La enseñanza más extraña (y poderosa) de Jesús - Protestante Digital

La enseñanza más extraña (y poderosa) de Jesús

Hay un gran problema con este pasaje. ¿Jesús está diciendo realmente que ser un buen cristiano significa ser un trapo del piso de los demás?

25 DE FEBRERO DE 2023 · 20:30

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Los discípulos estaban sentados en la ladera de una montaña, escuchando a Jesús. El Señor estaba diciendo algunas de las cosas más increíbles que habían escuchado: que los pobres son bienaventurados, que es bueno ser perseguido por causa de la justicia o que insultar a alguien es prácticamente como matarlo. Y cuando la cosa ya no se podía poner más rara, Cristo dijo estas palabras:

Han oído la ley que dice que el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: “Ojo por ojo, y diente por diente”. Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla. Si te demandan ante el tribunal y te quitan la camisa, dales también tu abrigo. Si un soldado te exige que lleves su equipo por una milla, llévalo dos».

Mateo 5:38-41

Jesús está enseñando a tratar a los que nos ofenden, lastiman y oprimen. ¿Vamos a vengarnos? ¿Vamos a devolver un golpe más fuerte? Cristo deja muy en claro que ese no es el lenguaje del Reino de los cielos; por eso nos invita a derrotar el mal con el bien, a cambiar el patrón de violencia y venganza de este mundo.

Pero hay un gran problema con este pasaje. ¿Jesús está diciendo realmente que ser un buen cristiano significa ser un trapo del piso de los demás?

Una interpretación con terribles consecuencias

No resistas al malo parece ser una enseñanza de sumisión absoluta. Poner la otra mejilla suele ser un sinónimo de pasividad. Se usa la frase caminar la segunda milla para motivar a las personas para que se esfuercen más. A simple vista, parece que Jesús está diciendo que sus seguidores deben ser personas derrotadas y sin voluntad.

En la mente de muchas personas, el ideal de un buen cristiano es alguien dócil, débil, fácil de engañar, alguien de quien aprovecharse. Muchos creyentes, queriendo obedecer esta enseñanza de Jesús, han soportado abusos de todo tipo, han justificado situaciones imposibles, han cargado sobre sí mismos o sobre otros la responsabilidad de ser la bolsa de boxeo de los demás. A la luz de este pasaje, muchos creyentes, con las mejores intenciones, han terminado convertidos en cobardes, e incluso algo peor: se volvieron cómplices de la injusticia. Más que derrotar el mal con el bien, pareciera que el mal triunfa por completo.

 

El verdadero sentido de las palabras de Jesús

Cuando leemos los evangelios, no vemos que Jesús fuera débil ni cómplice de la injusticia. ¡Todo lo contrario! Como los profetas del Antiguo Testamento, el Señor denunció la corrupción de los gobernantes y los líderes religiosos de su pueblo. Y al encaminarse hacia la cruz, decía justamente: «Nadie puede quitarme la vida, sino que yo la entrego voluntariamente» [Juan 10:18]. No es en absoluto la imagen de una persona derrotada.

Cuando Jesús dice «No resistas a la persona mala», está usando la palabra griega antistenai, un término que se usaba para hablar de la guerra, y significa “estar en contra”, “resistirse”, “sublevarse”. Es la misma palabra que se usa en Efesios: «Pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir (“antistenai”) al enemigo en el tiempo del mal» [Efesios 6:13].

Cristo propone una tercera alternativa: ni la violencia ni la pasividad… la resistencia no violenta. Por eso, una mejor traducción de este pasaje sería: «No reacciones violentamente contra alguien que es malo». Esto es clave para leer el resto del pasaje porque después de afirmar esto, Jesús da 3 ejemplos que representan exactamente lo que quería decir: ofrecer la otra mejilla, dar la capa a quien te la pide y caminar una segunda milla.

 

¿Qué significa “ofrecer la otra mejilla”?

En la cultura de Jesús, se usaba la bofetada para humillar a alguien. Uno se iba a los puñetazos con alguien en igualdad de condiciones, pero a un subordinado se le pegaba una bofetada. Era una forma de mostrar desprecio hacia una persona considerada inferior en esa cultura. Era la manera en que los amos golpeaban a sus esclavos, los esposos a sus mujeres, los padres a sus hijos y los romanos a los judíos.

Se pegaba siempre con el reverso de la mano, y jamás se usaba la mano izquierda (porque era una mano que solo se usaba para tareas impuras). Entonces: al golpear con el reverso de la mano derecha, naturalmente se golpea la mejilla derecha de la otra persona.

Jesús da un consejo a estos subordinados: si un superior te golpea en la mejilla derecha, poné la otra. En la cultura de Jesús, este consejo desarmaba al atacante. O le pegaba un puñetazo (con lo que lo reconocía como igual), o dejaba de golpearlo (con lo que reconocía su dignidad) o quedaba en ridículo intentando dar una bofetada imposible. De cualquier manera, perdía su capacidad de humillar.

Vamos a encontrar una creatividad muy similar en el siguiente consejo.

 

¿Qué significa “dar la capa”?

