No deja de ser estrambótico que, en este país de opereta en el que se ha convertido España, constituya un delito el contar chistes racistas, mientras que -paradójicamente y al mismo tiempo- en mi opinión se haya estado financiando con fondos públicos el ´guerra-civilismo´ y el resurgimiento del lóbrego fantasma de la dos Españas, transmitiendo ´ofidiamente´ a las nuevas generaciones todo el odio y rencor que llevaron a nuestros abuelos a manchar sus manos de sangre hermana, en el episodio fratricida más triste y sanguinario de su Historia.
El daño ya está hecho y la cosecha plantada. La viña de las uvas de la ira va creciendo por doquier, mientras el pensionado sembrador, enarcando su ceja, sonríe estúpidamente desde la sombra de su pasmada simpleza.
Los párrafos que anteceden, escritos en cursiva, están extraídos de las notas de mi diario personal; concretamente del correspondiente a 2011. Es por ello que a algún lector le pueden haber parecido ´demodés´ y un tanto trasnochados; y de hecho lo son.
Sin embargo, mi intención al publicar dichas líneas no es concurrir al ´Premio Nostradamus´, porque para ver lo que estaba pasando y en lo qué podría degenerar, no había que ser vidente.
Dicen que los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla; y así es. Lo que olvidamos es que la Historia no recoge solo lo que pasó, sino también qué lo desencadenó.
Ahora tan solo nos queda catar el resultado de aquella cosecha madurada en barricas de odio; apurar la copa del vino del dolor.