Reseña de La balada de pájaros cantores y serpientes (sin spoilers)

La precuela centrada en los villanos de Suzanne Collins, The Ballad of Songbirds and Snakes, carece de la melodía y el mordisco de Los juegos del hambre.

Entre los muchos detalles de construcción del mundo que rompen el género en Suzanne Collins Los juegos del hambre En la serie, el personaje del presidente Coriolanus Snow ha demostrado ser un villano bastante inolvidable. En toda la distópica YA, pocos malos contienen tantos detalles inquietantemente específicos como el anciano pero cruel presidente de Panem: su obsesión por las rosas, menos por el simbolismo del color rojo sangre de sus pétalos que por su espeluznante perfume, que enmascara la olor a sangre en su aliento. La sangre proviene de úlceras en su boca, causadas por toda una vida bebiendo veneno, al principio sin darse cuenta y luego intencionalmente, desafiando a los posibles asesinos al ingerirlo y vivir de todos modos. También está la cirugía plástica que le da esos labios extrañamente carnosos, un intento espeluznante de imitar a la juventud cuando claramente apesta a muerte.

Pero eso es Los juegos del hambre‘ Nieve. Coriolanus, de 18 años, cuya perspectiva impulsa La balada de los pájaros cantores y las serpientes Tiene poco parecido con su yo anterior, y no de una manera buena o narrativamente interesante. Cuando se anunció la precuela independiente de Collins, hubo cierta controversia sobre la decisión de contar la historia de los Juegos del Hambre a través de uno de sus ciudadanos más mortíferos, por temor a humanizar retroactivamente a un sociópata. En cambio, este tomo demasiado largo reintroduce a un hijo de Panem insípidamente leal, que no logra convertirse ni en un héroe comprensivo ni en un antihéroe convincente, en una historia de origen sorprendentemente tranquila.

Los lectores que esperen encontrar una línea clara entre el estudiante de pelo rizado y el grotesco enemigo de Katniss Everdeen se sentirán decepcionados. El libro abarca sólo un año de la vida de Snow, uno auspicioso, sin duda, ya que incluye los décimos Juegos del Hambre. Coriolanus, que era un niño cuando los Días Oscuros de Panem contra los rebeldes concluyeron con el establecimiento de los primeros Juegos brutales, ha crecido hasta convertirse en un adulto joven con aire de suficiencia y seguridad en este orden mundial. Para evitar un regreso a la guerra que mató a sus padres y destruyó su fortuna familiar, nuestro narrador ha decidido que estos niños del distrito merecen destrozarse unos a otros en una arena mientras el hoi polloi observa.

Pero lo que los compañeros de Coriolanus no saben es que él está más cerca de los tributos de lo que creen. La familia Snow es pobre. Como en “comer sopa de repollo en el desayuno es pobre”. Los pobres están a una nueva factura de impuestos de ser desalojados. Sin embargo, incluso mientras lucha por salvar las apariencias en la escuela, Coriolano se aferra aún más a los Juegos como un factor arbitrario de decisión moral: nunca tendrá que entrar a la arena, por lo que sigue siendo mejor que los 24 niños seleccionados para matarse entre sí cada día. año. No hay necesidad de preocuparse de que un humilde villano se convierta en un protagonista problemático, incluso cuando aprendemos en las primeras páginas que su primo no es otro que Tigris, el simpatizante rebelde favorito de los fanáticos de Sinsajo. Es más un huevo de Pascua para los lectores que un punto a favor de Coriolano.

Honestamente, los Juegos en sí pasan por un mayor desarrollo de personajes que Snow. Al inicio de Balada, todavía se llevan a cabo en una arena que solía albergar el circo; Ninguno de los Gamemakers ha dominado todavía la tecnología de realidad virtual que proporcionará biomas cambiantes y toneladas de juegos mentales. También es un asunto más sombrío para los espectadores del Capitolio, quienes serán reprendidos si el nauseabundo espectáculo les hace vomitar sus almuerzos (después de todo, están a menos de una generación del racionamiento en tiempos de guerra), en contraste con los asistentes a la fiesta que Katniss presencia a la fuerza. vomitar sólo por el placer de volver a comer. Panem todavía está encontrando su camino, pero parece encontrar una respuesta más satisfactoria que la que encuentra el propio Coriolano.

Para conmemorar una década de represalias cuestionables, los Gamemakers de Panem han decidido darle un nuevo y divertido giro: ¡mentores! Es más, los que entrenan a los tributos no serán ex vencedores, sino Coriolanus y sus compañeros ricos y desconectados del último año de secundaria, y quienquiera que gane el tributo, ese mentor obtiene un viaje gratis a la Universidad. Snow ya está desesperado porque le han asignado a la chica del Distrito 12, el tributo con menos posibilidades de luchar… y luego escucha cantar a Lucy Gray Baird, con su vestido de arcoíris y su afecto por las mascotas serpiente.

Esperar. Sesenta y cuatro años antes de que Katniss Everdeen cambie los Juegos del Hambre para siempre, ¿hay otra chica luchadora del Distrito 12 que desafía todo lo que Panem espera de sus tributos y capta la atención de Coriolanus Snow? Mmm.

Las partes de la novela que analizan los décimos Juegos del Hambre, con todos sus ambiciosos experimentos y ajustes defectuosos, son las más convincentes. Snow se adapta a su papel de mentor y poco a poco se enamora del astuto tributo de 12, incluso mientras piensa en nuevas e insidiosas dimensiones para la arena, evoca En llamasEl estilo de narración de Story: tomar los planos narrativos detallados que los lectores han memorizado y luego invertirlos por completo. Cuando Coriolanus escucha al arquitecto de los juegos Dean Casca Highbottom y a la sociópata Gamemaker Dra. Volumnia Gaul reflexionar sobre cuál es la mejor mutación para desatar contra estos pobres niños, o cómo organizar el nuevo sistema de apuestas, Collins resucita brevemente la asombrosa crueldad que hizo que su trilogía original fuera tan escalofriantemente legible. .

Desafortunadamente, todo esto tiene pocos beneficios reales. Los Juegos todavía tienen un largo camino por recorrer antes de que se conviertan en la pesadilla que viven Katniss y Peeta. La trama secundaria en la que varios mentores parecen ser eliminados antes de los Juegos (¡casi como si Panem fuera su propia arena mortal!) no llega a ser un comentario social mordaz. Y Lucy Gray equivale a poco más que un Manic Pixie Dream Tribute, especialmente porque La balada de los pájaros cantores y las serpientes (el título está inspirado en ella, naturalmente) gira hacia un tercer acto sorprendente que tiene poco impacto real en el mundo de Collins en general, ni, aparentemente, en el eventual ascenso de Snow al poder.

Los huevos de Pascua sobre el Tigris, los sinsajos y la canción “El árbol colgante” no compensan el trabajo pesado del libro equivalente a una brújula moral que gira salvajemente fuera de control.

A pesar del terreno narrativo cubierto y de la miríada de clases sociales a través de las cuales Snow trepa a lo largo de la línea temporal de un año de la novela, al final no sale tan cambiado sino cimentado en sus creencias elitistas. Haber creado un personaje tan distintivo y luego no haber profundizado en los orígenes de la cirugía plástica y el autoenvenenamiento (¡incluso hay una escena culminante que involucra a una serpiente!) parece la última oportunidad desperdiciada. ¿Qué tiene de divertido explorar la historia de fondo de un villano si no llegamos a las mejores partes?