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Matt Dillon: "Es repugnante ver c�mo mi presidente intenta sacar r�dito pol�tico de la salud p�blica"

El actor ha convertido su pasi�n por la m�sica cubana en el documental 'El gran Fellove', un recorrido con aspecto de resurrecci�n por la vida de un h�roe perdido y ahora hallado

Matt Dillon en la presentaci�n el martes de 'El gran Fellove'.
Matt Dillon en la presentaci�n el martes de 'El gran Fellove'. EFE

A partir de ahora Mateo, que no Matt, Dillon. Durante todo lo que dura el documental El gran Fellove se dirige a �l as�, con el nombre traducido al ritmo cubano, el m�sico que es, adem�s, el protagonista. �De vez en cuando es un descanso que no te conozcan�, dice el actor de La ley de la calle, Drugstore cowboy y, por qu� no, Algo pasa con Mary. Su segunda pel�cula como director (en 2002 rod� La ciudad de los fantasmas) le coloca al lado de la figura a la vez m�tica y olvidada de la m�sica afrocubana. De repente, Francisco Fellove Valdez, cantante de scat, showman, ap�stol del ritmo y mes�as de la simple felicidad (todo en uno) es ese hombre al que todo el mundo, educado o menos, no puede por menos que adorar. Aunque a�n no lo sepa.

La cinta, tan instructiva como melanc�lica y divertida, repasa la vida del hombre que con s�lo 16 a�os compuso Mango mangue, un lugar com�n en el sonido latino. Emigrado desde Cuba a M�xico en los a�os 50, Fellove se convirti� en una estrella casi vanguardista tan admirada por sus colegas como querida por el p�blico. Y as� hasta que, por azares de la moda, la injusticia o el simple olvido, desapareci�. Y lo hizo no exactamente como Sugar Man, pero casi. Mateo, que no Matt, dio con �l por casualidad, y por pura pasi�n, y ha dedicado buena parte de una vida entera a reconstruir sus huellas y, lo m�s importante, a enamorarse de �l. En los a�os 90, cuando Fellove contaba con 77 a�os, el actor de Hollywood apadrin� el que tendr�a que ser el disco de su regreso. La pel�cula se estructura alrededor de la grabaci�n de esta joya por necesidad en la que aparecen el trompetista Alfredo Chocolate Armenteros y una joven generaci�n de m�sicos. Y sobre este escenario colocado m�s o menos en el presente, El gran Fellove regresa al pasado oscuro, sabroso y tot�mico para imaginarse la vida olvidada de un h�roe, ahora s�, eterno.

Una imagen de 'El gran Fellove'.
Una imagen de 'El gran Fellove'.

�Intento poner en orden cu�l ha sido el proceso que me ha llevado hasta aqu�, a San Sebasti�n a presentar una pel�cula, y me cuesta�, dice a modo de pr�logo. Y sigue: �Todo ha sido muy org�nico. En el primer cap�tulo estar�a mi pasi�n por la m�sica cubana. �Que por qu� me gusta este tipo de m�sica y no otro m�s, digamos, tradicionalmente americano? No s�. No hay forma de encontrar una explicaci�n a los gustos. �Por qu� te gusta el helado? Lo cierto es que Cuba es un milagro musical. Es imposible no viajar a la isla y no caer enamorado de su sonido, de su ritmo, de su forma de entender el mundo. La m�sica cubana es un regalo de Cuba al mundo�. Llegado a este punto, se detiene, vuelve sobre sus pasos y se esfuerza en recordar sin mucho �xito el momento en el que cay� en sus manos el primer disco de Fellove. �No sab�a nada de �l, hasta que a trav�s de un amigo que es productor y bajista me vi un buen d�a en la sala de grabaci�n con �l. Mi idea era simplemente grabar el acontecimiento. Fellove no quer�a nada m�s que volver a cantar. �l no ten�a ni idea de qui�n era yo. Cre�a que era un t�cnico que daba vueltas a su alrededor con una c�mara. Y as� hasta que su mujer, que tambi�n era su dentista, me ense�� todas las fotograf�as y grabaciones que conservaba de �l de cuando fue una estrella en M�xico...�, explica de tir�n y en los puntos suspensivos deja la certeza de la pel�cula que acaba, por fin, de llegar. Dillon evita dar fechas, pero en lo que va de una frase a otra, de un momento al siguiente, pasaron d�cadas.

REVOLUCI�N CUBANA

Lo que sigue es la historia de un hombre y de mucho m�s. En la pantalla se acierta a ver la historia entera de la geopol�tica musical americana. De un lado, la todepoderosa Estados Unidos, del otro el viaje incierto que buena parte del talento cubano se vio obligado a hacer rumbo a M�xico. Fellove se fue en 1955 y con �l tantos otros. Hablamos de los tiempos antes de la revoluci�n, de los tiempos en los que las baladas del tambi�n cubano Jos� Antonio M�ndez, el gran amigo de nuestro h�roe, lo pudieron todo. �Hay una historia a�n por contar y que mi pel�cula s�lo apunta. Para muchos cubanos, que incluso sufr�an el racismo en su propia tierra, M�xico fue una liberaci�n. All� les acogieron y les convirtieron en estrellas. Un documental como el de Wim Wenders Buena Vista Social Club cuenta la historia de los que se quedaron, pero luego est� la gran di�spora�, dice, se toma un pausa y salta al gran episodio de la historia reciente cubana y hasta mundial: �Luego la revoluci�n supuso un punto y aparte que lo fractur� todo: separ� amigos, rompi� familias. Fellove no regres� hasta 1979 en un momento de relajaci�n de las relaciones entre EEUU y Fidel. Pero la fractura ya estaba instalada en la sociedad cubana.

En efecto, queda mucho por ser contado y El gran Fellove se limita a dar el primer paso. Lejos de la gravedad de la cinta de Wenders, la propuesta de Matt Dillon secundado por la mano maestra de su editor Jason Cacioppo se parece m�s a una pel�cula de intriga donde el villano es la propia ignorancia del espectador y el h�roe es simplemente el que mejor baila. Eso o un melodrama de �poca en el que el gal�n es el que se sabe las canciones de amor. Hay motivos para el entusiasmo y todos ellos cantan Mango mangue.

�No s� si soy el m�s id�neo para hablar de c�mo est�n las cosas hoy entre Estados Unidos, mi pa�s, y Cuba. Pero s� tengo claro que la pol�tica de quien no voy a nombrar es la principal responsable de una divisi�n y un resentimiento que entre la gente no existe�, comenta precavido. Y ya metidos en materia, se deja llevar: �Es repugnante c�mo mi presidente ha convertido asuntos como la salud p�blica en una batalla pol�tica para sacar r�ditos personales�.

Cuenta Mateo, que no Matt, que de ni�o su asignatura preferida era Historia y que se imagina una historia de la emoci�n humana a trav�s de la m�sica. �La emoci�n nos une a todos. Ah� no hay diferencias. �Por que no construir desde ah� una doctrina que no distinga entre pa�ses ni color de piel?�, comenta. Tambi�n le gusta recordar de d�nde le viene la afici�n no tanto por el coleccionismo de viejos vinilos como de sonidos de otros tiempos. En un momento del documental, ense�a su casa con un largo y apretado muestrario de �lbumes como escenario. �Cuando tomas por costumbre ir de mercadillo en mercadillo, lo que haces es buscar que algo te sorprenda. Vas un d�a a Brooklyn, otro al Bronx, otro a una subasta porque alguien se divorcia. No entiendo c�mo se puede disfrutar con el hecho de tener toda la m�sica del mundo en el tel�fono�, dice. Habla Mateo.

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