Qué ver en Mallorca: 21 playas, pueblos, calas y cuevas de la isla que es pura monumentalidad

Todo lo imprescindible

Todo lo que hay que ver en Mallorca, la isla que es pura monumentalidad

La mayor de las Islas Baleares es una pequeña galaxia insular de grandes planes, pueblecitos coquetos y, por supuesto, playas de magnitud monumental.

Mallorca
Foto: Adobe Stock

A lo largo de la historia, eminentes viajeros como el archiduque Luis Salvador de Austria, la Emperatriz Sissi, Julio Cortázar, George Sand o Frédéric Chopin han buscado captar la esencia más pura del Mediterráneo en Mallorca. Aún hoy en día, la mayor de las Islas Baleares sigue despertando la inspiración viajera de muchos que buscan en los románticos miradores que se asoman al azul, los pueblos de piedra y teja, los callejones empedrados, los campos de naranjos y las noches vibrantes y cálidas de Palma de Mallorca que hacen famosa a la isla. 

¡Viajes National Geographic, directo en tu Whastapp! Síguenos para descubrir lugares fascinantes, destinos sorprendentes y sabores impresionantes.

 

 

 

 

Palma de Mallorca
Foto: Shutterstock

Palma de Mallorca

La capital balear ha sabido sumar estos últimos años el encanto chic con una arquitectura propia de callejones medievales y majestuosos edificios góticos, trascendiendo el papel meramente anecdótico que tenía en las décadas pasadas como lugar de llegada hasta  convertirse en un más que atractivo destino para una escapada. La curiosa Catedral-Basílica de Santa María, en cuyo interior se encuentran Gaudí y Barceló, se alza como un trasatlántico que se abre paso hacia la bahía. La Seu es el epicentro de la parte histórica, flanqueada por baños árabes y el Museo de Historia de Mallorca, alojado en un palacio del s. xvii. Palma también cautiva con sus secretos patios y locales tradicionales como Can Joan de S’Aigo y Forn des Teatre, que evocan la nostalgia de otros tiempos. El Passeig des Born y el castillo de Bellver completan el paseo de una ciudad que al caer el sol sorprende con su escena gastronómica y vibrante nocturnidad. 

Seguir viajando

 

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Los museos de Mallorca

Historia, gastronomía, cultura, playas… Y también museos. Mallorca es una isla artística y rinde como tal hoy en día con tres museos destacados. La Fundación Juan March es un espacio dedicado a la promoción del arte contemporáneo y la cultura. Fundada en 1975, alberga una impresionante colección de pinturas, esculturas y fotografías de destacados artistas españoles e internacionales. Más arte en Es Baluard, que, con vistas al mar, alberga una ecléctica colección que abarca desde el siglo XIX hasta la actualidad, además de protagonizar habitualmente la agenda cultural de la ciudad. Mención aparte merece la Fundación Joan Miró, epicentro del universo colorido de Miró.  El edificio en sí, diseñado por el arquitecto Josep Lluís Sert, es una obra maestra que complementa la esencia vanguardista de las creaciones del genio catalán.

Seguir viajando

 

iStock 1392120005
Foto: Shutterstock

Valldemossa

A apenas 20 kilómetros de distancia, pero como si entre medias hubiera un país diferente, así se siente llegar a este pintoresco pueblo colgado de la Sierra de Tramuntana. Su fama internacional se remonta a cuando la escritora George Sand y el compositor Frédéric Chopin llegaron en 1838 a bordo del vapor "El Mallorquín", buscando alivio para la tuberculosis de éste último, y de la que, sin embargo, acabaría muriendo tiempo después. Aunque su estancia en la Cartuja de Valldemossa estuvo marcada por las diferencias culturales con los lugareños, la experiencia inspiró a Sand a escribir "Un invierno en Mallorca", convirtiéndose en la primera embajadora turística de la isla. Hoy, Valldemossa es uno de los imprescindibles que visitar en Mallorca con la Cartuja y las celdas de Sand y Chopin como joya principal, sin despreciar, por supuesto, la coca de patata en Ca'n Molinas, toda una institución isleña..

