Phil Manzanera: el colombo británico que produjo el último álbum de Pink Floyd

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Cultura

Phil Manzanera: el colombo británico que produjo el último álbum de Pink Floyd

Phil Manzanera en BOCAS

Phil Manzanera en BOCAS

Foto:Tico Angulo

El legendario guitarrista de Roxy Music y productor de míticas bandas del rock habló en BOCAS

Phil Manzanera es uno de los grandes héroes del rock; su guitarra ha animado la vida de millones de personas con Roxy Music, una de las bandas británicas más relevantes de todos los tiempos, en la que militó con Brian Eno y Bryan Ferry. 
El legendario guitarrista de Roxy Music y reconocido productor Phil Manzanera es la portada de la edición #136 de BOCAS

El legendario guitarrista de Roxy Music y reconocido productor Phil Manzanera es la portada de la edición #136 de BOCAS

Foto:Revista BOCAS

Las guitarras de un roquero deberían ser como los Stradivarius… alguien las tiene que tocar. Ellas son como amigos que tienes para toda la vida, son parte de tu familia

Más allá de su virtuosismo con las cuerdas, Manzanera ha estado detrás de los éxitos de Pink Floyd, Héroes del Silencio, Aterciopelados, Fito Páez y los brasileños de Paralamas. Su mamá –Magdalena Manzanera– era colombiana (barranquillera) y su papá inglés. Se crio en Colombia, Tucumán, Londres, La Habana, Hawái, Caracas y Nueva York. Su niñez estuvo marcada por los ritmos salvajes de la salsa en Cuba, pero desde el comienzo sabía que su amor único sería el rock y la guitarra, y en Caracas, en los años 60, usaba la peluca de Los Beatles bajo el calor infernal de la ciudad.
Sus memorias, De la revolución a Roxy (Editorial Efe Eme), publicadas el año pasado, son en realidad una novela de aventuras, tiene amores, balaceras, espías, conciertos memorables, historias de amor, celos, batallas, un Rolls Royce, reencuentros y hasta una serie de detectives –con Hércules Poirot como personaje principal– grabada en su propia casa. Manzanera vino a Colombia para presentar el libro en el Hay Festival de Cartagena; siempre estaba de blanco de arriba abajo y con un sombrero de ala ancha que –además de protegerlo del sol– le daba un alegre aire de dandi tropical.
Phil –que en sus tiempos de guitarrista de Roxy presumía de unas gafas con mil agujeros como una mosca roquera y fue su inquebrantable sello de identidad– habla de sus amigos y de sus éxitos sin presumir de nada (a pesar de que lo llamaron “el magnífico”); fue el responsable de crear el sonido del último disco de Pink Floyd (The Endless River, 1994), y más allá de marcar su importancia como creador, lo más divertido para él fue sacar a colación su visión reveladora de los dedos de David Gilmour: “Son demasiado gordos… ¡parecen salchichas! Yo veía sus dedos, veía los míos y entendía por qué hay ciertos sonidos con la guitarra que solo puede sacar él”. No tiene una sola mala palabra sobre sus compañeros de banda y los define a todos como artistas: “Nunca fuimos una banda clásica; cada uno tenía sus proyectos, pero cada vez que nos unimos vuelve el sonido de Roxy”. Y entre sus anécdotas se encuentra un riff que hizo en un proyecto en solitario y que más tarde sería usado por Jay Z y Kayne y le daría más dinero que 15 años con Roxy; o su encuentro con Bob Dylan y cómo lo hizo sufrir en busca de una canción mexicana inexistente: “Ahora que lo pienso, tal vez quería ser amable; Manzanera seguro le sonó mexicano”. O el cariño con el que habla de Andrea Echeverri: “Es como una hermanita”.
En sus charlas en Cartagena –cada vez que hablaba de su primer encuentro en Madrid con Héroes del Silencio, el grupo que se convertiría en un fenómeno de ventas por su silencioso trabajo como productor– no podía evitar secarse las lágrimas porque la noche en que se conoció con la banda, su mamá cayó enferma y él no pudo volver a Inglaterra para verla por última vez: esa misma noche estalló la Guerra del Golfo y se cancelaron todos los vuelos.
Phil Manzanera en BOCAS

