Por Nehuén Gusmerotti *
La batería que marcó a una generación entera cumple hoy 47 años. Megan White. Meg. La anti estrella de rock. Alejada de los flashes hace diez años, luego de la ruptura de los White Stripes no volvió a hacer aportes a la música. Es necesario reivindicar su aporte, menospreciado más de una vez por la prensa especializada, al sonido que marcó el cambio de siglo y la ola de indie rock que hoy predomina en el género a nivel mundial.
Megan Martha White nació en Grosse Pointe Farms, estado de Míchigan, el 10 de diciembre de 1974. Su salto a una indeseada fama se dio gracias a la banda que formó con su entonces esposo, Jack White, uno de los músicos más interesantes del siglo XXI. Pero cuando conoció a Jack los deseos de Meg estaban bastante lejos de las notas musicales. En 1993 decidió no ir a la universidad, para sorpresa de su entorno afectivo, para trabajar en el restaurante Memphis Smoke, de la ciudad de Míchigan. Su deseo era ser chef.
A ese mismo restaurante iba bastante seguido Jack (Gillis en ese entonces de apellido) a leer poemas y tocar algunas canciones en la guitarra. Pegaron onda muy rápido. Comenzaron una relación que en 1996 se convirtió en matrimonio. Los deseos de Jack si estaban relacionados con la música. Meg quiso acompañar a su esposo en ese camino y, acá el primer dato interesante de la baterista, aprendió a tocar de forma autodidacta. De ahí parte una de las grandes razones de su encanto musical, la sencillez con que tocaba. La frescura y minimalismo que aportaba a las complejas melodías propuestas por Jack.
Cuando se casaron fue Jack quien tomó el apellido de Megan, por lo que pasó a ser un White. Curiosamente, pese a haberse divorciado en 1999, Jack nunca volvió a su apellido paterno. El dúo debutó en vivo el 14 de agosto de 1997, fue en Detroit, en el Gold Dollar, un pequeño bar que se encuentra hace tiempo cerrado. Otra curiosidad de los músicos es que, pese a ser pareja en ese entonces, se dieron a conocer como hermanos. Según Jack, esto fue para que la banda no fuera buscada por su vida personal, sino por su música. Error, las conjeturas sobre su relación llegaron a suposiciones de incesto. Para el lanzamiento de su disco debut, el homónimo The White Stripes de 1999, el matrimonio ya se había divorciado. Pese a esto, la relación musical continuó por mucho tiempo.
El impacto que tuvo la música de White Stripes en el cambio de siglo fue trascendental. En una escena gobernada por el post-punk y el indie rock, The White Stripes era un acabado perfecto de virtuosismo y simpleza. El golpe de Meg era puro, simple, repetitivo por momentos, hipnótico. El dúo se consolidó velozmente como una de las atracciones principales de Detroit. A la extremadamente tímida y retraída personalidad de Megan esto no le agradó demasiado. En las entrevistas solía permanecer callada y se llegó a hipotetizar con una relación subyugada por Jack. Los comentarios de la crítica no ayudaban. Llegaron a tildar su estilo de infantil y displicente.
Precisamente en esa simpleza se encuentra el quid del éxito de White Stripes. Nadie va a descubrir la pólvora por reconocer el talento de Jack White. El problema es reducir la participación de Meg en la banda al ritmo, prejuicio que alguna vez Jack ayudó con un comentario polémico. En una entrevista para Rolling Stone en 2018 declaró: “sólo había dos personas en la banda. Yo escribía, producía y dirigía. Las melodías venían de una persona, el ritmo venía de Meg”. No se sabe que llevó al guitarrista a expresarse de esa manera, pero es descrédito debió ser rectificado pronto. Días más tarde reconoció la capacidad que tenía la baterista para llevar a la banda a ritmos minimalistas frescos. “Yo escribía una canción, ella le daba la vuelta y se volvía minimalista y mucho más poderosa. Era más poderosa que si tuviéramos tres guitarristas en la banda, y eso es todo debido a ella y a la belleza que aportaba a la música”.
La relación musical de ambos duró catorce excelentes años. El dúo lanzó seis discos de altísimo nivel, se posicionó como una referencia de la primera década del siglo y definieron el rumbo del indie que hoy escuchamos. Pero no todo era rosas en el lecho de los White Stripes. En 2007 debieron cancelar una serie de conciertos debido a problemas de salud de Meg. Sufría ansiedad y no podía viajar. Lo que vino después fue un hermetismo total. En 2009 se presentaron en la NBC para hacer una rara versión de “We´re Going To Be Friends”. Esa noche Meg se colgó la guitarra. Sería la última presentación del dúo en vivo. El 2 de febrero de 2011 anunciaron su separación.
Para aquellos años Meg tuvo un fugaz matrimonio con Jackson Smith, hijo de Patti Smith. Se divorciaron en 2013. Desde su partida de The White Stripes la vida de Meg ha sido un completo misterio, probablemente esto sea una tranquilidad para la baterista. Meg no da entrevistas y rara vez se la ve de forma pública. A veces se puede saber algo de su presente a través de Jack. Su ex esposo y compañero de banda ha tenido desafortunados comentarios sobre ella y su personalidad. Si bien ha rectificado varias de sus declaraciones, es difícil pensar en un reencuentro del dúo en el futuro.
Meg White logró destacarse junto a uno de los músicos más reconocidos del presente internacional. Su acercamiento a la batería se dio de forma completamente autodidacta y eso le valió una personalidad, una frescura y un talento para expresar desde el sentir algo que la técnica no da. Eternidad. Los ritmos marcados por Megan son simples y conectan fácilmente con quien la escucha dar esos repetidos golpes que hipnotizan. Todo eso sin hacer una parafernalia física sentada detrás de los parches. “Todos los grupos de punk, country, blues o metal deberían sonar así de bien”, expresó Dave Grohl alguna vez sobre la joven artista. Además, la baterista nos dejó algunas canciones cantadas, como “In the Cold, Cold Night”, “Passive Manipulation” o “Who’s a Big Baby?”. Se colgó cuatro premios Grammys y, lo más importante, quedó grabada a fuego en la historia del rock mundial como una de las bateristas más destacadas del nuevo siglo.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (viernes y domingo de 21 a 23)
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