Los asesinos del Kilimanjaro

Típica película de aventuras de la época. Que nadie busque otra cosa que pasar un buen rato. La lucha entre dos compañías interesadas en la construcción del ferrocarril está bien planteada por su director, Richard Thorpe, intercalando escenas típicas de documental, de animales salvajes, junto con toques humorísticos, plasmados principalmente en la figura del ayudante del protagonista Robert Taylor, pero también en alguna otra escena, como la del hechicero. Al final, como es lógico, triunfan los buenos. Entretenida.

Ambientada en la década de 1880, Robert Taylor es un ingeniero al que se le asigna la tarea de terminar el primer ferrocarril a través de África. Aparentemente, un equipo anterior desapareció, y Taylor después de reclutar como porteadores a prisioneros de la cárcel, se embarca en un safari para buscar a los hombres perdidos y terminar el ferrocarril. Le acompañan un joven, cuyo padre resulta ser un traficante de esclavos local, y la hija y novia de los hombres desaparecidos. Durante el safari, estarán expuestos a los animales de la jungla, nativos hostiles y otro equipo alemán que intenta completar el ferrocarril por otra ruta.

"Killers of Kilimanjaro" (título realmente absurdo), es un film típico de safaris de la década de los 50. No tuvo mucho éxito ni en su época ni en la actualidad entre la crítica, algo totalmente comprensible porque, pese a contar en la dirección con un competente y experimentado Richard Thorpe, resulta un producto bastante rutinario que poco aporta a un género ya conocido y que había alcanzado su máximo esplendor con "King Solomon's Mines" (1950), película en la cual se inspira claramente pero sin llegar, ni mucho menos, a las altas cotas de calidad logradas por su predecesora.

Un maduro Robert Taylor interpreta al personaje principal, en un papel que en principio estaba destinado a Alan Ladd. Su réplica femenina es una sosa Anne Aubrey, formando una pareja sin ninguna química que hace que uno recuerde con nostalgia la formada por Stewart Granger y Deborah Kerr en "King Solomon's Mines".

Entre los secundarios podemos destacar a Donald Pleasance, en un papel muy breve al principio del film y a Grégoire Aslan como traficante de esclavos. El toque humorístico lo pone Anthony Newley como ayudante de Taylor.

Una conmovedora película de acción aventuras y drama con una rica, robusta y colorida fotografía, resultando un material increíble. Ambientada en el siglo XIX, durante el dominio colonial Alemán y Británico con el consiguiente enfrentamiento de las dos grandes potencias. El constructor de ferrocarriles Victoriano Robert Adamson (Robert Taylor) se aventura en el mundo Africano equipado por una variada expedición con un adorable pilluelo nativo (Dimech), una bella dama blanca en apuros, Jane Carlton (Anne Aubrey) y como alivio cómico Hooky Hook (Anthony Newley). Adamson descubre que la ruta planificada para el nuevo ferrocarril pasa por algunas áreas tribales nativas muy hostiles y peligrosas, y que una compañía ferroviaria alemana competidora le causará problemas y le impedirá terminar su ferrocarril. ¡África como nunca la has visto!. ¡Mil emocionantes aventuras africanas!. ¡Más salvaje que la mayoría de África salvaje! ¡Mira el siniestro asalto de los mortales cocodrilos! ¡Terror despiadado de los traficantes de esclavos!. Ataque de elefante toro!. ¡Llamado! ¡Belleza peluda!.

Película emocionante ambientada en Mombasa, en la turbulenta África durante el período colonial. Es una historia agradable, pero una película tosca a veces. Un compendio de hermosos paisajes al aire libre, intriga, luchas, imperialismo, colonialismo y tratando sobre los nativos africanos, la vida salvaje, el feminismo y alguna otra cosa más. La película está repleta de incidentes, aunque es mortalmente lenta: una especialidad de director Richard Thorpe. El prestigioso escritor Evelyn Waugh se cruzó con la producción en Kenia, encuentro que describió en su libro ¨Un turista en África¨. Entre la avalancha de rarezas Angloamericanas de alrededor de 1960, está este elogio al Imperio Británico en su momento de una máxima desintegración desde un esplendoroso pasado, resultando a ser único en su clase. Está protagonizado por Robert Taylor interpretando en su estilo habitual como un ingeniero ferroviario que llega a la región del Kilimanjaro para terminar de construir un ferrocarril a través de territorio hostil. Está bien acompañado por un reparto bastante bueno, mayormente Británico, tal como: Anthony Newley, Anne Aubrey, Grégoire Aslan, Allan Cuthbertson, Martin Benson, Orlando Martins, Harry Baird y Donald Pleasence.