 

 

shutterstock 1069126949 (1)
Foto: Shutterstock

Senderismo y bicicleta en la Serra de Tramuntana

Es posible ir a Mallorca y no sumergirse en la maravillosa constelación de pueblos y paisajes de la Serra de Tramuntana. Sin embargo, eso dejará cojo cualquier viaje a la isla igual que si un ser extraterrestre aterrizara en una única coordenada del planeta y se marchara sin más para contar lo visto a sus pares. La ruta para darle a los pedales se extiende desde Andratx hasta Formentor y abarca alrededor de 150 kilómetros de terreno montañoso y desafiante, ofreciendo a los más entusiastas algunos de los pasos más espectaculares y exigentes de Mallorca. Las serpenteantes carreteras a lo largo de la sierra proporcionan un escenario ciclista tan épico como hermoso. Los puntos de partida más comunes son Palma de Mallorca, Andratx, Sóller y Pollença. Aquellos que prefieren explorar a pie este paisaje cultural reconocido por la Unesco tienen a su disposición el GR-221, también conocido como Ruta de la Pedra en Sec. 

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Sa Calobra

Y tras las muchas curvas de la MA-2141, ese prodigio de la ingeniería con el que Antonio Paretti logró unir la capital con una de las partes más remotas de la isla, se llega a Sa Calobra, una de las únicas playas que se abren al mar en la Sierra de Tramuntana. En frente, una escénica cala de guijarros y agua turquesa donde apartarse por un rato del mundo. El mar, marcado por boyas para la navegación de barcos y yates, permanece sereno, ofreciendo un escenario idílico para quienes buscan un refugio tranquilo. A pesar de la ausencia de servicios de alquiler de tumbonas y sombrillas, la belleza natural de Sa Calobra y la posibilidad de explorar el cercano Torrent de Pareis a pie, aportan un toque único a esta experiencia costera en Mallorca. Sin embargo, hay algo más, Sa Calobra tiene como satélite playero a la fascinante playa del Torrent de Pareis.

 

 

shutterstock 1752663662
Foto: Shutterstock

Torrent de Pareis

La vista que ofrece la playa de Torrent de Pareis sitúa a Mallorca entre los destinos afortunados con paisajes que están cerca de la fantasía. No en vano, cualquiera podría imaginar aquí una escena de una novela de Julio Verne, por ejemplo. Esta playa de Mallorca atraviesa el muro granítico de la Sierra de Tramontana, regalando una ventana al azul del Mediterráneo. En el horizonte, posiblemente se aviste algún velero en alta mar. Las olas alcanzan la orilla de gravas, y los cañones amplifican el sonido de la espuma, creando una acústica única en el lugar que se ha venido usando desde el famoso "Concert de Sa Calobra", un recital gratuito que se celebra desde 1964.

 

iStock
Foto: iStock

Sóller

La capital de la Sierra de Tramuntana es un destino de lo más sorprendente. Sobre todo, cuando se ve por primera vez el tranvía pasando frente a la fachada modernista de la iglesia de San Bartolomé de Sóller. Entonces el viajero parece que más que moverse por el espacio, lo ha hecho por el tiempo. Su aislamiento geográfico a lo largo de la historia hizo que los barcos que partían desde el Port de Sóller lo hicieran más con destino a Francia que con Palma de Mallorca u otras zonas costeras de España. Este pasado comercial dejó un toque francés impregnado en las calles, visible aún hoy en día. El esplendor arquitectónico se manifiesta, además de en la iglesia, en el Ayuntamiento y Can Prunera, que ahora alberga un museo dedicado al Modernismo con obras de iMró, Toulouse-Lautrec o Klee, así como una sala dedicada al pintor local Juli Ramis. En la calle Lluna, una pastelería ofrece los quartos embetumats más suculentos de la isla. 

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Alcúdia

Este pueblo de Mallorca tiene como aliado la impresionante bahía que se extiende ante él para desarrollar todo su atractivo. Este idílico rincón ofrece una colección de playas que van desde lo urbano hasta lo más natural, culminando en su extremo oriental bajo la majestuosidad del cabo de Farrutx. El Puerto de Alcudia se ha convertido en epicentro del turismo más gastronómico, destacando el Jardín Bistró de la renombrada chef estrella Michelin, Macarena de Castro. Sin embargo, el encanto de Alcúdia no se limita a su vertiente marinera. Adentrándose en el interior y casi en el eje de la pequeña península, se descubre el pintoresco casco histórico del pueblo, salpicado de monumentos, vestigios de murallas centenarias y elegantes casas señoriales, creando un escenario que invita a perderse.

 

shutterstock 743915650
Foto: Shutterstock

Deià

El pueblo que el escritor británico escogió para ser feliz sigue deslumbrando en la Sierra de Tramuntana. Graves se convirtió en el imán de Deià, atrayendo a su alrededor a artistas, escritores, bohemios y a aquellos que anhelaban vivir en comunión directa con la naturaleza en la isla de Mallorca. En la actualidad, su casa-museo se encuentra pegada a la carretera, muy cerca del magnífico La Residencia de Belmond, una ruta transitada por cicloturistas que se aventuran en la sinuosa Ma-10 hasta el Cabo de Formentor. Pasear por las intrincadas calles del pueblo es volver a respirar aquellos años de vibrante atmósfera artística. 

