La Liga de la Justicia de Zack Snyder (2021), de Zack Snyder

Zack Snyder se vio obligado a abandonar el rodaje de Liga de la Justicia, tras haber sufrido una terrible tragedia familiar, el suicidio de su hija. En su ausencia, Warner reclutó a Joss Whedon, responsable del film que se quería imitar, Los Vengadores, pues si aquél recopilaba las andanzas de los principales superhéroes de Marvel, aquí se debía hacer lo propio con los surgidos de DC, la factoría rival. Para algunos, el recién llegado mejoró –en la medida de lo posible– lo que estaba destinado a convertirse en un film oscuro, con protagonistas traumatizados y tremendistas, e interminables secuencias de combates, introduciendo humor, y un tono despreocupado, menos trascendente.

Sin embargo, los incondicionales de los anteriores filmes de Zack Snyder con estos personajes, El hombre de acero y Batman v Superman, el amanecer de la justicia, se sintieron traicionados, y pusieron en marcha la campaña “Release the Snyder Cut”, o “Estrenad el montaje de Snyder”, que hizo ruido por el actual auge de las redes sociales. Se suma a las acusaciones de algunos actores de despotismo hacia Whedon –al que ahora se pretende cancelar, como a Kevin Spacey en Todo el dinero del mundo–, y a la necesidad de Warner de promocionar su plataforma de ‘streaming’, HBO Max, dotándola de material interesante para estrenar. Así las cosas, el estudio ha destinado un presupuesto bastante amplio (algunas fuentes lo estiman en 70 millones de dólares, más de lo que cuesta la totalidad algún film de la casa en su integridad, como Joker), a Snyder, para que ofreciera su versión, en lo que se puede calificar como el montaje del director más caro de todos los tiempos. Con tanta pasta, el realizador ha podido reunir a un reparto lleno de estrellas no precisamente baratas, como Ben Affleck, Henry Cavill y Gal Gadot, para filmar nuevas escenas que se le quedaron en el tintero, con manga ancha para entregar lo que le pasara por la cabeza.

De ahí que quienes vieran la cinta, no reconocerán la mayor parte del metraje desde el principio, pese a que en esencia cuenta la misma historia. Superman ha muerto, circunstancia que aprovecha Steppenwolf, una criatura alienígena –secuaz del aún más temible Darkseid– para enviar a la Tierra a sus monstruosos sicarios, como parte de su plan para recuperar las Cajas Madre, poderosos artefactos. Después de que roben la que custodiaban desde tiempos ancestrales las Amazonas, la princesa de estas guerreras, Wonder Woman, acude a la llamada de Batman, que pretende formar un equipo de metahumanos que haga frente a la amenaza. Juntos fichan a Cyborg, mitad humano, mitad máquina, al atlante Aquaman y al veloz Flash.

¿Se ha hecho justicia? Todo indica que quienes reclamaban esta revisión estarán satisfechos, pues Snyder se ha desatado, dando rienda suelta a su peculiar estilo, lo que quiere decir que abundan las secuencias de acción con momentos a cámara lenta, los planos de héroes haciendo posturitas como si estuvieran en la portada de un cómic, saturación de añadidos digitales y una búsqueda incansable de la intensidad dramática en momentos de tebeo. Tiene a su favor sobre todo una mayor coherencia, pues en la otra se notaba la presencia de dos directores que remaban en sentido contrario, mucha aparición de Darkseid, uno de los villanos favoritos de los fans, que apenas aparecía antes, y que sus cuatro horas de metraje (frente a las dos de la versión ya conocida), le dan para añadir trasfondos a sus personajes.

Por el contrario, sus cuatro horas de metraje (frente a dos de la versión ya conocida), divididas en seis capítulos, se hacen interminables, con muchos añadidos que sobran. Por ejemplo, resulta loable que se quiera narrar las motivaciones de Victor Stone, alias Cyborg, que había quedado desdibujado. Pero ahora, su periplo se alarga hasta la extenuación, pues se le acumulan las tragedias, cuando se expone a un ritmo demasiado lento que sufrió un accidente que le dejó en coma, en el que perdió a su madre, y que su progenitor decidió reconstruirle mediante injertos tecnológicos. Un montador avispado hubiera recortado sobre todo lo referente a una camarera chapliniana a la que Victor ayuda, porque no tiene para comprar comida a su hijo, así que por ejemplo mira comida en el supermercado que tiene que volver a poner en el estante, en un momento que apela a emociones básicas, pero resulta involuntariamente cómico. No hace falta que se muestre el extenso ritual de las amazonas con la Flecha de Artemisa, bastaba con mostrarlo con brevedad, entre otros numerosísimos detalles. Al final se tiene la sensación de que la trama no avanza.

De la misma forma, el epílogo se hace larguísimo, todo indica que el realizador ha metido cualquier cosa que se le ocurriera, sin pensar en la coherencia narrativa (lo que recuerda a la adaptación en tres partes igualmente alargadas de “El hobbit”, por parte de Peter Jackson). Resulta también un somero error sustituir la banda sonora de Danny Elfman, por un trabajo de Junkie XL menos convincente. En suma, apasionará a quienes les vaya la marcha, pero el resto del público abstenerse.