Críticas de La vida privada de Enrique VIII (1933) - FilmAffinity
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La vida privada de Enrique VIII

Comedia. Drama En mayo de 1536, justo después de la ejecución de su segunda esposa, Ana Bolena (Merle Oberon), Enrique VIII (Charles Laughton) se casa con Jane Seymour (Wendy Barrie), que muere 18 meses después. A continuación desposa a la princesa alemana Anne de Cleves (Elsa Lanchester), pero el matrimonio acaba en divorcio. Su quinta esposa, la bella y ambiciosa Katherine Howard (Binnie Barnes), se enamora del cortesano Thomas Culpeper (Robert ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
24 de febrero de 2006
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película no estadounidense nominada al Oscar al mejor film. Dirigida y producida por Alexander Korda, se rodó en los British and Dominions Studios y en los Denham Studios (RU). Obtuvo el Oscar al mejor actor principal (Charles Laughton). Se estrenó el 21-IX-1933.

La acción tiene lugar en las residencias reales de Enrique VIII y brevemente en exteriores de alrededor. Comienza poco antes de la decapitación de Ana Bolena (1536) en Londres, de gran hermosura, 29 años, acusada de adulterio e incesto. Termina poco después del matrimonio (1543) del rey con su última esposa, Catalina Parr. El ámbito temporal de la película es de 7 años. Narra la historia del tercero, cuarto y quinto matrimonio del rey. De sus esposas dijo Enrique VIII que Catalina de Aragón fue la más inteligente, Ana Bolena la más ambiciosa, Juana Seymour la más tonta, Catalina Howard la más alegre y la última, Catalina Parr, que era la mejor, resultó la peor. Seymour murió de parto, Ana de Cleves fue repudiada y Howard murió decapitada en Londres.

La película, de acuerdo con su título, expone los aspectos más directamente relacionados con la vida privada e íntima del monarca. Se le presenta como un hombre glotón, lujurioso, caprichoso, egocéntrico, autoritario y vacilante, ambíguo y contradictorio, tanto en las relaciones internacionales como en las personales. Aficionado a la poesía y a la música compuso canciones como, según la película, "What Shall I Do Without Love?", que ante él canta Catalina Howard. También escribió tratados sobre cuestiones teológicas y morales. Consiguió la anexión de Gales (1536) y se proclamó rey de Irlanda (1541). La película muestra el progresivo envejecimiento del monarca y sus cada vez mayores dificultades de movilidad. Se dejó influenciar por el arzobispo de Canterbury, Cranmer, y por otros sonsejeros. Sus ambiciones de engrandecer Inglaterra y desarrollar la fuerza naval, las heredó su hija Elizabeth I.

La música recoge temas vocales y de acompañamiento de la época y crea secuencias en las que los imita. La fotografía ensaya travellings laterales, perspectivas de conjunto (la escena de la decapitación de Ana Bolena), primeros planos y planos medios, con los que se crea una narración visual dinámica, aunque algo primitiva. El guión, consciente de las limitaciones del metraje, concentra la atención en un período acotado de tiempo (1536-1543). Pese a ello, el tratamiento de los hechos que narra es superficial. La interpretación de Lughton es magnífica. Merle Oberon hace su primer papel importante en cine. Elsa Lanchester, esposa de Laughton, asume el papel de Ana de Cleves. La dirección construye un drama histórico de buen porte sobre un tema que ha sido objeto de varias adaptaciones cinematográficas.

Clásico del cine británico, es la más conocida adaptación al cine de la vida de Enrique VIII. Interesante como pieza histórica y como muestra de un cine antiguo, pero ambicioso y comprometido.
Miquel
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25 de mayo de 2007
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rey Enrique VIII de Inglaterra ha aparecido en muchas películas. Las fundamentales son: "La vida privada de Enrique VIII" y "Ana de los mil días". De manera más o menos secundaria aparece también en: Henry VIII (1911), "Cardinal Wolsey" (1912), "The prince and the pauper" (1915), "Ana Bolena" (1920), "When Knighthood was in the flower" (1922), "La rosa de los Tudor" (1936), "El príncipe y el mendigo" (1937), "Las perlas de la corona" (1937), "Catalina de Inglaterra" (1951), "La espada y la rosa" (TV, 1953), "La reina virgen" (1953), "The prince and the paper"(1962), "Un hombre para la eternidad" (1966), "Carry on Henry" (1971), "Enrique VIII y sus seis mujeres" (TV, 1972), "El príncipe y el mendigo" (1977), "Henry VIII" (TV, 2003)... En muchas de estas películas su figura ha sido eclipsada por la de Ana Bolena o Thomas Moro ("Un hombre para la eternidad").

La película que comentamos se centra en la vida amorosa de Enrique VIII, desde que decapitan a Ana Bolena (según él le fue infiel) hasta que hacen lo mismo a Katherine Howard. El retrato que se nos muestra del rey no podía ser más negativo: glotón, arbitrario, engreído, ingenuo y casi infantil, mujeriego, despiadado...pero al final se nos muestra como sufre porque realmente estaba enamorado de Katherine Howard. Su ingenuidad se pone de manifiesto en el hecho de hacer caso a lo que dice el barbero real (si debe casarse o no).

La película tiene una excelente fotografía, una música adecuada, magníficos vestuario y ambientación, pero sobre todo cuenta con la extraordinaria interpretación de Charles Laughton (Oscar al mejor actor por este personaje), y que sirvió de base a otros actores que posteriormente han dado vida a este monarca: Richard Burton, James Robertson, Robert Shaw, Charlton Heston o Emil Jannings.
Manuel PM
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15 de junio de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpática película con la ya tradicional actuación de Charles Laughton. Le valió su único Óscar, lo cual no significa nada.