 

iStock 900677064

Cabo de Formentor

Conocido como el "punto de encuentro de todos los vientos", el cabo de Formentor es una apoteosis paisajística impresionante de acantilados, calas y miradores. Un faro emblemático, antiguo testigo de batallas y naufragios, acaba por rematar el atractivo de este cabo que parece adentrarse en el mar como si se tratara de un animal mitológico. La playa que comparte nombre con el cabo es uno de los tesoros naturales de Mallorca. La ensenada de Formentor sirve como punto de partida para descubrir otras playas idílicas, como Cala Pi, Murta, Gossalba, Figuera y Sant Vicenç, todas de aguas turquesas y accesibles a través de empinados senderos en parajes naturales tranquilos.

 

Cala Mitjana

Cala Mitjana Esta bahía pequeña y abierta rodeada de acantilados de bajo nivel y de árboles es el espacio de la coqueta Cala Mitjana. La misma playa, de suave arena blanca, solo tiene unos 20 metros de largo, pero también ofrece la posibilidad de recostarse en las rocas bajas. Es una playa tranquila debido a su situación algo aislada, emplazada al final de una carretera privada, pero en julio y agosto pueden verse algunas aglomeraciones, en especial de residentes locales, turistas españoles de la península y alemanes. Sus aguas son cristalinas y muy tranquilas, ideal para los más pequeños, aunque el camino de 20 minutos para llegar es un recorrido difícil tanto para los niños como para los padres.

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Es Trenc

La brillante arena se extiende hasta la orilla, llevando consigo el aroma de los pinos. Esta asombrosa playa forma parte del Parque Natural Marítimo-Terrestre de Es Trench-Salobrar de Campos. Aquí el mar es de un turquesa cristalino muy atractivo, gracias, en parte, a la acción de la Posidonia oceánica que se expande en el área del parque. Con viento de levante, el Mediterráneo se convierte en una tranquila llanura donde el agua nunca llega a cubrir, permitiendo la ilusión de caminar hacia el horizonte. El arenal es tan extenso que en realidad se le conoce por diferentes lugares según se trate de cada zona: playa de Es Trenc cerca de Colònia Sant Jordi, Arenal d'en Trenc en la zona central y Arenal d'en Tem, que limita con Ses Covetes, siendo esta última una de las playas más icónicas de Mallorca

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Cala Agulla

Un enclave perfecto para aquellos que buscan vivir una experiencia playera con un toque festivo. Y es que esa cala adopta un carácter vibrante y animado, especialmente durante el mes de agosto. Su ubicación en las afueras del conocido complejo turístico de Cala Ratjada, en la parte oriental de la isla de Mallorca, la convierte en el epicentro ideal de quienes buscan combinar naturaleza con algo de fiesta. Las aguas cristalinas de una increíble paleta de tonos azul es capaz de cautivar a cualquiera. Es importante destacar que Cala Agulla ostenta el reconocimiento de Área Natural de Especial Interés (ANEI) y Lugar de Interés Comunitario (LIC), compartiendo este estatus con la cercana cala Mesquida.

 

iStock 654020504
Foto: iStock

Caló des Moro

A unos 60 kilómetros de Palma de Mallorca y junto a la urbanización Cala Llombards, la vista de esta playa es de las que se quedan grabadas en las pupilas. Desde las alturas, las aguas cristalinas de Calò des Moro dan la ilusión de que las embarcaciones ancladas flotan sobre el mar como si se trataran de aves en el cielo. Esta cala, ubicada entre acantilados y pinos que parecen querer tocar las olas, es un sueño playero hecho realidad. El mar forma una curva cerrada, encajonando la playa entre salientes rocosos, creando una especie de piscina de un turquesa radiante. Tanta bellez tiene un precio: en temporada alta, es difícil encontrar un hueco después de las 10 de la mañana.

 

Artà
Foto: iStock

Santuario de Lluc

En plena sierra de Tramontana, en Escorca, el “Monserrat mallorquín” se siente el cautivador encanto de la montaña y del retiro. Custodiado por grises peñas arrugadas, el Santuario de Lluc es de esos lugares que abren un paréntesis del tiempo en Mallorca. Un lugar donde “retornar a nuestros orígenes más puros, más sencillos, más humildes…”, anuncian en la web, destacando precisamente algunos de los rasgos más destacados de este tranquilo paraje que ha sido desde sus orígenes como primer santuario mariano de Baleares un lugar de peregrinación multisecular. Hoy no son pocos los viajeros que buscan alojarse aquí como forma de retiro moderna durante unos pocos días. Escuchar cantar a lo “Baluets” de la escolanía en lluc transporta decididamente a otros tiempos. 