Phil Manzanera en BOCAS

Foto:Tico Angulo

Phil, en muchos sentidos, es una estrella atípica: se puso su apellido materno en un mundo de roqueros ingleses (su nombre completo es Philip Targett-Adams Manzanera); podría presumir de ser uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos; podría hablar horas de sus éxitos como productor; podría hablar de su éxito con las mujeres o de fiestas interminables llenas de estrellas, champaña y cocaína, pero confiesa que nunca le sentaron bien las drogas –solo una vez probó peyote por error y por poco se chifla– y es un monógamo convencido. Su actual esposa, Claire Singers, que ha sido, entre otras cosas, publicista de Mariah Carey, Bon Jovi y Pink Floyd, entre otros músicos, es su polo a tierra y tiene una buena relación con su exesposa Sharon.
En su estudio en Londres está la primera guitarra española que le regaló su mamá y con la que le dio sus primeras clases en La Habana, y varios aviones a escala de la compañía donde trabajó su papá, Duncan Targett-Adams, y que –según todos los indicios– eran su fachada para trabajar al servicio secreto de su Majestad. Phil era un niño cuando estaban en La Habana y estalló la Revolución cubana; sus recuerdos se mezclan con las balaceras y el recuerdo claustrofóbico de estar encerrado en un baño; pero también –en esa niñez– están sus días en Argentina cuando derrocaron a Perón, o en Paraguay en los tiempos de Stroessner, o en Caracas en los 60, sin contar que su papá llegó a Barranquilla poco después de la Segunda Guerra Mundial.

En una entrevista, en la que habla de sus 10 libros favoritos, hay dos que me llamaron especialmente la atención, Desde rusia con amor, de Ian Fleming, y Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene, ¿por qué son tan importantes estas dos novelas en su vida?

Ambos autores fueron parte del servicio secreto, MI6, James Bond y todo eso… Y cuando Graham Greene estaba escribiendo su libro Nuestro hombre en La Habana, que es de verdad muy divertido, lo estaba haciendo a 100 metros de donde trabajaba mi papá y Greene era miembro del MI5. Todavía estoy investigando cosas. Hace dos semanas miré la adaptación cinematográfica de nuevo, porque esa película se filmó un mes después de que salimos de La Habana, en marzo del 59, cuando recién Fidel había triunfado, como dicen ellos, en la Revolución… es en blanco y negro. Fue filmada un mes después de que salimos de La Habana; estaba más interesado en lo que estaba detrás de los protagonistas, en los coches, en las calles que recorría, pero lo que es divertido es que en la película, Hawthorne, que es el Agente del MI5, le a dice Alec Guinness (Jim Wormold en la película), que trabaja como vendedor de aspiradoras, que se convierta en un espía para el MI5 y le explica que se van comunicar con claves: “yo te voy a dar un libro y si te digo, ve a página 256, ahí está la clave y puedes decodificar el mensaje”. Así es como trabajaban los espías en esos días. Hace como 10 años empezamos a ir a la Universidad de Cambridge –donde están los papeles de Eugen Millington-Drake, un célebre diplomático que era el jefe del consulado británico en Argentina durante la Segunda Guerra Mundial– y aparecieron cartas suyas a mi papá… ¿y qué decían? “Ve a esta tienda de libros y compra este libro…”. Todos los archivos están clasificados todavía y no puedo verlos. Hace años –también– estuve con la hija del cónsul británico. Su papá era amigo de mi papá, le mostré unas fotos de una reunión en nuestro jardín y de inmediato dijo: “spooks” [espías]. Su papá –que también trabajó en Egipto y Palestina– siempre le decía que tenía secretos, que tenía que escribirlos y que todavía no podía revelarlos; tenía un revólver escondido porque pensaba que alguien iría a matarlo. Murió de Alzheimer con todos sus secretos.

¿Dónde se conocieron sus papás?

En Barranquilla; él trabajaba para British Council y mi mamá fue su alumna de inglés.

¿Y cómo llegó a Barranquilla en plena Segunda Guerra Mundial?

