La tapadera (serie) (2012), de Holly Dale

De la literatura al cine y del cine a la televisión. La serie es un thriller judicial basada en la novela homónima de John Grisham que en 1993 Sydney Pollack llevó al cine con gran éxito como La tapadera y que le valió un Globo de Oro a una de sus protagonistas, Holly Hunter. La versión televisiva cuenta con el mismísimo Grisham como uno de los directores junto a Lukas Reiter. Ambos debutan en la dirección con un producto de ritmo vertiginoso y altas dosis de tensión y acción, protagonizado por el apuesto Josh Lucas (Sweet Home Alabama, Legión).

Tom Cruise encarnó en la película original al joven abogado Mitch McDeere, recién salido de Harvard y contratado por un bufete de abogados muy potente pero con oscuras intenciones. El equipo que ahora dirige Grisham introduce cambios argumentales notables que enriquecen esta historia y añaden un componente de drama y suspense. En efecto, el abogado McDeere ya no es un jovencito, sino un tipo curtido, respetado en su profesión, esposo y padre de una niña de diez años, que durante mucho tiempo se ha mantenido con su familia en el programa de protección de testigos. El encarcelamiento de un jefe de la mafia le obligó a tomar ese camino. Años más tarde decide abandonar el programa e intentar llevar una vida normal. Abre su propio despacho de abogados junto a dos amigos e intenta sacar adelante a su familia. Pero la economía doméstica no goza de buena salud y McDeere se verá obligado a aceptar la oferta de un buffete de abogados, que esconde algo turbio. Y en torno a ello gira la trama principal de la serie a la que acompaña el constante estado de alerta en que vive la familia McDeere, preocupados siempre por su pasado y los casos habituales que el abogado lleva a los tribunales, algunos más originales que otros.

Los flashbacks y los flashforwards al inicio y al final de cada capítulo son un buen recurso para ir hilando poco a poco esa trama principal en la que McDeere se ve involucrado a causa del buffete para el que trabaja. Son pequeños pasajes cargados de acción adrenalítica, nerviosismo, inquietud y suspense que hacen que las piezas de un puzzle que en un principio parece imposible, comiencen a encajar poco a poco. Una historia bien contada y más Grisham que ninguna otra.