Futbolistas hay muchos. Que sean tíos guapos, unos pocos. Con estilo, contados. No es de extrañar que Scalpers lo haya fichado como embajador de la marca hasta el año 2020. Pero que además sean la cuarta generación de una familia dedicada al balompié solo hay uno: Marcos Alonso Mendoza (Madrid, 1990). A punto de coger un avión con destino a Londres, donde despunta desde hace dos años –y con contrato durante los próximos tres– como defensa en el Chelsea, le pillamos por banda para que nos dé unas cuantas lecciones de estilo y de paso nos cuente cómo se lleva eso de que tu padre, tu abuelo paterno y tu bisabuelo materno hayan sido grandes futbolistas y ahora tú también. “Qué contenta se va a poner mi madre cuando lea esto, porque no todo el mundo se acuerda de mi bisabuelo, Luis Zabala, que jugó en el Athletic de Bilbao y en el Barça”, dice con una sonrisa grande y tímida.

Está claro que Marcos ha sacado lo mejor de cada casa. Con casi 1,90 m de estatura, solo verle da respeto. Normal que juegue de defensa, como lo hicieron su bisabuelo y su abuelo, Marcos Alonso Imaz –el mítico Marquitos–, este en las filas del Real Madrid, donde consiguió ser cinco veces campeón de Europa junto a los legendarios Di Stéfano y Puskas. “Pertenecer a una saga de futbolistas tiene sus pros y sus contras, pero yo siempre intento mantenerme al margen de los comentarios y concentrarme en mi carrera, en cómo juego yo y en mejorar. Las comparaciones se las dejo a los demás, pero sí, es un orgullo”. Tanto se esfuerza por pulir su técnica y tener su propio estilo que ha conseguido ser un jugador polivalente, que lo mismo funciona de central que de carrilero e incluso, alguna vez, de extremo. “Esto me da más opciones de jugar y estar siempre en el campo. Desde pequeño me ha gustado jugar en distintas posiciones. Y luego los años que estuve en Italia aprendí mucho tácticamente. Entrenar duro también hace, claro”, dice satisfecho porque sabe que nadie le ha regalado nada.

Entre Madrid y Londres

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Pablo Sáez
Camisa, corbata y botas de Scalpers, polo Ralph Lauren y pantalón de Brunello Cucinelli
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Pablo Sáez
Camiseta, pantalón y botas de Scalpers, jersey de Loewe

Los demás también son conscientes de lo que vale. 25 millones de euros pagó hace dos años el Chelsea a la Fiorentina para que este madrileño de raíces cántabras volviera a jugar en la Premier League, después de haber vestido las camisetas del Bolton y del Sunderland. Ahora es en Londres donde tiene su hogar, una ciudad que disfruta como cualquier chico de su edad cuando su rutina deportiva se lo permite y desde donde ha sido testigo del culebrón del verano sobre su futuro en el Real Madrid.

“Londres es una ciudad muy animada. Tengo muchos amigos trabajando allí y en el equipo también somos unos cuantos españoles. Voy mucho al cine, juego al golf (cuando no llueve, claro) y me gusta ir de conciertos. Es una ciudad a la que vienen muchos artistas y he tenido la suerte de conocer a algunos, como a Niall Horan [ex One Direction], que además es fan del Chelsea y ahora buen amigo, y también a J Balvin”. Al que no pudo asistir fue al concierto de los Rolling Stones, que coincidió con el final de temporada de la liga inglesa, después de que su equipo ganara la FA Cup. “Me dio mucha rabia, la verdad, porque ya estaba de vuelta en Madrid de vacaciones y soy mucho de los Stones, ¡son pura historia! Los vi hace tiempo en Madrid y fue una experiencia tremenda. Espero que vuelvan a Londres y tenga la oportunidad de conocerlos... Ventajas de jugar en el Chelsea”.

Una mirada al pasado

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La conversación con Marcos resulta agradable y saltamos de un tema a otro con facilidad. Me habla de moda, de aficiones, de sueños, de recuerdos, de hijos, de proyectos... Sus palabras me parecen, sin embargo, algo justas –ni una más ni una menos–, y el tono de su voz es tremendamente educado. Tanto que a ratos me transmite cierta fragilidad, como una especie de tristeza instalada en sus ojos que te contagia quieras o no. Quizás sea porque le gustaría volver a tener 18 años, “pero con el conocimiento y la experiencia de los 27 que tengo ahora”, añade, como si en el fondo sí hubiera fantaseado con la idea de echar marcha atrás.

Seguimos viajando con nuestra charla en el tiempo y Marcos asegura que desde niño el fútbol ha sido su única opción –“nunca he querido ser otra cosa”– y la familia su gran pasión. “Ellos siempre han estado ahí. De hecho vienen a verme muy a menudo. Les debo todo lo que soy. Su apoyo cada temporada es clave para mí”, dice. De su padre, Marcos Alonso Peña, exfutbolista del Atlético de Madrid y del Barça y exentrenador, lo ha aprendido casi todo, incluso a no malgastar el dinero que una persona tan joven gana en esta profesión. “Mi padre no es de dar demasiados consejos, pero su ejemplo es fundamental para mí. Por eso estoy invirtiendo en no derrochar y en las que serán mis casas cuando vuelva a España”.

Él calcula que dentro de diez años estará poniendo el broche a su carrera deportiva, que andará ya por España con familia –“algún día me gustaría tener hijos, y, por supuesto, alguno se llamará Marcos, sea o no futbolista”– y dirigiendo un club de fútbol en propiedad, que para eso estudió tres años ADE. “Mi abuelo vivía por y para el fútbol, así que seguro que estaría encantado de verme jugar en la Premier League, en un equipo grande que disputa la Champions que él ganó cinco veces... Me da mucha pena pensar en él, pero espero que se sienta orgulloso de mí y que me esté viendo desde arriba”. Lo dice con la mirada húmeda, sin ocultar sus sentimientos de nieto y de futbolista, aguantando el tipo, pero con ganas de cortar ya la conversación. ¡Que comiencen las fotos!

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Camisa y gabardina de Scalpers y polo Ralph Lauren
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Jersey de Loewe, pantalón de Bottega Veneta y abrigo y botas de Scalpers
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Total look de Scalpers

CREDITOS

Fotos: Pablo Sáez
Realización: Álvaro de Juan

Asistente de fotografía: Agustín Bobo
Asistente digital: Jorge Galindo
Maquillaje y peluquería: Jesús de Paula (Cool Producciones)
Asistente de estilista: David Rivas
Producción: Gabriela Aranzabal