Yo tengo las cartas que él mandó a sus hermanas en el barco en 1940. Viajó por Nueva York y luego para abajo a Barranquilla. En esos tiempos las cartas tenían que pasar por un censor. Estaban marcadas con un sello que certificaba que las habían abierto y leído. En ese momento, todo el mundo quería pelear en la guerra, él intentó enrolarse dos veces y falló por razones de salud, no sé qué fue… pero dijo: ‘¿cómo puedo ayudar?’ En esa época estaba recién empezando el British Council y es lo que llamamos soft power… era la forma de obtener poder e influncia usando la cultura, enseñar inglés primero a la gente y luego introducir Shakespeare y toda la cultura inglesa. Mi papá había sido actor, había actuado cuando recién la industria de las películas empezó en Inglaterra, estuvo como extra en varias películas que he visto en Google, ahí está… vestido de esmoquin y bailando. Tenía amigos actores que después se hicieron muy famosos, pero… por otro lado, también sabía que era un hijo ilegítimo (también he buscado a mi verdadero abuelo en Nápoles, un cantante de ópera del que se sabe poco porque los archivos de su nacimiento se quemaron en la Guerra). Y en esos días haber nacido fuera del matrimonio era algo que no se podía decir, eras un ser de segunda clase; tenía un secreto y, claro, cuando uno lee sobre los espías encuentra que son muy buenos en esconder cosas. Yo no sé si mi mamá sabía lo que pasó. Yo no sabía nada de esto y lo he descubierto con el tiempo con Claire, mi esposa. Mi mamá murió en el 91 y tampoco le pregunté de dónde venía la familia Manzanera ni el apellido Enríquez de mi abuela. Ahora también estoy en busca de mi pasado sefardí y estoy dispuesto a sacar un pasaporte portugués… odio el Brexit. De hecho… voy a pasar mi cumpleaños en Curazao para encontrar los archivos de la familia de mi abuela.

En su biografía cuenta que después de esa niñez de trotamundos sus papás decidieron que estudiara en Londres en un internado. Su papá murió en Caracas cuando usted todavía era un adolescente y su mamá tuvo que hacerse cargo de tres hijos…

Todo el tiempo nos hablaba en español, solo en español, incluso siempre lo hizo después cuando quería regañarme, sobre todo delante de mi primera esposa, que no entendía una sola palabra… Es de una generación que solo tenía ojos para los varones. Siempre estaba orgullosa de mí, les escribía a sus hermanos y hermanas sobre mi carrera y lo famoso que era… siempre estaba hablando de mí; ¡era un poquito difícil! Jajaja… Nos mudamos a Londres sin mi papá. Ella tenía 40 años, era una suramericana en Londres, una costeña en la neblina y el frío, estaba fuera de su hábitat. Por suerte, mi padre trabajaba para la British Airways y tenía un pasaje gratis cada año. Venía a Colombia tres meses cada año, a veces veníamos con ella, pero la mayoría de las veces ella venía sola.
Phil Manzanera en BOCAS

Phil Manzanera en BOCAS

Foto:Tico Angulo

En ese regreso con tres hijos a Londres, en algún momento le dijo que no quería estudiar una carrera sino tocar la guitarra, su hermano mayor le presentó a David Gilmour, que era otro jovencito en esa época, y es impresionante cómo lo apoya de forma incondicional…

Ella me enseñó a tocar la guitarra por primera vez en La Habana. Todavía está en mi cuarto y la veo todos los días. Mi primera guitarra fue su guitarra, la que me enseñó a tocar. Y luego, cuando necesitaba una mejor guitarra eléctrica me acompañó al banco para pedir un préstamo para comprar una guitarra Fender… solo costaba 120 libras, pero no teníamos dinero y tuvimos que ir al banco… Esa guitarra también la tengo, claro.

¿Cuántas tiene?

¡Tengo un montón! Y no puedo salir de ellas. Hay muchos músicos que han vendido sus guitarras para caridad y para causas como el cambio climático. ¡Cuestan millones de dólares! Pero… ¿para qué quiero que se queden en una vitrina? Las guitarras de un roquero deberían ser como los Stradivarius… alguien las tiene que tocar. Ellas son como amigos que tienes para toda la vida, son parte de tu familia. Llega un momento que uno dice, ‘pero bueno… yo no voy a estar aquí para siempre’. Es mejor dárselas a alguien que las vaya a usar.
(Puede leer: La actriz Paulina Dávila habla en BOCAS de Sofía Vergara, Luis Miguel, su vida bohemia en Londres y más)
Phil Manzanera en BOCAS

Phil Manzanera en BOCAS

Foto:Tico Angulo

¿Cuáles fueron los guitarristas que más lo influyeron en su juventud?

