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Peligroso, pero divino
En In & Out, una comedia de Frank Oz, Matt Dillon interpretaba al ganador de un Oscar. Por entonces nadie habría apostado un duro pronosticando que optaría algún día a la estatuilla. Y eso que hace mucho tiempo que no era un guaperas más del ‘atajo de mocosos’ surgido de Rebeldes, la película de Francis Ford Coppola que le hizo famoso a los 14 años. Desde entonces, ha sabido alternar papeles variopintos, ha llegado a dirigir y se ha mantenido en la cima a lo largo de tres décadas. Con su personaje claroscuro de Crash, tan racista como heroico, ha demostrado ser un auténtico crack.
El actor neoyorquino Matthew Raymond Dillon nació el 18 de febrero de 1964. Segundo de los seis hijos de un corredor de bolsa y un ama de casa, ambos de origen irlandés, Matt Dillon tiene otro hermano actor, Kevin Dillon, y es sobrino-nieto de Alex Raymond, creador de los comics de Flash Gordon. En su época escolar estaba más interesado en el béisbol que en los estudios. En los pasillos del instituto se fijó en él un cazatalentos que le recomendó que acudiera a una prueba para Sobre el abismo, de Jonathan Kaplan. “Nunca pensé que me escogerían. En realidad acudí al casting porque así me libraba de ir a clase un día”, ha declarado el actor, que deslumbró al director y acabó interpretando un importante papel de joven problemático, enfrentado a sus padres y a la policía. A continuación le ofrecieron el papel protagonista de El lago azul, pero tuvo la valentía de rechazarlo por las fuertes dosis de erotismo del film. En su lugar, se decantó por Faldas revoltosas y Mi guardaespaldas, olvidados subproductos para adolescentes.
Como le seguían ofreciendo papeles, Matt Dillon empezó a tomarse en serio su carrera como actor y se matriculó en el Actor’s Studio, la prestigiosa escuela de interpretación. Se consagró como ídolo de adolescentes cuando le contrató Francis Ford Coppola para Rebeldes, su celebérrima adaptación de la novela de Susan E. Hinton que dio a conocer al denominado Brat Pack (hatajo de mocosos), formado por las jóvenes promesas más importantes del momento: Tom Cruise, Ralph Maccio, Rob Lowe, Patrick Swayze y Emilio Estévez. El director de El padrino asegura que se fijó en él porque le recordaba “a los jóvenes inconformistas de los 50”, y volvió a recurrir a sus servicios para su siguiente trabajo, La ley de la calle, también basada en otra novela de Hinton, y cuyo rodaje encadenó con la película anterior. Convertido en un símbolo juvenil que acaparaba las carpetas de las adolescentes de todo el mundo, finalizó los 80 protagonizando cintas mediocres, como The Flamingo Kid, Agente doble en Berlín, Rebel, El paria y Kansas, dos hombres dos caminos. De esta época destaca Mano de oro, donde se convertía en Jack, jugador de dados de los 50, que recordaba al personaje de Paul Newman, en El buscavidas, y con el que empezó a demostrar su versatilidad. Dillon era un joven con cabeza que supo escoger papelazos, como el drogadicto del durísimo drama Drugstore Cowboy. El director independiente Gus Van Sant le escogió para el papel, frente a candidatos como Jack Nicholson y Dennis Hopper porque le pareció más espontáneo ante las cámaras.
A partir de ese momento, Matt Dillon se decanta por papeles ricos en matices, como el ambicioso y calculador asesino de Bésame antes de morir, thriller que adaptaba una novela de Ira Levin, en la que interpretaba a un personaje que ya había encarnado Robert Wagner. Otro de los grandes aciertos de Dillon fue el personaje de Solteros, segundo trabajo de Cameron Crowe y uno de los grandes éxitos del cine independiente estadounidense de los 90. Encarnaba a un solterón tan recalcitrante como él mismo, pues a pesar de que ha tenido múltiples romances con mujeres tan ideales como Cameron Díaz, el actor se ha resistido a sentar la cabeza. Tras un breve papel de pinchadiscos en Malcolm X, de Spike Lee, y repetir con Van Sant en Todo por un sueño, donde compartía protagonismo con Nicole Kidman, Matt Dillon avaló con su presencia uno de los mejores títulos del cine estadounidense reciente, Beautiful Girls, donde era uno de los treintañeros desorientados del entorno del protagonista, concretamente el ligón que ponía en riesgo su feliz matrimonio con Mira Sorvino por una intrascendente aventura con una neurótica. Se le escapó el papel del boxeador Butch Coolidge, en Pulp Fiction, pues Tarantino ya se lo había adjudicado cuando conoció inesperadamente a Bruce Willis y cambió su decisión.
Aunque el thriller subido de tono de John MacNaughton Juegos salvajes tuvo éxito, el mayor bombazo reciente de Matt Dillon fue Algo pasa con Mary, la comedia más representativa de los hermanos Farrelly, los especialistas en humor zafio por antonomasia. Ciertamente, Dillon no empezó bien el nuevo milenio, cosechando rotundos fracasos como Divina pero peligrosa y Jóvenes salvajes. Eso sí, aprovechó la sequía de ofertas interesantes para debutar como director con La ciudad de los fantasmas, tan esforzada como fallida. Incansable viajero, Matt Dillon recaló en Camboya, donde se le ocurrió la idea para esta película, en la que encarnaba a Jimmy Cremming, estafador que huye de la justicia poniéndose a salvo en el citado país. Cuando parecía que su carrera iba a ir en picado, le llegó el papel de su vida, el oficial de policía Ryan, de Crash. Un buen actor puede interpretar a un héroe o a un villano, pero sólo uno excepcional puede insuflar humanidad a un personaje realista como la vida misma, lleno de prejuicios raciales y machistas, pero capaz de dar lo mejor de sí mismo como ser humano en una situación de riesgo. “Es una película de bajo presupuesto, pero con un gran guión que trata sobre el racismo, sobre el miedo, sobre los prejuicios”, comenta el actor, que confiesa que le costó mucho trabajo rodar la secuencia en que abusa de Christine. “Cuando acabó el montaje, casi no podía ni mirar ese momento”, ha explicado. La excepcional acogida contra pronóstico de este mosaico de historias, le pilló desprevenido, trabajando en otros proyectos. Como Paul Haggis rodó el film en 2004, ha tenido tiempo para participar en Factótum, basada en una novela de su admirado Charles Bukowski, Loverboy, debut como cineasta de su colega Kevin Bacon, y la comedia familiar Herbie: A tope. Acaba de finalizar el rodaje de You, Me and Dupree, la nueva comedia de los hermanos Anthony y Joe Russo, autores de Bienvenidos a Collinwood.