La situación es la siguiente: una persona es llevada ante un tribunal por una deuda que tiene; el juez lo encuentra culpable y lo condena a pagar su deuda entregando su túnica. Tristemente, este ejemplo no era una exageración, sino algo muy habitual entre los campesinos de Palestina. Los más pobres de los pobres, los que no tenían nada, solo podían ofrecer, como única garantía para pedir un préstamo, su propia ropa.

La ley prohibía préstamos abusivos de este tipo. Como dice Éxodo: «Si tomas el abrigo de tu prójimo como garantía por un préstamo, se lo devolverás antes de la puesta del sol» [Éxodo 22:26]. Sin embargo, en la práctica, estas cosas sucedían constantemente (y los jueces de Israel miraban para otro lado).

A esas personas desamparadas, que tienen una deuda impagable, Jesús les da una recomendación extrema: que no solo den su abrigo, sino también su ropa interior. En otras palabras, que se queden desnudos delante del juez y del prestamista.

En el judaísmo, ver la desnudez de otra persona era un tabú, una vergüenza enorme. Primero, sobre la persona desnuda, pero más aún sobre el que la miraba. Como en el caso de Noé y sus hijos [ver Génesis 9:20-27], ver la desnudez ajena era una maldición.

El deudor humillado lleva su castigo hasta las últimas consecuencias. La desnudez del deudor pone en evidencia la injusticia de una sociedad tan codiciosa y falta de misericordia que le quita a las personas hasta su ropa. La desnudez no solo desenmascara la corrupción del sistema, sino que también ofrece al prestamista la posibilidad de reflexionar sobre las consecuencias de sus decisiones. Es un happening estratégico que invierte los roles: el denunciado se convierte en el que denuncia y pone en ridículo al prestamista, al juez y toda la sociedad.

 

¿Qué significa “la segunda milla”?

Según la ley romana, un soldado podía obligar a un civil a llevarle su mochila personal (que pesaba 30 o 40 kilos) por una milla. Pero la ley decía otra cosa: si el soldado obligaba al civil por más de una milla (o sea, 1 kilómetro y medio), era fuertemente sancionado. El objetivo de esta ley era doble: por una parte, que los pueblos conquistados colaboraran con el movimiento de los ejércitos romanos; y por la otra, que los pueblos no se rebelaran al percibir que el abuso era excesivo.

Mientras otros grupos revolucionarios, como los zelotes, hubieran recomendado matar al soldado en un momento de distracción, Jesús recomienda una vez más una “obediencia exagerada”. Ante una situación injusta que de momento no puede ser cambiada, el oprimido recupera la iniciativa llevando la mochila por una segunda milla.

Esto tiene al menos dos sentidos. Primero, el hecho de que esa actitud pone en problemas al soldado, le hace violar una ley. Y segundo, que el soldado queda en esa encrucijada mientras es tratado amablemente por una persona que debería estaría enojada. Esta incomodidad del soldado lo descoloca y, una vez más, lo pone en condiciones de considerar la injusticia de sus prácticas y actitudes.

En la última parte de este artículo, vamos a intentar pensar qué pueden significar estas palabras de Jesús a 2000 años del Sermón del monte.

 

El poder de la resistencia no violenta

A lo largo de la historia se han ensayado 2 grandes maneras de enfrentar el mal. Por un lado: la oposición violenta, pagar con la misma moneda, devolver el golpe. Por el otro: la pasividad que soporta todo para no confrontar. Ante esas dos alternativas, Jesús nos invita a probar una tercera: la resistencia no violenta. Frente a un sistema roto e injusto, Jesús propone un camino que logra algo muy superior:

  • Empodera moralmente a las personas.
  • Detiene la escalada natural de agresiones.
  • Da dignidad a aquellos que son violentados.
  • Avergüenza al violento y lo hace recapacitar.
  • Encuentra una alternativa creativa a la violencia.
  • Usa el humor para dejar en ridículo la fuerza bruta.
  • Y denuncia la injusticia estructural del sistema de este mundo.

Los 3 ejemplos de Jesús –la mejilla, el manto y la milla extra— eran formas muy creativas de señalar la injusticia de ciertas prácticas que, aunque eran malas, se aceptaban culturalmente.

Pero en nuestra cultura ya no significan nada; cambiaron las leyes y las costumbres; aplicar literalmente los ejemplos de Jesús no tiene las mismas implicaciones hoy. Por eso, lo que nos toca a nosotros es buscar formas creativas de generar la misma reacción, pero ante situaciones, conflictos, prejuicios y violencias diferentes.

La resistencia no violenta no solo tiene la capacidad de desarmar la coraza que se ponen los agresores para hacer lo que hacen, sino que cambia positivamente a los que la ponen en práctica. Les da una dignidad y un valor que, muchas veces, ni siquiera sabían que tenían. Los que se han pasado la vida soportando todo tipo de humillaciones, creyendo ser inferiores, de pronto se hacen cargo de sus decisiones y destino.

El ejemplo más grande de resistencia no violenta de la historia, el que inspiró a todos los demás, el plot-twist más grande de la raza humana, fue el mismo Jesús entregando voluntariamente su vida. La cruz debía ser el símbolo máximo de humillación y derrota, pero Jesús la convierte en un símbolo de esperanza y libertad. Cristo pateó el tablero del sistema de este mundo; con sus palabras y su ejemplo nos invita a vivir de una manera que honre la imagen de Dios en todas las personas, empezando por nosotros mismos.

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