El mejor guitarrista inglés fue Jeff Beck; fue el más innovador. Lo que podía hacer con la guitarra era espectacular, y era como una forma de magia. Creo que todo el mundo lo reconoce. Hay otros grandes, Clapton, Jimmy Page, Mark Knopfler, Gilmour, George Harrison, pero el que tenía una cosa superespecial era Jeff Beck. Podía hacer unas cosas espectaculares. Y como showman, sin duda, Jimi Hendrix. La primera vez que lo vi en televisión tenía 15 años, y no podía entender lo que estaba haciendo; se vestía increíble y al mismo tiempo tenía una técnica ridícula, loca, ¡cómo lo hace!, pensaba. Todos los guitarristas en Londres estaban aterrados. Hendrix venía de otro planeta.

En el libro habla una y otra vez de dos guitarras: su Fender y su Gibson, y nunca queda claro cuál es su favorita…

Es que la cosa con las guitarras es esa. Son como trajes, si vas a una cosa formal vas con una clase de traje, si vas a una fiesta diferente te pones otro… es lo mismo con las guitarras. Para unas canciones piensas… “ah, esta es la indicada”. Cada una tiene un carácter y un sonido especial. Un libro tiene diferentes personajes y las guitarras son los personajes de las canciones. En mi cabeza voy pensando: en esta parte debe entrar una Gibson, pero en esta otra debe entrar una Fender Telecaster del 51. Como profesional empiezas a acumular guitarras para las grabaciones. Para construir la sonoridad de una canción hay que fijarse en cada detalle de cada instrumento. En las producciones he hecho dibujos de todo el proceso, por un lado guitarra, por otro bajo, batería, no sé qué, guitarra uno, guitarra dos para las canciones; lo dibujo en un papel para que los músicos puedan saber dónde estamos en el disco. Lo hice en todos los discos de Fito, de Héroes del Silencio, de Aterciopelados. Era un proceso visual en el que todo el mundo podía ver a dónde estábamos y cómo iba avanzando el proyecto. Cuando estaba todo lleno, todos los cuadritos llenos, ya estaba terminado el disco. Era un proceso visual en el que todo el mundo podía ver dónde estábamos.

Pero volviendo a las guitarras, en su entrada a Roxy Music miraron con desconfianza su maravillosa Gibson…

La Gibson que yo tenía no cuadraba con la banda porque no era muy rock and roll; era muy jazz… Pero supe de inmediato que la banda tenía algo especial, diferente, un punto de vista diferente. Todos estaban un poquito más viejos que yo, solo cuatro o cinco años, pero a esa edad –tenía 20 años– se nota muchísimo. Yo me di cuenta de que eran muy especiales; cuando los conocí dije: “wow!, yo tengo que ser parte de esto”. Todavía no habían grabado nada. Fallé en la entrevista, pero el pobre guitarrista que escogieron, que ya era muy famoso y había hecho varias giras en Estados Unidos, otra con Pink Floyd y con Jimi Hendrix, por esos días le hicieron un chiste bastante común en esos tiempos… le pusieron LSD en la copa que se estaba tomando el día que tenían una prueba para conseguir un mánager. Se puso como loco y le dio varios puñetazos al baterista. Cuando terminó la prueba el mánager les dijo: “desháganse de él”. Y me llamaron a mí.

En el libro no habla mucho de cada uno de los miembros de la banda, se guarda mucho de contar sus peleas íntimas, pero sí se nota que son unas personalidades complejas. Brian Eno, por ejemplo, no volvió a unirse a ustedes en la celebración de los 50 años de la banda para no contaminar el aire en vuelos comerciales…

Todavía son personas con personalidades complicadas. Hay cosas que ni yo sé del todo. Brian Eno no quiere hablar de Roxy; somos amigos y Brian es amigo de Bryan Ferry. Tengo mis sospechas de todo lo que pasó, pero no puse nada en el libro. Le dije a Brian Ferry, “tranquilo, este libro no es para… ¿cómo se dice en español?... sacar los trapos”. Fundamentalmente los dos Brian, Eno con ‘i’ y Ferry con ‘y’, es que eran y todavía son artistas. Yo, por mi parte, nunca pensé en mí como artista en el sentido de las artes plásticas. El otro día estaba hablando con Bryan Ferry y le dije que ahora entendía por qué había tiempos donde nos volvía a todos locos por su atención al detalle; no quería esto, no quería lo otro… él en su mente decía “yo soy un pintor y estos son mis colores, quiero un poquito de esto y quiero un poquito de aquello”. Yo pensé que estaba entrando en un conjunto como los Beatles o The Rolling Stones, pero ahora sé que era un colectivo, donde todos eran artistas que se unían porque tenían algo en común, y después se largaban y hacían lo que les daba la gana con otra gente. Y eso es lo que pasó con Roxy, todos empezaron a hacer discos en solitario y me dije: “¿qué está pasando aquí?, ¡pensé que éramos como los Cuatro Mosqueteros!” Y cuando me di cuenta también empecé a hacer música con otros amigos…

