Marlon Brando, el joven rebelde que se convirtió en el mejor actor del mundo

Marlon Brando, el joven rebelde que se convirtió en el mejor actor del mundo

Leyendas de Hollywood

Se cumplen 100 años del nacimiento del actor más versátil que encarnó a Kowalski, Marco Antonio, Emiliano Zapata, Napoleón, Fletcher Christian, Kurtz o Vito Corleone

Ampliar Marlon Brando

Marlon Brando

Llegó a Hollywood a principios de los años 50 como un chico rebelde que vestía ropa de cuero, viajaba en moto y desafiaba los convencionalismos. Pero le bastó en sola interpretación, la de Stanley Kowalski en Un tranvía llamado Deseo, para convertirse en un actor de prestigio. Y en el más versátil. Marlon Brando (1924-2004) encarnó Marco Antonio, Emiliano Zapata, Napoleón, Fletcher Christian, Kurtz o Vito Corleone. Su estrella brilló en los 50, se apagó en los 60 y resurgió en los 70. Los aficionados al cine le recuerdan como el mejor actor del mundo. El 3 de abril se cumplen cien años de su nacimiento.    

Brando sentía su infancia como un momento trágico. No percibía el cariño de sus padres. Su madre era una alcohólica habitual de los bares de Omaha. El actor odiaba a su padre desde niño. Los Brando no tardaron en deshacerse del chico enviándolo a una academia militar de la que se escapó en cuanto pudo. Aterrizó en Nueva York donde ejerció múltiples oficios y, aunque decía que carecía de vocación, se inscribió en los cursos de interpretación de a Stella Adler. Eso le salvó. Brando había encontrado su camino. Un senda que siguió en el Actor's Studio, donde se inscribió en 1943.  

El actor en 'La ley del silencio'

El actor en 'La ley del silencio'

En la prestigiosa escuela de interpretación, el actor hizo dos hallazgos: aprendió el método Stanislawsky y conoció al director Elia Kazan, que fue el impulsor de su carrera. Brando no tardó en subirse a la tablas de Broadway donde triunfó gracias a sus dotes para la actuación y su belleza. Y como era habitual en aquellos tiempos, Hollywood se fijó en él. Rodó su primera película, Hombres (Fred Zinnemann), en 1950, donde daba vida a un veterano de guerra paralítico. 

El filme no tuvo demasiado recorrido, pero a Brando le esperaba la fama a la vuelta de la esquina. Kazan quería hacer una adaptación de la obra de Tennessee Williams Un tranvía llamado Deseo para el cine. Brando ya había encarnado al protagonista masculino, Stanley Kowalski, en el teatro neoyorquino y fue elegido para el papel. Para el rol de Blanche DuBois se escogió a Vivien Leigh, la estrella de Lo que el viento se llevó. La película se rodó en 1951 y fue un éxito: se llevó cuatro Oscars. Brando no logró la estatuilla pero sí su primera nominación.

Junto a Janet en 'Un tranvía llamado deseo'

En 'Un tranvía llamado deseo'

Marlon Brando ya era una estrella cuyo brillo se incrementó con Salvaje (László Benedek, 1953) donde interpretaba al líder de una pandilla de motoristas. Vestido de cuero a lomos de su moto, el actor se convirtió en un mito idolatrado por la juventud de su época y en pionero de la estética de "los jóvenes rebeldes" que tendría su continuidad con otros intérpretes como James Dean, Paul Newman o Warren Beatty.  

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Pero Brando era algo más que un ídolo juvenil. Era actor. Un actor capaz de dar vida a personajes muy dispares. Y lo demostró de nuevo bajo las órdenes de Kazan metiéndose en la piel del revolucionario mejicano Emilano Zapata en ¡Viva Zapata! (1952). Y más tarde, otra vez dirigido por Kazan, en La ley del silencio (1954) un drama social donde Brando daba vida a Terry Malloy, un estibador del puerto de Nueva York que se enfrenta a sus jefes mafiosos. Brando se llevó su primer Oscar por este papel.   

Motín

Con Tarita Teriipia, su tercera esposa, en 'Rebelión a bordo'

Pero ya antes de transformarse en Terry Malloy, Brando había demostrado su versatilidad nada más y nada menos que en una obra de William Shakespeare, Julio César, que Joseph L. Mankiewicz llevó al cine en 1953. El actor daba vida a Marco Antonio y su discurso funerario ante el cadáver de César fue aplaudido por la crítica. Pese a ser americano, Brando estuvo a la altura de sus compañeros de reparto británicos, James Mason y John Gielgud.

Pasar de Marco Antonio a Napoleón no fue un reto para un intérprete entrenado en el Actor's Studio. Así que Brando se metió en la piel de un emperador Bonaparte enamorado nada más y nada menos que de Jean Simmons en Désirée (Henry Koster, 1954). La pareja repitió en Ellos y ellas  (1955). Mankiewicz estaba de nuevo tras la cámara en este filme delicioso en el que Frank Sinatra completaba el plantel de estrellas. Brando dio un golpe de efecto: no solo sabía actuar, también podía cantar. 

Ellas y Ellos

En 'Ellos y ellas' compartía cartel con Jean Simmons 

Ya instalado en la comedia, no dudó en convertirse en chino para protagonizar La casa de té de la luna de agosto (Daniel Mann, 1956). Después viajó a Japón para enamorarse de una bailarina local, Miiko Taka, en Sayonara (Joshua Logan, 1957). Brando aceptó el papel para incidir en sus ideas antirracistas. El actor había mostrado una querencia por lo exótico en su vida personal, que le llevó a elegir esposas extranjeras.  

