Marujita Díaz, la folclórica que supo reconvertirse en una provocadora polemista

Marujita Díaz, la folclórica que supo reconvertirse en una provocadora polemista

La diva sevillana cumpliría este miércoles 90 años

Marujita Díaz ABC

Antonio Albert

Uno se imagina a Marujita Díaz celebrando sus 90 años en alguna sala decadente, de esas con sillones de terciopelo rojo desgastado y arañas de cristal esmerilado por el polvo, rodeada de amigas de punta en blanco, vestidas y maquilladas para la boda de alguna vieja gloria. Y uno se imagina también a esas amigas temiendo ir al baño para dejar sus secretos a merced de los chistes de Marujita. Porque era muy divertida, sí, pero había que temerla más que a un nublado. Menuda era, que eso también explica las buenas migas que Marujita hizo con Encarna Sánchez , que la sentó a su vera frente a los micrófonos para que no dejara títere con cabeza. Y Marujita, encantada con la escabechina. No sabemos si disfrutaba más con eso que coleccionando las joyas o ahorrando en tonterías, que ella muy de la cofradía del puño. Al menos en vida, porque a su muerte se cumplió su deseo de subastar sus pertenencias , que eran muchas y muy caras, en beneficio de Mensajeros Por La Paz. Ese gesto compensa muchos de sus dardos envenenados sin necesidad.

Marujita sabía cómo jugar con sus ojos para que hicieran chiribitas, convirtiendo su don en uno de sus encantos, su sello personal, su obra cumbre. Con esa mirada y sus malabarismos alcanzó la gloria en ‘Pelusa’ (1960), una de sus películas más exitosas. Su verdadero nombre era María del Dulce Nombre Díaz, nació en Triana, Sevilla, un 27 de abril de 1932. Su padre, carpintero, trabajó como tramoyista y así le metió a su hija el veneno del teatro en la sangre. La niña fue precoz , tanto en el arte como el negocio, detalle importante para entender la trayectoria posterior de la artista que también fue productora. Lo hizo todo, desde la Revista a los debates televisivos de corazón, del cine de autor a la zarzuela, del cuplé al charlestón. Llegó a ser la Reina de la Copla, género que supo llevar a su terreno para hacerlo más popular.

Tuvo mucho más éxito como artista que con los hombres, que la llevaron por una suerte de via crucis emocional. Su primer marido fue Espartaco Santoni , un galán proclive a los líos de faldas y a los chanchullos económicos. El venezolano la conoció actuando en Caracas. Ella cumplía 25 años esa noche, él no había cumplido los 20 pero presumía de llevar 11 dando amor a las mujeres (prueba de ello eran sus dos hijos). La química entre ambos fue explosiva. Ella quedó embarazada, pero abortó. Al final, Marujita nunca llegó a ser madre. Estuvieron tres años casados, mucho más de los 20 meses que duró su matrimonio con Antonio Gades , que finalmente llegó a ser anulado. Aquella boda fue muy mediática porque eran dos figuras, y porque estaba la flor y nata del artisteo nacional, desde Luis Escobar a Lucía Bosé, que actuaron como padrinos de los novios. Una de las cosas que más le dolió a la folclórica es que su marido la dejara por Marisol.

Pero todo eso quedó eclipsado en la memoria colectiva por su sonado e inverosímil romance con el cubano Dinio ‘la noche me confunde’ García. Marujita, que pasó del divismo de la edad dorada a la caspa de la decadencia, se reconcilió con su ‘amol’ en un ‘Deluxe’. «Sabes que te tendré siempre en el corazón… Gracias por todo», fueron las palabras que el cubano dedicó a su muerte, el 23 de junio de 2015, a la mujer que le trajo a España para convertirlo en estrella del porno. Pero Marujita ya había paseado a otro galán por las calles y las revistas: ni más ni menos que Daniel Ducruet , el ex de Estefanía de Mónaco, despertando las envidias de quienes no sabían si los conquistaba con sus encantos o con alguna exclusiva. Que enamorarse sale caro.

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