Pero también lograron cosas increíbles, incluso desde las portadas de los discos…

Bryan Ferry trajo todo el pop inglés y el pop art americano, las portadas con chicas. En el segundo disco hay un trans y nadie lo sabía, en otra está Jerry Hall. Estaban haciendo arte; Antony Price era el diseñador de nuestra ropa. Yo era muy joven, acababa de salir del colegio y estos tipos habían ido a la universidad, a la escuela de arte y de repente teníamos críticas increíbles y yo dije “wow, estoy aquí”.

La música de Roxy y la de sus propias producciones personales tienen un paisaje sonoro que hoy no existe… son bastante potentes. Los álbumes se oyen de la pista uno hasta el final…

La industria y la forma de escuchar las canciones es ahora completamente diferente y lo que suele pasar ahora es que la gente escucha una canción y ni idea de un álbum de 40 minutos. Es una cosa que sale de los años 60, era un género basado en el vinilo, y cuando la tecnología iba cambiando se iban haciendo ajustes en casetes o en CD, hasta ahora, que llegamos al streaming y a la gente escuchando música en un iphone. La mayoría de gente joven tiene Spotify, que lleva a otros problemas. En esos días de Roxy Music seguíamos la dirección de los Beatles y teníamos un productor que había sido el asistente de George Martin: Chris Thomas. Él nos enseñó cómo grabar discos a la manera inglesa de George Martin y de Abbey Road. Es la escuela de Abbey Road. Él nos trajo toda esa experiencia a Roxy y, personalmente, aprendí de Chris Thomas y de mi trabajo con Eno, de esa combinación salen mis producciones y eso es lo que traje al rock en español desde 1990.
Arriba: Paul Thompson, Bryan Ferry, Rik Kenton y Brian Eno; abajo: Andy MacKay y Phil Manzanera.

Arriba: Paul Thompson, Bryan Ferry, Rik Kenton y Brian Eno; abajo: Andy MacKay y Phil Manzanera.

Foto:Brian Cooke - Redferns / Getty

Con unos discos supremamente exitosos…

Pero eso tiene que ver con los artistas.

Y con una sensibilidad y una sonoridad particulares, ¿no?

Y un método de trabajar, en el que se puede decir cómo lo vamos a hacer y cómo vamos a capturar la esencia de lo que estamos haciendo. Yo soy descendiente del método de George Martin; yo no quiero tocar la mesa, yo sé lo que sé puede hacer en la mesa, pero que un ingeniero haga eso. Yo me concentro en el concepto de la melodía, las palabras y les pregunto a los artistas qué estamos haciendo aquí, qué estamos tratando de lograr en esta canción, para ver si todos estamos en la misma página.

Y paciencia… Fito grabó en Italia Circo Beat

En Capri, Fito quería cantar afuera con vista al mar a las seis de la tarde; se quería dar el gusto, al aire libre, porque había tenido ese exitoso con el disco antes, El amor después del amor, y tenía el presupuesto para hacerlo. Llevó a todos sus amigos y dijo “nos vamos a gozar el disco”.

Y con Héroes del Silencio tuvo que tener paciencia con las fiestas…

En el segundo disco fue un poquito problemático… había muchas drogas, y yo nunca he tomado drogas. Pero salió bien y siempre hemos tenido una relación estrecha. Yo tenía 40 años y ellos 20; era un poco como su hermano mayor. Yo vi que tenían algo especial y quería ayudarlos.
Phil Manzanera en BOCAS

Phil Manzanera en BOCAS

Foto:Tico Angulo

¿Y nunca tuvo ninguna clase de experiencia con las drogas?, ¿ni siquiera con Roxy Music?

Yo no tenía la fuerza física para asimilarlas, porque tomaba una droga y ya estaba completamente… Dije no, mejor no. Tuve unas dos experiencias en Estados Unidos y dije “no voy a tocar nada”. En Houston una vez alguien me dio un cigarrillo con peyote y no sabía qué estaba pasando… fue horrible, nunca quiero esto en mi vida, nunca, nunca, nunca. Siempre quiero estar en control. Siempre tuve demasiado miedo para tomar LSD, por ejemplo. Siempre echo el cuento de que yo sería la persona que quiere volar y se tira desde un piso alto. Un músico amigo mío me decía, “pero ¿por qué tienes que estar en la parte alta?; quizás estás en el piso piso y saltas por la ventana y no te pasa nada”. Definitivamente, no.

