Homilía: La Anunciación del Señor.  8 de abril del 2024

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  • Primera Lectura. Is 7, 10-14;8,10: “Miren: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.
  • Salmo Responsorial: 39, 7-8a.8b-9.10.11: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
  • Evangelio. Lc 1, 26-38: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”.

Hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación de ahí que tanto la primera lectura como el evangelio hacen referencia a un anuncio, una promesa. En la primera lectura nos anuncia que haría algo prodigioso, que nadie podría imaginar: una virgen daría a luz un hijo, y esto para que se viera la grandeza de Dios y de dónde procedía ese hijo. Anuncia además que su nombre será “Dios con nosotros”. En el Evangelio, vemos cómo se da cumplimiento de esa promesa de Dios hecha a los hombres, a su creación. El ángel Gabriel llega donde la virgen María y anunciarle que Dios había decidido cumplir esa promesa por medio de ella. Es un momento en el que María pregunta cómo será eso de tener un hijo, pues ella no conoce varón, y Dios, en su bondad, hace que el ángel le explique detalladamente cómo sucederá, no sin antes decirle que no tenga miedo

A veces sabemos que Dios hará algo por medio nuestro, y tendemos a temer, pero confiados en que “sus caminos son más grandes que los nuestros”, debemos accionar, obedecer y confiar. Dios nos invita a ser humildes, como María, y responder igual que ella: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

Según la ley del Antiguo Testamento, los hombres debían ofrecer sacrificios para expiar sus pecados, sin embargo, Dios sabía que lo que los hombres estaban haciendo no era suficiente, aun cuando Él mismo lo había decretado, sabía que necesitábamos más, y por eso envió a su único Hijo a ofrecerse por cada uno de nosotros para nuestra salvación. Y le pareció bien, no solo hacerlo, sino también anunciarlo, que fuera esperado, que viéramos el cumplimiento de la promesa a los hombres. Así nos enseña también que sus promesas son verdaderas y que su Palabra se cumple, porque Él es fiel.

El ángel Gabriel le dice a María que su prima Isabel, quien ya era anciana está embarazada también. Con esto le muestra a María, con un ejemplo cercano a ella, que para Dios no hay nada imposible, si Dios quería venir encarnado a través de María, virgen, Él lo podía hacer.

Dios requiere de nosotros obediencia, tal y como la recibió de María, obediencia absoluta a sus mandatos. De hecho, en la segunda lectura, en el escrito a los hebreos, leemos que Jesús dice al Padre: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad” para cumplir el plan de su Padre: para que nosotros, los que hemos creído fuéramos santificados por su sacrificio de una vez y para siempre.

Que sea el Espíritu Santo que nos haga decir como María al momento que fue anunciado el nacimiento de Jesús, que somos sus siervos, que queremos que su voluntad sea hecha en nuestras vidas.

Cristo vino a cumplir lo anunciado. Es Dios mismo que ha acampado entre nosotros. Estemos alegres, anunciemos nosotros también que Jesús está vivo en medio nuestro. Amén.

(Guía Litúrgica)

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