Historia de Europa

Lviv, Leópolis, la ciudad de los mil nombres

La historia de la capital cultural de Ucrania y sus cambiantes fronteras ha quedado marcada en la lista de denominaciones que acumula y en un pasado convulso de disputas entre países centroeuropeos y dos guerras mundiales.

Lviv, ciudad de Ucrania.

Lviv, ciudad de Ucrania.

Lviv, ciudad de Ucrania.

Foto: CC

Los ucranianos suelen decir que Kiev es el corazón de Ucrania, pero que la ciudad de Lviv (Leópolis en castellano) es el alma. Ubicada a 550km al oeste de la capital y a pocos kilómetros de Polonia, Lviv es uno de los centros turísticos, culturales y educativos más importantes del país. En 1998, el centro histórico de la ciudad pasó a formar parte de la lista del patrimonio mundial de la Unesco y en el 2009 fue nombrada capital cultural de Ucrania.

Desde su creación a mediados del siglo XIII, Lviv ha cambiado de manos y de nombre en diversas ocasiones. En los libros medievales aparece como Leopolis, durante los años en los que formó parte del Imperio austrohúngaro fue llamada Lemberg, en la época de dominio polaco, Lwów, en ruso se bautizó como Lvov y en ucraniano se nombra Lviv. Por eso al “alma de Ucrania” también se la conoce como “la ciudad de los mil nombres”.

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El origen medieval de Lviv y su importancia religiosa

La creación de Lviv se remonta al año 1256, cuando el rey ruteno Daniel de Galitzia-Volinia, descendiente de los gobernantes de la Rus de Kiev, mandó construir una fortaleza para su hijo y heredero León. El castillo, alzado junto a un antiguo asentamiento, determinó la localización actual de la ciudad.

Durante el primer siglo de su existencia, Lviv fue gobernada por el rey Daniel y sus sucesores. Cien años más tarde, la ciudad pasó a formar parte de la corona de Polonia, que la custodió hasta 1772, cuando fue anexionada por Austria.

Entre los siglos XV y XVIII, Lviv fue un centro espiritual clave del mundo ortodoxo y acogió a importantes hermandades ortodoxas. En esta ciudad vivió Iván Fedorov, pionero en el campo de la impresión rusa, que imprimió la primera Biblia en eslavo eclesiástico, la lengua litúrgica de las iglesias ortodoxas eslavas.

Lviv también fue sede de tres arzobispos de las iglesias romano-católica (1412), armenia-católica (1630) y greco-católica (1807) y, en 1658 el Papa Alejandro VII otorgó a la ciudad el lema heráldico “Leopolis siempre fidelis”, en referencia a la fidelidad de Lviv a la Iglesia católica. Además, durante mucho tiempo, Lviv fue un centro de la vida judía y en ella se alzó el primer templo reformista de Europa del Este, una sinagoga progresista que los nazis destruyeron en 1941.

Centro histórico de Lviv.

Centro histórico de Lviv.

Lviv en una litografía de 1618.

Foto: CC

Los efectos de la Primera Guerra Mundial

A finales del siglo XIX, gracias al clima liberal que había Austria-Hungría en aquel momento, Lviv y la región de Galitzia Oriental se convirtieron en el centro del activismo político ucraniano, ya que, entre otras cosas, dos tercios de la población que habitaba estos territorios era ucraniana. La ciudad pasó a ser el eje de la vida intelectual y política, en ella se asentaron muchas cooperativas y partidos políticos, así como diversas sedes importantes como la Sociedad Científica Shevchenko o la sociedad educativa ucraniana Prosvita.

Antes de que empezara la Primera Guerra Mundial, las élites y la cultura polacas dominaban la ciudad de Lviv. De las 206.100 personas que la habitaban, más del 50% eran polacos católicos romanos, el 28% eran judíos y el 19% grecocatólicos. Pero la llegada del conflicto supuso una nueva vuelta de turca para la ciudad ucraniana.

El 1 de noviembre de 1918, después de que el Imperio Austrohúngaro colapsara, los soldados ucranianos se hicieron con el control de Lviv y la nombraron capital de la recién proclamada República Popular de Ucrania Occidental. Pero su victoria duró poco, porque apenas tres semanas más tarde, las tropas polacas entraron en la ciudad y la anexionaron a la Segunda República Polaca. Una vez establecidas, las fuerzas polacas iniciaron una dura persecución contra la población judía.

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Lviv a manos de los soviéticos y los nazis

Durante la Segunda Guerra Mundial, Lviv volvió a ser fuente de disputa. Entre 1939 y 1941, la ciudad estuvo en manos de las tropas soviéticas de Stalin. Los siguientes tres años, la Wehrmacht alemana ocupó la ciudad y estableció uno de los mayores guetos instaurados por los nazis. Entre 1941 y 1943, 120.000 judíos perecieron en el distrito y únicamente 823 sobrevivieron.

Al final de la guerra, en 1945, Lviv pasó a formar parte de la URSS. La Unión Soviética expulsó a los habitantes polacos de la región, dejando el territorio para una gran mayoría ucraniana y una importante minoría nacional de rusos.

En los años en los que Lviv fue parte de la República Socialista Soviética de Ucrania, la ciudad se industrializó, su población creció exponencialmente y se convirtió en un centro científico con varias universidades e institutos de investigación. En esta época, Lviv también fue un punto importante del movimiento disidente ucraniano.

Gueto de Lviv.

Gueto de Lviv.

Gueto de Lviv durante la ocupación nazi.

Foto: CC

Capital cultural de Ucrania

En 1991, tras la caída de la Unión Soviética, Lviv finalmente pudo celebrar la independencia de Ucrania y, desde entonces, la ciudad ha mantenido su reputación como el lugar donde gente se identifica más con la nación ucraniana.

La historia de Lviv y sus cambiantes fronteras han quedado marcadas en la lista de nombres que ha acumulado con el tiempo. Habiendo sido una ciudad rutena, polaca, austríaca, soviética, alemana y ucraniana, reuniendo en su paisaje influencias góticas, renacentistas, clásicas, modernistas y de brutalismo soviético, y habiendo cobijado de grandes escritores e intelectuales como Leopold von Sacher-Masoch, Joseph Roth o Bruno Schulz, Lviv, Leópolis, es considerada un milagro centroeuropeo y una de las ciudades más importantes de la cultura ucraniana.

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