Esta es una de las varias aventuras, llenas de acción y de lujo en resplandeciente color producidas por la producción británica Warwick, en esta productora generalmente interpretaban a Robert Taylor, Alan Ladd y Victor Mature como estrellas a finales de los años cincuenta. Warwick fue fundada por Irving Allen y Albert R. Brócoli, y su objetivo principal era ofrecer un salvavidas europeo a la estrellas de Hollywood en decadencia. Esta película fue una de muchas de Warwick Films que se rodaron rápidamente y posteriormente se estrenaron, tal como: 'El bandido de Zhobe' (1956) con Victor Mature, Anita Ekberg, 'El hombre interior' (1958) con Jack Palance, Anita Ekberg ', ¡Fuerza de tanques!' también conocido como 'No Time To Die' (1958) con Victor Mature, Anthony Newley y 'Killers of Kilimanjaro' (1959). El ambiente del país en ese momento se muestra bastante bien, acompañado de una cinematografía brillante y atmosférica en Technicolor de Ted Moore. Además de una emocionante partitura musical de William Alwyn y el director musical del habitual Muir Matheson. Se rodó en exteriores en el Parque Nacional de Nairobi y en Nairobi, Kenia, para la aldea tribal y los exteriores, y en Shepperton Studios, Shepperton, Surrey, Inglaterra, Reino Unido, para los interiores. Producida generosamente por los notorios productores Irving Allen y el famoso Albert R. Broccoli, quienes posteriormente financió la exitosa serie de James Bond. La película producida por Warwick junto con Columbia Pictures fue dirigida decentemente por Richard Thorpe. Este era un artesano común y corriente de Hollywood que hacía trabajos de estudio de forma rutinaria hasta la década de 1950, cuando se le asignaron tareas más importantes. Luego realizó varias producciones de gran presupuesto financiadas por Pando S. Bergman; entre sus películas más conocidas se encuentran Todos los Tarzanes de la MGM tras su llegada al estudio en 1935 y una serie de aventuras de capa y espada a principios de los años 1950 protagonizadas por Robert Taylor, el más exitoso de estos eran tres peliculas de espadachines hechos en Inglaterra como ¨Caballeros de la Mesa Redonda¨, ¨Ivanhoe¨ y ¨Quentin Durward¨. Thorpe era un experto en todo tipo de géneros tanto Western como ¨El valle de la venganza¨, ¨Caballo salvaje¨, ¨Bajo los cielos de Montana¨ y ¨El último desafío¨ pero su especialidad resultaron ser aventuras como ¨Prisionero de Zenda¨, ¨El pródigo¨, ¨Desafío a Lassie¨, ¨Malaya¨, ¨El secreto de Tarzán¨, ¨El tesoro de Tarzan¨, ¨Tarzán se escapa¨, ¨Tarzán encuentra un hijo¨ y Musicales como ¨Diversión en Acapulco¨, ¨Arco iris sobre Broadway¨, ¨El príncipe estudiante¨ y su mayor fuente de ingresos hasta esa fecha fue ¨El gran Caruso¨ y su último gran éxito de taquilla fue ¨ Presley' Jailhouse Rock¨. También trabajó brevemente en televisión antes de retirarse en 1968, su última película fue ¨El último desafío¨ ó ¨Last Challenge¨ con su actor fetiche, Rober Taylor. Clasificación. 6/10. Aceptable y pasable aventura africana que gustará a los fans de Robert Taylor.

El hombre blanco querer construir en África un ferrocarril desde Mombasa hasta el lago Victoria al pie del Kilimanjaro. Competir dos empresas, una americana en la que trabajar el ingeniero Adamson (Taylor) y el padre de Jane (Aubrey), y otra alemana. No hacer falta decir más.
Cinta de aventuras en África con los animales de la sabana pululando por allí, filas de negritos con los fardos a la cabeza y el "Sí, bwana" en los labios, y el hombre blanco con la escopeta en la mano dispuesto a cargarse al animal que se propase lo más mínimo. De cuatro o de dos patas.
Comienzo espeluznante con un barco esclavista a vela pilotado por árabes (¡faltaría más!) que, al ser sorprendido por las autoridades navales, arroja su carga por la borda sin contemplaciones.
Guion infantiloide y realización más centrada en los actores y en el ambiente que en los propios personajes que resultan de lo más plano.
Pasable nada más. Para seguidores de Robert y amantes de la fauna africana.

Hoy en día hemos visto ya muchos documentales en la televisión sobre animales salvajes, así que no nos impresionan en absoluto todas las escenas de cebras corriendo, elefantes moviendo las orejas, hienas comiendo carroña, hipopótamos nadando, cocodrilos malvados... Más bien nos parecen un relleno accesorio que el director metió en la cinta para que durase algo más.

El argumento es bastante simplón, así como la psicología de los personajes. Los malos son malos, los buenos son buenos, la chica se enamora del protagonista porque así debe ser. Y eso es todo.