En 1957 se casó con la actriz hindú Anna Kashi. El matrimonio duró poco. Tras el divorcio los trapos sucios de la pareja se vieron aireados en la prensa sensacionalista. A finales de los 50, contrajo segundas nupcias con otra actriz, la mejicana Movita Castaneda, con quien tuvo dos hijos, Miko y Rebecca, pero la relación terminó en 1962 cuando Brando conoció a la que sería se tercera mujer, la actriz tahitiana Tarita Teriipia, durante el rodaje de Rebelión a bordo (Lewis Milestone). 

LOS ANGELES - MARCH 30:  Actress Bette Davis stands next to winners holding their Oscars, Marlon Brando and Grace Kelly, at the Academy Awards ceremony on March 30, 1955 in Los Angeles, California. (Photo by Frank Worth, Courtesy of Emage International/Getty Images)

Con Bette Davis y Grace Kelly en la ceremonia de los Oscars de 1955

Getty Images

Antes de subirse a la Bounty en la piel de Fletcher Christian para amotinarse contra el capitán Bligh y descubrir la paradisíaca isla de Pitcairn, Brando había protagonizado otros dos dramas: el bélico El baile de los malditos (Edward Dmytryk, 1958) y la adaptación de la obra de Tennessee Williams Piel de serpiente (Sidney Lumet, 1959), junto a Anna Magnani. También se había estrenado en la dirección con el western El rostro impenetrable (1961), que protagonizó junto a Karl Malden y Katy Jurado. 

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El debut tras las cámaras de Brando fue un fracaso que se sumó al escaso éxito de Piel de serpiente y a los problemas durante el rodaje de Rebelión a bordo, que superó su presupuesto para desesperación de la Metro-Goldwyn-Mayer. La estrella del actor empezaba a palidecer. Además de los problemas laborales, Brando empezó a ser pasto de los cotilleos: "Se le conoció una agotada vida por los rincones del París bohemio y entabló una muy comentada relación amistosa con el actor francés Christian Marquand", según relata Terenci Moix en Las grandes estrellas del cine (Biblioteca de La Vanguardia).

MARLON BRANDO

Brando en su imagen de joven rebelde

A lo largo de los 60, la luz de Brando se apagó más y más. Rodó varios filmes que no contaron con el aplauso del público como Su Excelencia el embajador (George Englund, 1963), un drama ambientado en la guerra fría; La jauría humana (Arthur Penn, 1966), donde encarnaba a un sheriff honesto que intentaba impedir el linchamiento de un ex presidiario al que daba vida Robert Redford, o La condesa de Hong Kong, bajo las órdenes de Charles Chaplin, junto a Sophia Loren, un filme que no logró el aplauso del público de la época, pero que visto hoy es una delicia. 

Brando vivía horas bajas, pero el mejor actor del mundo no podía hacer otra cosa que resurgir de sus cenizas. A principios de los 70, Francis Ford Coppola decidió adaptar la novela súper ventas de Mario Puzo El padrino. Brando supo del proyecto y no dudó en que podría recrear a Vito Corleone, pero los productores no lo querían en la película, era veneno para la taquilla. Coppola le dio una oportunidad, pero le hizo someterse a una prueba. A los 48 años con un Oscar y una filmografía envidiable a sus espaldas, Brando aceptó, hizo la prueba y le dieron el papel. Su Vito Corleone es inolvidable y el filme, El padrino (1972), una de las grandes obras de la historia del cine que reportó al actor su segundo Oscar.  

MARLON BRANDO

El actor en una imagen de juventud

Había empezado una nueva carrera para Brando que se vería consolidada con su interpretación más controvertida y también la más madura, la de Paul, el hombre que conoce a una chica cuando va a ver un piso en alquiler en París y entabla una  arrebatada relación sexual con ella en El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972). La película llamó la atención por su contenido sexual, pero en realidad es la crónica de una soledad desesperada. La polémica ha perseguido al filme hasta la actualidad después de que la coprotagonista, Maria Schneider, desvelará que la escena de la violación fue real lo mismo que sus lágrimas en la pantalla.

Brando había recuperado el estrellato y no quería dejar pasar la oportunidad de hacer caja con su recuperada fama por si volvían a venir mal dadas. Algunos dicen que cobró un millón de dólares, otros que tres y hasta hay quien asegura que fueron cuatro. En cualquier caso la aparición de Brando en Superman (Richard Donner, 1978) parece ser la mejor pagada de la historia: una cifra millonaria por encarnar al padre del súper héroe durante diez minutos en pantalla.

El padrino

La segunda carrera de Brando arrancó con 'El padrino'

Al intérprete aún le quedaba un personaje destacado al que dar vida. Coppola preparaba una particular adaptación de la novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas trasladando la ambientación de el Congo del siglo XIX a la Guerra de Vietnam. Brando se convirtió así en el terrible señor Kurtz en Apocalypse Now (1979) poniendo un broche de oro a su carrera cinematográfica.

Last Tango In Paris / Ultimo Tango A Parigi (1972) | Pers: Maria Schneider, Marlon Brando | Dir: Bernardo Bertolucci | Ref: LAS053AH | Photo Credit: [ The Kobal Collection / Pea ] | Editorial use only related to cinema, television and personalities. Not for cover use, advertising or fictional works without specific prior agreement

Una imagen de 'El último tango en París'

PEA

La madurez del actor fue tan trágica como su infancia. Pese a haber cobrado una cantidad millonaria por aparecer diez minutos en Superman, sufría problemas económicos. También físicos. Pesaba 130 kilos e iba en silla de ruedas. Permaneció los últimos años encerrado en su casa de Mulholland Drive tras haber vivido algunos dramas familiares. El mejor actor de su generación falleció en 2004 a los 80 años.

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