No se esperen la tradicional película histórica. Aquí pasan de hechos políticos y se meten en salsa rosa. Incluso al principio de la película aparece un cartelito diciendo que se saltan a Catalina de Aragón, la primera esposa del rey, porque era muy respetable y no hay nada interesante que contar. Ya te quedas estupefacto, porque si la escisión de la iglesia que provocó eso no es nada que contar pues no sabes que derroteros va a tomar la historia. Pero es que es verdad, para lo que quieren narrarnos, o sea lo del título, es más interesante las chanzas sentimentales en que se mete el rey y su corte. María Patiño y esa troupe se frotarían las manos. Pero aquí es de alta alcurnia y con más estilo.

Al principio flojea algo, pero cada vez uno le va cogiendo más simpatía, tanto al film como a ese monarca caprichoso y gruñón transmutado en la piel Laughton. Lo más gracioso es que se reserva el papel de la única esposa que no quiso a Elsa Lanchester, su mujer en la vida real. Y como es tradicional ella es la única actriz (o actor) que sabe darle cumplida réplica y apagarlo un poco. Normal sabiendo la curiosa relación que tenía esta pareja y su "indestructible" matrimonio.

No se pierdan la última escena en la que el rey Laughton sentencia sobre el matrimonio. Ideal para lunas de miel, jeje.
Gilbert
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2 de julio de 2010
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la etapa muda recién enterrada y el ascenso al estrellato de aquel genial actor inglés que fue Charles Laughton, el húngaro Alexander Korda dirigió su foco al rey más controvertido de Gran Bretaña: Henry VIII Tudor. Se labró una merecida leyenda como “Barba Azul”, debido a la nada envidiable suerte que corrieron sus numerosas esposas, dos de ellas ejecutadas por alta traición (Anne Boleyn y Catherine Howard), una repudiada y enviada al olvido (Catalina de Aragón), y otra fallecida al dar a luz (Jane Seymour). Las dos más favorecidas fueron Ana de Clèves (mujer astuta que supo librarse de un matrimonio indeseado, quedar bien con el rey y obtener riquezas que le permitirían vivir holgadamente a su aire), y Catherine Parr (la última, bondadosa y maternal, que dio cariño y educación a los hijos del rey, Mary, Elizabeth y Edward).
La agitada vida amorosa del monarca no perdía puntada tampoco con las damas de la corte, y se conocían sus numerosas aventuras ocasionales.
Laughton una vez más se apropia del personaje y modela un perfil irónico, burlesco y amargo. Korda prefirió un tono tirando a sarcástico, en el que se desdramatizan las situaciones más graves. En las ejecuciones, el público se comporta con ligereza y frivolidad, como si fueran a presenciar un espectáculo de divertimento (y para la masa habituada a tales exhibiciones macabras sería en verdad una distracción más). Anne Boleyn bromea melancólicamente sobre su muerte a las puertas del cadalso. La mayoría de las damas de honor y doncellas cotorrean sobre la condenada sin el menor atisbo de lástima. El rey se burla un poco de sí mismo y de todo, cada vez más ahogado en sus mezquindades y dolores, algo más desilusionado con cada nueva decepción o pérdida.
El mujeriego Henry, que había llegado tan lejos en sus pasiones por el sexo femenino como para romper con la Iglesia Católica y proclamarse pontífice de una nueva religión cristiana, la anglicana (en la que estaba permitido el divorcio, puesto que él mismo, figura de máxima potestad, era el que podía deshacer el matrimonio sin depender del anticuado e inflexible Papa de Roma), no era precisamente un mirlo blanco. No hay mucho que envidiar a las seis esposas que hubieron de compartir vida diaria y lecho (exceptuando a la lista Ana de Clèves, quien se libró rápidamente de sus obligaciones) con aquel hombre que según los retratos tanto pictóricos como biográficos no debió de ser agraciado, ni físicamente ni de espíritu.
Con el aguijón del ansia por dejar heredero varón a la corona, su obsesión apenas se vio satisfecha, hecho que había contribuido fundamentalmente a que Henry repudiara a Catalina de Aragón y Anne Boleyn. Tan sólo Jane Seymour le dio un varón antes de morir de parto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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30 de abril de 2007
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna, una de las mejores películas de su época y un clásico espléndido del cine británico, que todavía hoy sigue conservando, practicamente incólumes toda su frescura, agilidad, buen gusto y riqueza cinematográficas.
Con una interpretación impresionante y genial de Charles Laughton, el cual encarna a un lujurioso, orondo e inestable Enrique VIII, nos cuenta la azarosa y tremenda vida sentimental de éste (se llegó a casar hasta 6 veces) en un registro de comedia ligera, muy bien escrita, con diálogos chispeantes y dónde los momentos dramáticos son insertados con brillante naturalidad.
Cuenta con un reparto fabuloso, que ofrece unas creaciones memorables al lado de la de Laughton y una dirección magistral de Alexander Korda. Compararla, a día de hoy, con la oscarizada y aburrida "Un hombre para la eternidad" no es sino volver a reafirmar que la miopía galopante de quienes otorgan los premios en inversamente proporcional a su inteligencia a corto, medio y, no digamos ya, largo plazo.
Obra maestra.
kafka
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