La hinchada perica vive días de ilusión renovadas y confianza en que el Espanyol logrará finalmente el billete de ascenso directo en las diez finales que restan del campeonato. La llegada de Manolo González ha supuesto un 'subidón', confianza renovada en que se conseguirá el gran reto pese al cruel bofetón que supuso el empate cedido in extremis ante el Tenerife el pasado sábado.
Esa ilusión y ganas de creer en el grupo se ha podido ver este miércoles en el entrenamiento de puertas abiertas para la afición y los medios de comunicación que el Espanyol ha decretado.
1.150 pericos, según ha confirmado el club, se han acercado este mañana a la Ciudad Deportiva Dani Jarque para seguir en directo el trabajo de los jugadores al mando del enérgico y participativo Manolo González. Buena conexión, feeling y sensaciones positivas ha sido lo que se ha transmitido desde la grada. Y, sobre todo, cuando los jugadores y técnicos se acercaron a los aficionados para compartir con ellas fotografías, autógrafos y mensajes de ánimo.
El único borrón que empañó la jornada fue la ausencia de Martin Braithwaite, que no se ejercitó con el grupo. Salvo sorpresa, tiene muy complicado poder viajar a Burgos para el partido que el Espanyol jugará este viernes en El Plantío, otra prueba exigente. Recordar que el pichichi se lesionó en La Romareda y ya no jugó ante el Tenerife por culpa de un esguince en su rodilla. Ni hubo plazos de regreso, pero una lesión de grado 1 es sinónimo de 2 a tres partidos KO. Por ahora el danés sólo se ha perdido uno y es difícil que esté para Burgos. Tampoco se vio sobre hoy el césped a Ian Forns, tocado desde el viernes, cuando apuntaba a ser el titular en el lateral zurdo ante los canarios.
Las buenas noticias en la enfermería perica llevaron el nombre de Rubén Sánchez, que también se rompió en Zaragoza, pero apunta a estar ok para Burgos. Así como Brian Oliván y Calero. También trabajó a tope Keidi Bare, que ya se reintegró el martes a las sesiones con el Espanyol tras jugar con su selección.