La lista puede simplificarse. Olivella y Biosca (a Segarra los biógrafos no lo apuntan como central en una época difícil de identificar puestos) fueron impresionantes, como Gallego y Migueli. Pero era otro fútbol. Un fútbol de otra era. El ránking de los últimos tiempos podría reducirse a los dedos de una mano: Koeman, Márquez, Mascherano, Puyol y Piqué. Elegir solo uno es muy difícil, aunque todos tengan argumentos para elevarlos al número uno o para colocarlos debajo del primero. Depende de la característica principal que se elija. Es un ejercicio interesante.
Márquez fue un fenómeno en salida del balón, capacidad defensiva y de intimidación. Le falta tono de barcelonismo, en comparación por ejemplo con Puyol, Piqué o Koeman, el autor del gol que dio la primera Copa de Europa. Mascherano es el número uno en actitud. Muy difícil de superar el compromiso en el campo del argentino, capaz de suplir carencias con niveles de intensidad muy altas. El ‘título’ se lo podrían acabar disputando tres: Koeman, Puyol y Piqué.
La salida de balón de Koeman supera a Piqué en el sentido de que el holandés era capaz de cambiar un partido con un pase largo. Es el que tenía más gol y, además, excelente chutador de faltas. Pero, sobre todo, tenía la personalidad para influir de forma positiva en el equipo en el mismo terreno de juego. Puyol tuvo también un punto de liderazgo, como capitán, sensacional y ha sido el mejor defensa. Koeman fue líder también delante de los micrófonos. Piqué gana en títulos, salida del balón y capacidad de anular (a Cristiano, por ejemplo). Es seguramente el más completo deportivamente. Pero no ha tenido el carácter ni de Puyol ni de Koeman como referentes. Si fueras entrenador y solo pudieras fichar a uno, ¿a quién contratarías? ¡Uf! lo mejor sería jugar con tres centrales detrás: Puyol, Koeman y Piqué. Las listas son terribles. Es bueno que no haya un solo central como el mejor de la historia del Barça, sino varios.