Causa para juicio por agresión sexual.

El juez Enrique Silva Avilés encontró causa para juicio contra Leonardo Prophil, de 47 años de edad y voluntario de la Iglesia católica, por el cargo de agresión sexual relacionado con un ataque a la sacristana Luvic Arzola Hernández, de 36 años, en hechos ocurridos en el 2010. El magistrado desestimó el cargo de actos lascivos.

La lectura de acusación será el 1 de agosto y el juicio iniciará el 1 de septiembre.

El proceso de hoy expuso cuán perturbado está el seno de la Iglesia por el escándalo sexual.

En  la continuación de la vista preliminar contra Prophil  salieron a relucir divisiones dentro de la propia iglesia, así como acusaciones que sonaban a libreto de telenovela.

La defensa de Prophil sentó a la testigo Rebecca Tartas, una mujer que buscó consejería espiritual y la consiguió con Prophil, a quien visita a menudo, le hace favores y con quien sostiene reuniones privadas.

A preguntas de la abogada de la defensa, Valerie Rivera, Tartas narró que, en ocasiones, le brindaba transportación a Prophil y que ella constató los innumerables mensajes de texto que le enviaba Arzola a su celular.

“Luvic le reclamaba a Leonard sobre mi presencia, la mujer blanca. Era bien posesiva y lo texteaba constantemente y él estaba perturbado por eso. Ella era supercelosa, se molestaba por su amistad conmigo”, narró Tartas, quien describió su relación con el voluntario como una de amistad.

Tartas dijo que supuestamente Prophil había sido amenazado por Arzola  de que ésta le haría mucho daño dentro del núcleo religioso.

La defensa del hombre también sentó a la testigo Carmen Martínez, quien conoció a Prophil en la parroquia a la que asiste,  en Barrio Obrero.

Martínez dijo que en una ocasión estuvo en una reunión junto con  Prophil y que éste estaba sentado al lado de  Arzola “en un sofá, pero separados”.

Como testigo de la defensa figuró el rector de la catedral de San Juan, José Emilio Cummings, quien reiteró que nunca recibió una querella o acusación formal de la perjudicada sobre los hechos que ésta le imputa al voluntario, y que sólo escuchó “ciertos comentarios, no cosas concretas sobre atentados a la moral”.

La posición de Cummings contrastó bastante con la del diácono Luis Echegaray, a quien Cummings presuntamente le indicó que investigara las alegaciones de la mujer.

La abogada Rivera increpó en varias ocasiones a Echegaray por omitir lo que ella considera que son “datos esenciales” en la declaración jurada que hiciera  sobre  los hechos.

El intercambio entre la licenciada Rivera y el diácono Echegaray  causó enorme pesar y llanto a Arzola, quien comenzó a llorar, al igual que su madre, una mujer de bastante edad.

Un silencio sepulcral se apoderó de la sala cuando la abogada Rivera le cuestionó enérgicamente a Echegaray el porqué no había incluido en su declaración jurada detalles como un aparente sangrado que sufrió la mujer luego de que el voluntario de la iglesia supuestamente la acorralara en el área de la sacristía y la abrazara, le levantara el traje y le tocara sus partes íntimas.

Los hechos de este caso ocurrieron  el 19 y el 27 de julio del 2010, sin embargo, no fue hasta el 30 de noviembre que Arzola  radicó la querella, ya que, según había dicho anteriormente,  había depositado su confianza en Cummings.

Durante su entrada y salida de sala, la joven se  colocó una estola negra y unas gafas para ocultar su físico.