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Fornalutx

La reputación de bellezón rural de este pueblo le precede. Eso sí, hay que prepararse para recorrer las estrechas y empedradas callejuelas del tejido urbano, ascendiendo y descendiendo con cautela. Y, sobre todo, no morir de envidia al contemplar las preciosas casas de piedra y porticones verdes, algo así a la idea perfecta que alguien podría tener de una casa en Mallorca. La experiencia cobra máximo relieve si se visita el pueblo en la temporada de máximo esplendor de los naranjos y limoneros en el valle de Sóller. En ese momento, la atmósfera se impregna de colores vibrantes y del embriagador aroma de los cítricos.

 

shutterstock
Foto: Shutterstock

Cala Varques

A unos 12 km de Porto Cristo, se llega a Cala Varques tras un bosque que conduce a arenas blancas y aguas turquesas. Se trata de una playa virgen escondida en la costa, alejada del urbanismo, sin hoteles, ni restaurantes, ni chiringuitos, que ofrece unos 70 metros idílicos de paz y actividades acuáticas limitadas al equipo personal. Cerca del puente natural d’Es Caló Blanc, este rincón encantador presenta un paisaje único con pinos, cuevas y sorpresas bajo el agua que revelarán unas simples gafas de snorkel. 

 

Pollença
Foto: iStock

Pollença

Otro de los rincones de Mallorca que ha cautivado a artistas y viajeros a lo largo de los siglos. Entre aquellos que se dejaron inspirar por la belleza única de este lugar se encuentra el pintor Santiago Rusiñol, quien dejó su huella en las calles empedradas y los rincones llenos de historia de este encantador pueblo. Los 365 peldaños empinados del Calvario, “"una decoración para representar misterios o para servir a las procesiones de Semana Santa", como describió el pintor, son el monumento más emblemático de Pollença, son toda una hazaña que vale la pena por las vistas desde la cima, con la escalera serpenteante y los cipreses en un punto de fuga infinito.

 

Cala Mondragò
Foto: Shutterstock

Cala Mondragó

El sureste de Mallorca alberga el Parque Natural de Mondragó, un espacio que despliega un variado universo de ricos ecosistemas que van desde calas de arena blanca, acantilados donde antiguamente encontraron resguardo los contrabandistas, así como humedales y sabinares. Entre estos tesoros naturales destaca la majestuosa cala Mondragó, considerada como una de las playas más bellas de Mallorca. En realidad, se trata de dos playas siamesas, divididas por la presencia de Mondragò aun lado y s’Amarador en el otro. Lo notable es que la elección entre ambas no implica descartar una por otra, ya que se encuentran conectadas por un estrecho sendero. Aunque s' Amarador es menos frecuentada en comparación con su gemela, es igual de encantadora. 

 

Cuevas del Drach
Foto: shutterstock

Coves del Drach

En las proximidades de Porto Cristo, en el municipio de Manacor, se ubica un fascinante complejo de cuatro impresionantes cuevas interconectadas que harían soñar al mismísimo Julio Verne. El sistema de las Cuevas del Drach alcanza una profundidad de 25 metros y alberga un extenso lago subterráneo conocido como el Llac Martel, con una longitud aproximada de 115 metros, uno de los mayores a nivel mundial. La experiencia en las Cuevas del Drach se ve enriquecida con la posibilidad de navegar en este lago subterráneo acompañados por música clásica. 

 

Artà
Foto: iStock

Artà y su mercado

Las típicas calles empedradas permiten recorrer el centro histórico de Artà, dejando atrás pintorescas ventanas y puertas pintadas en colores vivos que contrastan con el color de la piedra de sus fachadas. El santuario fortificado de San Salvador, alzado sobre la colina, se divisa a lo lejos. Pero más allá de lo patrimonial el mercado de Artà es uno de sus atractivos principales, siendo uno de los tres mercados que se celebra de manera tradicional en toda la isla. Cada martes, la calle principal del pueblo se transforma en un bullicioso mercado con puestos que ofrecen comida típica mallorquina, artesanía elaborada con palmito -como capazos, sombreros y bolsos- y productos frescos de los agricultores locales. En Artà, la artesanía y la gastronomía ocupan un lugar especial, con locales que invitan a los visitantes a explorar su variada oferta.