Gary Simmons: revisión de algunas zonas de la historia de los Estados Unidos
En los últimos treinta años la sociedad contemporánea y, en especifico la estadounidense, ha experimentado una radical polarización en la arena ideológica. Esta polarización, de carácter conflictivo y excluyente, conlleva a una identificación acrítica con el grupo de pertenencia, al tiempo que a la demonización del otro. Como resultado, el diálogo parece, cada vez más, esfumarse del espacio público. Es en este contexto que el Pérez Museum of Miami Dade (PAMM) ofrece al público la impecable muestra Gary Simmons: Public Enemy.
Compuesta por alrededor de 70 obras, entre esculturas, pinturas, fotografías, obras sobre papel, instalaciones y dibujos murales a gran escala, Public Enemy es un caballo de Troya que, desde la institución, nos devela los fallos, ardides y estrategias de sometimiento del sistema. Con encomiable eficiencia de recursos, la obra de Gary Simmons (1964, New York, vive y trabaja en Los Angeles) echa mano de la cultura pop, ese constructo popular vibrante y seductor del que participamos casi todos, sólo que Simmons rasga más allá de la superficie y nos deja, cuando menos, con la cabeza dando vueltas.
Gary Simmons es uno de los artistas más destacados de su generación. Su potente cuerpo de obras deconstruye estereotipos sociales de raza y clase. Así, la historia, el sistema de enseñanza, el deporte, la música, la industria de los dibujos animados, la televisión, el cine y la arquitectura devienen recurrentes áreas de interés a través de las cuáles el artista nos desmonta patrones adquiridos, obligándonos a la reflexión.
Backdrop Polaroid, 1993, es el punto de partida. Haciendo uso de telones de fondo como ‘booth’ fotográficos que hacen referencia a la cultura hip hop de la época, el artista invita al visitante a ser partícipe de la obra. El ‘selfie’, como recurso interactivo, alerta sobre la excesiva auto-representación y gregarismo de la sociedad contemporánea, es la puerta de entrada a la muestra.
En el segundo piso se despliega la colosal muestra, donde las salas están subdivididas por temas. En Removal confluyen las obras referidas al tema del deporte. El carácter aséptico de la misma subraya la ausencia del humano. El deporte como codificación y estereotipo. En una de las paredes, cuelgan un par de guantes y dos batas de boxeadores. El bordado de los guantes (“Everforward”, “Neverback”) y de las batas (“Us”, “Them”) enfatiza esa batalla encarnizada como única salida que no borrará, pese a todo, la barrera entre el yo y el otro.
Lineye, 1993, establece una alarmante analogía entre el podium de entregas de medallas del baloncesto y la rueda de reconocimiento usada por la policía para identificar sospechosos. Sobre el podium, vacíos, los sneakers dorados, entre los que destacan marcas de renombre como Nike, Reebok, Adidas y Puma. Identidad, publicidad dirigida, estereotipos y profiling, marcan el destino de los sujetos ausentes.
Step into the Arena (The Essentialist Trap),1994, es un ring de boxeo. Sobre la lona están dibujados los pasillos del cakewalk. Este baile, usado originalmente por los esclavos negros como apropiación y caricatura de los bailes de salón blancos, es luego reabsorbido -y distorsionado al estar fuera de contexto- por la televisión y el cine como burla al negro, e interpretado además por actores blancos con caras pintarrajeadas. El complejo entramado de referencias donde baile, deporte y espectáculo reducen al negro a mero divertimento es reafirmado por el título mismo de la obra, Step into the Arena, del título de una canción del grupo de hip-hop Gangstarr.
Miseducation es la sala contigua, también blanca y desprovista de sujeto. Entramos al mundo de la enseñanza: el adoctrinamiento. Six-X, 2022 (réplica de la instalación original de 1989) recrea el recibidor de un jardín de infantes donde se dejan los gorros y abrigos. Los trajes a pequeña escala del Ku Klux Klan es el recordatorio escalofriante del aprendizaje de patrones racistas desde la más temprana edad. Justo en frente, Disinformation Supremacy Board, 1989, que destaca también por el carácter lineal de la composición. La hilera de pupitres de espaldas al público y de frente a los pizarrones angostos donde el fondo blanco y la tiza blanca habla más del borrado de la historia que de la educación del pupilo.
No es casual que la técnica del borrado sea recurrente en la trayectoria de Gary Simmons, quien a principios de la década de 1990, comienza a experimentar con imágenes representadas con tiza en pizarras que luego son parcialmente borradas por el artista. La técnica del borrado implica una revisitación crítica del tema en cuestión, al tiempo que enfatiza la polaridad memoria-olvido y devela zonas escabrosas de temas aparentemente inocuos. Ya sean referencias a dibujos animados, películas, arquitectura, o simplemente textos, la eficacia del tema escogido y la superficie que se esfuma, nos obliga a repensar el tema y nuestra relación con él.
Durante más de tres décadas Gary Simmons se ha entregado a la revisión exhaustiva de las zonas escabrosas de la historia de los Estados Unidos. Haciendo uso de los mismos medios de masa que infiltran nuestra subjetividad, distorsionando la historia y creando estereotipo que estigmatizan, invisibilidad y aíslan. En medio de la creciente ola anti-woke, la prohibición de libros, la cultura de la cancelación, y la creciente polarización de nuestra sociedad, Gary Simmons: Public Enemy es un insoslayable.
Janet Batet es escritora, curadora y crítica de arte. Escribe para diferentes publicaciones, galerías y museos.
‘Gary Simmons: Public Enemy’, Hasta el 28 de abril, en el PAMM, 1103 Biscayne Blvd., Miami, FL 33132.
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