin la necesidad de pronunciar una sola palabra en el diálogo. La penúltima película hecha por el maestro francés, Jean-Pierre Melville, se centra en Corey (un hombre que sale de prisión tras cumplir condena en una cárcel francesa) y Vogel (un criminal custodiado por el temible comisario Mattei). Después de robar a un antiguo socio, Corey se encuentra con Vogel y le propone formar equipo para realizar un meticuloso robo de joyas. Se trata de un thriller que se cocina a fuego lento y con paciencia, que se desarrolla a través de una serie de paisajes franceses desolados que parecen blanqueados de color y vigor. Un filme con el que Melville le rindo tributo al film noir estadounidense, al mismo tiempo que empuja el género hacia una dirección abstracta y mítica.

 

Nous ne vieillirons pas ensemble

Dir. Maurice Pialat, 1972.

Crónica despiadada de la degradación de una pareja. A partir de los avatares amorosos de Jean (Jean Yanne), un cineasta colérico y violento, y Catherine (Marlene Jobert), amante infantil y neurótica, Pialat traza el retrato implacable de una historia de amor que se resiste a su disolución. De manera fragmentaria y crispada, Pialat pone en escena los vaivenes emocionales de los protagonistas –grotescos e imprevisibles–, su fragilidad emocional, sus arrebatos de odio y violencia, sus precarias y efímeras reconciliaciones, y sus promesas incumplidas.

 

La nuit américaine

Dir. François Truffaut, 1973.

No hay mejor manera de entender la diferencia fundamental de temperamento entre Truffaut y Godard –las dos figuras clave del cine francés en los sesenta– que comparar sus películas sobre cine. En el rincón rojo, está el melodrama Le Mépris (1963) de Godard: astringente, fracturado, desesperado. En el azul, 10 años después, llegó La nuit américaine de Truffaut: todavía cínico acerca de la industria, pero cariñoso y perdonador por los vanos talentos que hacen su carrera en ella. Truffaut interpreta al director, mientras que Jean-Pierre Léaud, Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Aumont y Valentina Cortese orbitan alrededor de él en el agitado rodaje de una comedia bastante tonta llamada Meet Pamela. El filme captura el caos de la producción cinematográfica, el trabajo de un director como solucionador de problemas y el delicado equilibrio de los egos en el set. Esté atento a un cameo Graham Greene como representante de una compañía de seguros en medio de este torbellino muy agradable.

 

La maman et la putain

Dir. Jean Eustache, 1973.

El crítico David Thomson llamó el debut de casi cuatro horas de Jean Eustache, La maman et la putain, “una oscura y vaga percibida bestia en el borde de la sociedad educada". Bloqueado en una interminable disputa de derechos, este monumental drama sexualmente franco sigue siendo difícil de ver o conocer adecuadamente, permaneciendo en las sombras. El filme adopta como su telón de fondo la París bohemia a raíz de mayo de 68, con un joven egoísta e intelectual mientras él hace malabarismos para mantener sus relaciones con tres mujeres distintas. Filmada en blanco y negro y en película de 16mm, La maman et la putain es un drama espinoso, adulto, que consiste en largas discusiones sobre el sexo que todavía se sienten asombrosamente cándidas e íntimas.

 

Contes immoraux

Dir. Walerian Borowczyk, 1973.

Cuatro relatos eróticos que tienen lugar en distintas épocas históricas. En el primero, "La marea", una estudiante y su prima quedan aisladas en una playa desierta. "Teresa filósofa" cuenta la historia de una joven que, encerrada en su habitación, busca llegar al éxtasis tanto místico como sexual. "Erzsebet Bathory" es un retrato de la condesa del siglo XVI famosa por bañarse en la sangre de vírgenes, mientras que "Lucrecia Borgia" nos muestra una visión incestuosa de la mítica familia.

 

Céline et Julie vont en bateau

Dir. Jacques Rivette, 1974.

