Sobre autocrítica y punto de vista

Opinión | FUERA DE CAMPO

Sobre autocrítica y punto de vista

En un mes donde cada día se pueden ver por televisión más partidos que nunca, esta semana ha estado marcada por la eliminación del Barcelona por parte del PSG, en el duelo táctico y verbal sobre el llamado ADN Barça entre Xavi Hernández y Luis Enrique y, en apenas 24 horas, el pase del Real Madrid a semifinales de la Champions League tras eliminar al Manchester City en férreo ejercicio de supervivencia y emocionante tanda de penaltis. Más allá de titulares, el fútbol acostumbra a dejar perlas con las que calmar las heridas o acentuar el malestar de lo que pudo haber sido y no fue.

Se mire como se mire, el balón sigue siendo un carrusel de emociones, una sombra alargada donde el aficionado busca celebrar los triunfos de su equipo y hacer crecer su autoestima. Si el fútbol educa, y cómo, a peques y adolescentes, aparte del juego bonito y limpio, también debería enseñarnos a ser ejemplo en materia de autocrítica. Con lo que cobran, es lo menos que se les puede exigir dentro y fuera del campo.

Y es que Gündogan la volvió a liar en el penalti de Cancelo, en el momento de defender el gol de Vitinha, y la expulsión de Araujo, hecho que vaticinó el cambio de escenario en el partido Barça-PSG: «Tienes que tener claro que llegarás al balón. Si no, darle la oportunidad a nuestro portero. Tantos minutos con diez, te mata», afirmó el futbolista alemán. Unas declaraciones que deberían ser la tónica pero que, en esta sociedad que prioriza maquillar los errores, eludir las responsabilidades y recolocar en la agenda justificaciones cada vez más sorprendentes, se muestran como un incómodo ejercicio de deslealtad.

El cruce de comentarios no se hizo esperar. Araujo, un futbolista enorme, le replicó: «Prefiero guardarme para mí lo que pienso. Tengo códigos y valores que creo que hay que respetar». Se supone que es una lúcida forma de salir del paso, evitando que la cosa vaya a mayores, pero esta rocambolesca respuesta también dice mucho sobre lo que calla y, en todo caso, se debería poner en valor que Gündogan también tiene valores y código de conducta que sanamente ayudan a hacer mejor al fútbol, si éste es sincero y acepta la autocrítica como manera de comunicar los conflictos. La cosa mejorará a plazo si se prioriza por todos la denuncia de actitudes por encima de los lamentos de derrota, o de los comentarios sobre el estado del césped, claro.

Por otro lado y bando, el Real Madrid volvió a realizar una nueva gesta de las que ya nos tiene acostumbrados. Tras caer eliminados en duelo Little Bighorn a favor de los blancos –33 remates el City frente a 8, 18 corners frente a 1, 846 pases frente a 373 y 67% de posesión versus 33%–, el centrocampista del City Rodrigo Hernández declaró en zona mixta que «para ser sincero, hoy sólo he visto un equipo» y, claro, la cosa es cuál, porque el internacional español debería recordar que es un deporte que requiere materializar las ocasiones de ataque y, también, saber defender, cuestión que Ancelotti orquestó a las mil maravillas para pasar la eliminatoria.

Adenda. Pero tranquilos, esto no es nada. Los malos modos y el espíritu antirreglamentario de El Dibu se siguen llevando la palma. Por mucho bailecito que hiciera el pasado jueves con el Aston Villa de Emery y desfilaran las tarjetas, su bochornosas gestas en el Mundial seguirán alimentando nuestro asombro, che.

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