A caballo entre realidad y literatura

La verdadera historia de d’Artagnan y los tres mosqueteros

El "uno para todos y todos para uno" que hiciera famosos a los mosqueteros de Dumas tiene bien poco de real. Aunque d’Artagnan y sus tres fieles camaradas están basados en personajes que realmente existieron, tienen mucho de ficción literaria y puede que ni siquiera se llegasen a conocer entre ellos.

D'Artagnan y los tres mosqueteros

D'Artagnan y los tres mosqueteros

Ilustración para la edición Appleton de Los tres mosqueteros (1894).

Maurice Leloir

Los tres mosqueteros es una de las obras más conocidas y amadas de la literatura francesa. Para su creación, Alejandro Dumas se inspiró en personajes y hechos reales, aunque añadiendo mucha ficción e incluso algunos anacronismos. Las aventuras de d’Artagnan y sus tres camaradas están basadas en un manuscrito de Gatien de Courtilz, señor de Sandras, quien fue a su vez mosquetero y conoció a un compañero de armas del d’Artagnan histórico. Tras retirarse de la carrera militar, se dedicó a la escritura y en 1700 publicó las Memorias de Monsieur d'Artagnan, una primera novelización de la vida del personaje.

Esta versión, escrita en forma de pseudo-memorias, ya contenía elementos de ficción y fue usada por Alejandro Dumas como punto de partida para su novela Los tres mosqueteros publicada en 1844. Dumas añadió más contenido de su propia creación, cayendo igualmente en algunos anacronismos y añadiendo hechos y personajes tan ficticios como carismáticos, como la pérfida Milady de Winter. De hecho los otros tres mosqueteros -Athos, Porthos y Aramis- están basados en personas reales, pero si conocieron a d’Artagnan fue por mera casualidad.

Las aventuras de d’Artagnan y sus tres camaradas están basadas en un manuscrito de Gatien de Courtilz: Memorias de Monsieur d'Artagnan.

Una vida de aventuras

Charles de Batz-Castelmore, conocido como d’Artagnan, es de los cuatro mosqueteros, el más fiel a su homónimo literario. Era el cuarto hijo de una familia de la pequeña nobleza de Gascuña, de recursos relativamente modestos para su rango, por lo que él y dos de sus hermanos emprendieron la carrera militar. En 1630, cuando tenía alrededor de 20 años, se marchó a París para ingresar en el cuerpo de las Guardias Francesas por recomendación de un pariente de su madre, el señor de Tréville (quien aparece también en las novelas de Dumas como su protector). En ese momento comenzó a usar el apellido d’Artagnan, una familia noble relacionada con los Castelmore: en realidad sus padres eran de orígenes burgueses, por lo que prefirió usar un apellido que le diera más prestigio.

Retrato de d'Artagnan

Retrato de d'Artagnan

El único retrato que existe del famoso mosquetero es esta ilustración del libro Memorias de Monsieur d'Artagnan, de Gatien de Courtilz de Sandras.

Tras casi 15 años de servicio militar, el cardenal Mazarino -sucesor de Richelieu como primer ministro del rey de Francia- lo tomó bajo su protección en la compañía de Mosqueteros de la Guardia en 1644, aunque dos años más tarde el propio Mazarino disolvería el cuerpo. Fue en ese breve periodo cuando pudo haber conocido a los mosqueteros en los que se basaron los personajes de Athos, Porthos y Aramis, aunque no hay pruebas de ello y la única base para establecer dicha relación es que pudieron combatir juntos y eran naturales del Béarn, la región que colinda con la Gascuña.

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D’Artagnan siguió sirviendo a Mazarino como hombre de armas durante los años siguientes, en encargos que hoy llamaríamos de agente secreto: misiones que consistían en el espionaje, la captura y la custodia de enemigos políticos o nobles rebeldes. El cardenal le premió con su absoluta confianza y en 1657, cuando se formó el nuevo cuerpo de los Grandes Mosqueteros, dio su control efectivo a d’Artagnan como capitán teniente. Mazarino murió en 1661, pero el rey Luis XIV le extendió su protección hasta el final de su vida, como demuestra el hecho de que lo nombrara gobernador de Lille, una ciudad de gran importancia estratégica por su proximidad a la frontera con las Provincias Unidas de los Países Bajos. Fue precisamente en guerra con estos territorios cuando murió d’Artagnan, alcanzado por una bala durante el asedio de Maastricht en junio de 1673.

El hecho de que Dumas diera a Athos, Porthos y Aramis un papel destacado junto a d'Artagnan en sus novelas se debe probablemente a que, en conjunto, los cuatro encarnaban las virtudes de un caballero.

Los tres mosqueteros

De los compañeros de aventuras de d’Artagnan se sabe bastante menos: Armand de Sillègue d’Athos d’Hauteville, llamado simplemente Athos; Isaac de Portau, apodado Porthos; y Henri d’Aramitz, conocido como Aramis. Los tres tenían aproximadamente la misma edad que d’Artagnan y, como él, entraron en distintas compañías de la guardia real por recomendación del señor de Tréville, con el que además Athos y Aramis estaban emparentados. Como personajes literarios aparecen ya en la novelización de Gatien de Courtilz, aunque con un rol muy secundario; Dumas les daría un mayor papel, ficticio casi en su totalidad.

Athos pertenecía a la pequeña nobleza del Béarn y poco se sabe de él. Murió joven, posiblemente a consecuencia de un duelo, una costumbre entre hombres de espada que Richelieu había intentado sin éxito erradicar: fue en 1645, sólo un año después de que d’Artagnan ingresara en el cuerpo de mosqueteros, por lo que la posibilidad de que se conocieran sería fruto de la casualidad.

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Porthos y Aramis ingresaron en el cuerpo más tarde, en 1640, el primero en las Guardias Francesas y el segundo en los Mosqueteros del Rey. Se sabe que participaron en varios asedios durante la Guerra de los Treinta Años, en los que también combatió d’Artagnan, aunque no hay pruebas de que tuvieran una relación personal o incluso de que se llegaran a conocer. De Aramis se conoce algo más que de sus compañeros, ya que tras la primera disolución del cuerpo heredó de su padre el cargo de abad de Aramitz, la señoría de su familia.

Las virtudes de un gentilhombre

El hecho de que Dumas diera a estos últimos un papel destacado en sus novelas se debe probablemente a que, en conjunto, los cuatro encarnaban las virtudes de un caballero: la valentía (d’Artagnan), la nobleza de espíritu (Athos), la fuerza (Porthos) y la inteligencia (Aramis). Los tres mosqueteros no pretende tener un valor histórico sino moral: heredero del romanticismo, Dumas proyecta en sus novelas la imagen idealizada del gentilhombre y de la época dorada de Francia, y transforma en héroes literarios a quienes posiblemente fueran soldados como otros.

A la postre, el hecho de que d’Artagnan y los mosqueteros hayan perdurado con tanta fuerza en el arte y en el imaginario colectivo puede ser una prueba de que los mitos caballerescos, en cualquier época y lugar, sobreviven a aquellos en quienes están basados.