Esta notable epopeya de fantasía comienza en un parque de París en verano - como un lugar mágico como cualquiera. Julie (Dominique Labourier) está sentada en un banco leyendo un libro de hechizos cuando ve a una mujer, Céline (Julieta Berto), corriendo, dejando caer sus pertenencias a su paso. Cuando ella la sigue, al igual que Alicia en la búsqueda del Conejo Blanco, comienza una extraña aventura que conduce, en última instancia, a una vieja y extraña casa donde el par presencia un misterioso asesinato. Durante tres horas tranquilas, Jacques Rivette –en cierto modo la oveja negra de los principales directores de la Nueva Ola francesa– se muestra reformando el cine de nuevas maneras. El resultado es una película burlona, vertiginosa y a menudo irritante, que se disfruta cuando estás de humor para perseguir conejos. Pero también es un filme que ofrece una tentadora inspiración para mostrar cómo una historia (y una película) puede ser sacada del aire de verano.

 

Cet obscur objet du désir

Dir. Luis Buñuel, 1977.

En una ocasión, el director español, Luis Buñuel, afirmó que nunca se le olvidó tomar su Martini diario. Este rigor puede explicar su extraordinaria longevidad creativa. Casi 50 años después de que su carrera comenzara con el escandaloso corto surrealista, Un chien andalou (1929), creó otro delicioso filme: Cet obscur objet du désir. Ésta fue la culminación de una fantástica carrera que hizo en Francia colaborando con el guionista Jean-Claude Carrière, incluyendo también Belle de jour (1967) y Le charme discret de la bourgeoisie (1972). Adaptado de una novela de Pierre Louÿ, el filme se centra en Mathieu, un hombre que, durante un viaje en tren de Sevilla a Madrid, cuenta a sus compañeros de vagón la historia de sus infortunios amorosos con la bailarina Conchita. A partir de su primer encuentro en París, Conchita juega con la obsesión de Mathieu, haciéndolo pasar del deseo a la frustración y del amor al odio más furibundo.

 

Diabolo menthe (Peppermint Soda)

Dir. Diane Kurys, 1977.

Diane Kurys fue una de las directoras francesas que surgieron durante los años setenta, junto a Nelly Kaplan, Coline Serreau y Nadine Trintignant. Su primer largometraje, Peppermint Soda, es una película de la mayoría de edad y el crecimiento que bien puede complementar, desde una óptica femenina, los clásicos franceses Les Quatre Cent Coups (1959) Y L'Enfance-nue (1968). Ambientada en 1963, la cinta muestra los dolores de crecimiento de dos hermanas en una escuela estricta en París. La más joven, Anne, experimenta su primer período, mientras que su hermana Frédérique navega su despertar político y la atracción a un hombre más grande que ella. La película de Kurys presenta una sucesión de anécdotas bellamente observadas y muy divertidas de sus días escolares para ofrecer una imagen vivida de la hermandad, la incertidumbre pubescente y la amistad femenina.

 

Perceval le Gallois

Dir. Eric Rohmer, 1978.

Las leyendas artúricas disfrutaron de un regreso cinematográfico en la era del cabello largo, desde Camelot (1967) hasta Monty Python y el Santo Grial (1975). No sólo uno, sino dos grandes autores franceses se unieron a la acción: primero Robert Bresson con el Lancelot du Lac (1974) y luego el veterano francés de la Nueva Ola, Eric Rohmer, con Perceval Le Gallois. Inspirado en el épico romance de Chrétien de Troyes del siglo XII, Perceval, la Historia del Grial, presenta a Fabrice Luchini como el caballero de la Mesa Redonda contando su historia apoyado de una sucesión de telones hiperestilizados que enfatizan la calidad mítica de las aventuras de Perceval. Esto representó un cambio radical en torno a Rohmer, conocido anteriormente por el delicado naturalismo de sus clásicos cuentos morales, pero en realidad siempre había algo cortés en sus historias de amor y tentación. Con Perceval le Gallois, se convirtió en uno de los viajes más extraños, pero más seductores de la década en el pasado lejano.

 

Trad. EnFilme

Fuente: British Film Institute

 
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