En el libro habla de la mala onda de Jethro Tull la primera vez que Roxy fue de gira y de las particularidades de la industria en ese momento para entrar a los Estados Unidos…

Es que cuando llegamos a la industria había que pagar para que nos pusieran en la radio, y también había un sistema en las fábricas de hacer discos, donde la mafia fabricaba más copias, pero nuestro mánager no quería pagar… Pink Floyd, Genesis y todos ellos pagaron y por eso nosotros no tuvimos el exitazo, pero también creo que era un sabor demasiado fuerte para lo que querían los americanos; un tono y un sabor muy fuerte, muy extranjero para sus raíces de blues, rock and roll… Con Avalon, [álbum de Roxy Music, 1982], empezamos a tener éxito, pero en ese momento éramos los peores “businessman”. En el momento donde deberíamos juntarnos y tocar tres meses juntos… decíamos… ¡no, vamos a hacer una cosa completamente diferente…! Todavía es así, no es un conjunto normal, es un colectivo de gente que quiere hacer cosas diferentes, que tiene otros intereses, pero cuando se les da la gana se juntan de nuevo…

Y su disco favorito de Roxy…

El que más me gusta es el segundo, For Your Pleasure [1973], porque todavía estaba Brian Eno (con el que también ha hecho varios proyectos con la banda experimental 801), y todavía escribíamos más como un conjunto y teníamos un productor bueno, Chris Thomas. Tenía 22 años, todo estaba estallando, las críticas eran increíbles y me acuerdo de cómo se grabó. Cada disco tiene su historia, pero me encanta la cuestión del sonido y el ambiente de ese disco. La mayoría de gente tiene sus preferencias dependiendo de la primera vez que conoció a Roxy; por ejemplo, cuando hablo con Bunbury, su favorito es Flesh and Blood [1980], porque fue la primera vez que escuchó a Roxy, y en los Estados Unidos les encanta Avalon.

Usted estuvo en un concierto mítico en Cali, Ecomundo 1992, se dijo que los amenazó el Cartel de Cali para que no dañaran la gramilla del Pascual Guerrero porque luego jugaba el América, se pelearon con Chucho Merchán, que fue el intermediario del concierto, y terminó pagando todo porque los organizadores no aparecieron; fue un total fracaso, solo fueron 2.000 personas. ¿Qué pasó?

Fue hace tanto tiempo, que ahora parece como un sueño; no sé si pasó o no pasó, fue tan rápido…. Ninguno de nosotros, ni David Gilmour, ni Roger Daltrey, de The Who, ni yo, teníamos idea de lo que estaba pasando en Colombia entre Cali y Medellín, y mi mamá siempre me decía “no vayas a Colombia, porque te van a secuestrar”, y todos los músicos, “¡sí, vamos, vamos a Colombia, síiii!, ¿no cobramos nada? No importa; vamos, vamos”. Y luego… una vez nos bajamos del avión decíamos, “¿qué está pasando aquí?” El mánager, que era el mánager de Pink Floyd, estaba completamente enfadado con el pobre Chucho. Yo me fui detrás de él para que no lo matara. En todo caso, le dije “tocas el bajo increíblemente bien, pero nunca vuelvas a organizar ningún concierto para nadie”. Todavía somos grandes amigos. 

Hablando de amigos… usted es amigo de Gilmour y de Roger Waters… los protagonistas de la pelea del rock inglés más famosa de todos los tiempos…

No he visto a Roger hace muchísimos años. Lo veía mucho como en los 70 y después muy poquito en los 80; después de eso no lo he visto mucho, pero siempre he estado cerca de David, desde que tenía 16 años, y hoy somos vecinos. La pelea entre ellos es una tragedia. A veces le digo a David, “¿les gusta la música que hicieron? Fantástico, pero a ustedes dos les importa muchísimo quién hizo esto y quién no hizo esto y se van a pasar toda la vida así, viejos y peleando”.
Esta entrevista fue realizada por Fernando Gómez Echeverri, director de la Revista BOCAS y editor de Cultura de EL TIEMPO
Fotos de Tico Angulo
Edición #136 Febrero-Marzo 2024
Revista BOCAS

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