Los gastos excesivos de Alberto de Mónaco y su familia, al descubierto por su excontable | Gente | EL PAÍS
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Los gastos excesivos de Alberto de Mónaco y su familia, al descubierto por su excontable

Dinero para comprar propiedades o pagar reformas, seguros antisecuestro, niñeras con el visado expirado… Una investigación del diario ‘Le Monde’ revela el contenido de los cuadernos de Claude Palmero, administrador del soberano durante 20 años, quien fue despedido en junio de 2023

Alberto y Charlene de Mónaco, el sábado durante las fiestas de Sainte Devote en el Principado.
Alberto y Charlene de Mónaco, el sábado durante las fiestas de Sainte Devote en el Principado.VALERY HACHE (AFP)

Seguro antisecuestro para uno de los hijos mayores del príncipe Alberto, pisos en París, tienda en Londres, empleadas en situación irregular, alquiler de una segunda casa en Córcega o niñeras con visados turísticos expirados. Durante más de 20 años, el que era el contable de Alberto II de Mónaco anotó todo en sus cuadernos. Claude Palmero, de 67 años, no solo administraba los bienes del soberano, sino los de toda la familia Grimaldi, que gobierna el pequeño principado desde el siglo XIII. Era, además, el encargado de supervisar los gastos y las inversiones de la casa real monegasca hasta su súbito despido mediante una carta firmada el 6 de junio de 2023, a raíz de unas acusaciones no verificadas de irregularidades financieras.

El diario francés Le Monde ha publicado esta semana una parte de lo que contienen esas cinco libretas de Palmero. Las revelaciones ponen al diminuto pero riquísimo principado en aprietos, en un momento en el que busca conformarse a las exigencias de Moneyval, el órgano antiblanqueo del Consejo de Europa. El organismo llevará a cabo una nueva evaluación de la ciudad-Estado en 2024, un momento clave para su imagen internacional. El año de su entronización en 2005 —tras la muerte de su padre, Raniero III, a los 81 años, en abril de ese año—, Alberto II había insistido en la importancia de la ética en este territorio de dos kilómetros cuadrados y 39.000 habitantes, situado en la costa mediterránea de Francia.

Las informaciones publicadas por la prensa francesa, sin embargo, sugieren otro rumbo. En sus cuadernos, Palmero detalló cuidadosamente los gastos de la familia monegasca y las gestiones que le pedía su “jefe” Alberto II, de 65 años. Los papeles también incluyen sus estados de ánimo y los intercambios con el príncipe, que avaló las operaciones o, siguiendo la opinión de su entonces contable, les puso coto. Entre las revelaciones más jugosas figuran, según lo publicado en Le Monde, el ostentoso tren de vida de la esposa del monarca, la princesa Charlene, que el 25 de enero cumplió 46 años, con quien Alberto se casó en 2011. La antigua campeona de natación que representó a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Sídney en 2000 tiene dos mellizos con el príncipe, Jacques y Gabriella. Cuando nacieron en 2014, Alberto de Mónaco ya era padre de otros dos hijos de dos relaciones anteriores, y cuya paternidad no reconoció hasta años después de su nacimiento.

La princesa de Mónaco figura entre los miembros de la realeza europea que más dinero gastan en ropa y joyas, según el estudio de una web especializada. Según Le Monde, su dotación anual en 2023 era de cerca de 1,5 millones de euros. Aun así, Palmero anota en diciembre de 2019 que Charlene gastó “unos 15 millones de euros” en los últimos ocho años. El despilfarro lo irrita, sobre todo al saber que el príncipe ha ido aumentando su asignación. “Hay que tener cuidado de no aumentar demasiado las asignaciones en periodo de crisis”, escribe el contable, que llegó al cargo en 2001. En 2016, la esposa del príncipe recibió 77.000 euros en efectivo. “Es menos que el año pasado, pero todavía demasiado”, opina. “¿No es mucho?”, se pregunta también cuando Charlene solicita alquilar una segunda casa en la isla francesa de Córcega.

En sus cuadernos, Palmero apunta algunas anomalías y se opone a ciertas demandas, como la de un catamarán para Charlene o la de la renovación de su despacho por casi un millón de euros. En 2012, resalta que “su serenísima alteza hace trabajar a personas que no están en regla”. Varios empleados de la casa estarían en situación irregular, escriben los periodistas Gérard Davet y Fabrice Lhomme, que han tenido acceso a los documentos y se entrevistaron con el exgestor en distintas ocasiones. Es el caso de las niñeras, cuyo visado, según el contable, era turístico y estaba expirado.

Los desorbitados gastos conciernen a todos. Y la lista es larga. El hermano de Charlene, Sean Wittstock, recibe 900.000 euros para su casa. En 2007, la princesa Estefanía, hermana menor de Alberto II, quiso comprar un piso por 30 millones de euros, un precio muy superior al del mercado, advirtió entonces el hoy exgestor. Los dos hijos extramatrimoniales de Alberto también reclaman lo suyo. Alexandre Coste, fruto de la relación entre el príncipe y la azafata francotogolesa Nicole Coste, tiene un seguro antisecuestro. Su madre recibe 350.000 euros para una tienda de moda en Londres. Sus gastos son excesivos, por lo que Palmero propone “escribir una carta […] para decir stop”, revela el diario francés. Jazmin Grace Grimaldi, nacida fruto de su aventura en 1991 con la camarera Tamara Rotolo, recibiría unos 80.000 euros cada tres meses.

El excontable va más allá de la simple gestión. Según resalta la investigación, a partir de 2011 se vuelve multiproprietario de lujosos apartamentos en Francia, donde viven varios sobrinos del príncipe, comprados a veces a través de sociedades. “Podemos hablar de un deseo de discreción y de minimización del riesgo fiscal”, justifica a Le Monde, que se pregunta si no se ha privado al fisco francés de una importante entrada de dinero. El brazo derecho del príncipe también se encargó de un presunto fondo especial dotado con cerca de 150.000 euros anuales para “misiones secretas”, que incluyeron el pago a policías para obtener informaciones o recuperar fotos que comprometían al soberano. El abogado de Alberto, Jean-Michel Darrois, rechaza las informaciones y asegura que Palmero no informó a la familia monegasca del sistema implementado para los bienes inmobiliarios. El príncipe, además, no aprobó ni tuvo conocimiento de ningún fondo ilícito, según el letrado.

Alberto de Mónaco ha querido salir al paso de las informaciones y acusa a su excontable de haber gestionado los activos de la familia en una opacidad total. También afirma que la confianza entre ambos se había roto y que su ex brazo derecho, nombrado por su padre Raniero III, había superado la edad de jubilación. “Todo este asunto gira en torno a la corrupción que vengo denunciando con cada vez más fuerza desde hace años”, les dice a los periodistas Palmero, quien sucedió a su padre como gestor de la fortuna de los Grimaldi. El que era el hombre de confianza del príncipe reclama ahora un millón de euros al palacio. Su despido ha abierto una caja de pandora.

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