Que un primer ministro tome la decisión de abandonar sus funciones y agenda porque un juez abra instrucciones contra posibles irregularidades (o ilegalidades) de su pareja, es propio de la más rancia república bananera. Sólo un cacique es capaz de plebiscitarse asimismo al margen de la ley de la separación de poderes y ante la investigación de un juez. Y, a más inri, hacerlo a las pocas horas después de abandonar el Congreso de los Diputados en jornada de control al Gobierno de España, en donde no dio una sola explicación a los representantes de pueblo. Pedro Sánchez culmina así su operación “vaciado” a imagen, semejanza y guion de lo sucedido en Venezuela, México, Colombia, el Ecuador de Correa y todo lo que rodea al llamado Grupo de Puebla con el expresidente Zapatero como alma máter.
Vaciar de contenido la Constitución para que, ya vacía y manejada por un presidente del TC a sus órdenes, tenga cabida en lo vacío la aberrante Ley de Amnistía. Vaciar de contenido las leyes, y vaciar de ley a los tribunales y sustituir todo por un populismo plebiscitario basado en la creación de la nueva España de la guerra civil continuada. Porque lo que ha hecho el presidente de España es decir al pueblo que una decisión de un juez o tribunal es la pieza de una confabulación y no un normal funcionamiento de leyes, justicia y democracia. Es el ejemplo más totalitario al escenificar una guerra a la justicia desde el poder. Es crear una España en donde todo lo que no sea con, para y por el presidente, es contra él y ese contra el neofascismo de medios, más de la mitad de los electores españoles y los jueces.
Pedro Sánchez tiene un problema judicial, no político. Un juez investiga posibles irregularidades de su esposa, metida en una decena de asuntos, al menos, extrañamente turbios. Tiene a un exministro y medio en medio de una tormenta de gran corrupción. Regresa el caso Pegasus a través de la justicia francesa, un escándalo enterrado desde su poder, sobre el espionaje de su teléfono y otros por parte de Marruecos, cuyo resultado fue un giro de 180 grados en la política exterior de España con ese país y en contra de las resoluciones de la ONU. Problemas con la justicia, no problemas políticos creados con la justicia. Koldo y Ábalos no tienen un problema político, es judicial. Todo ciudadano investigado tiene un problema judicial, no político.
Como judicial y no político lo fueron los actos ilegales e inconstitucionales del separatismo catalán con prófugos de por medio para los que se ha hecho una amnistía vergonzosa, inmoral e inconstitucional a la carta. No deja ser aberrante que, en sede parlamentaria, unas horas antes esa carta de amor asimismo, Sánchez volviera a mentir ante los representantes del pueblo dinero que ‘a pesar de todo, creo en la justicia de mi país’. Sobraba en ese mismo instante el “a pesar de todo” (a pesar ¿de qué?) y más tarde sobraba el resto de la afirmación. La megalomanía comienza en creer sólo en la justicia impartida por uno mismo.
Que un presidente se victimice y vuelva a crear más barro y estiércol como ecosistema único de su poder, polarizando aún más la vida de los españoles, es inmoral, delirante y delictivo
Que Europa observe de espaldas la realidad de desmembramiento de la democracia de uno de sus componentes, es tan lamentable como peligroso. Que un presidente se victimice y vuelva a crear más barro y estiércol como ecosistema único de su poder, polarizando aún más la vida de los españoles, es inmoral, delirante y delictivo. Que se acuse a más de media España, a medios de comunicación y a jueces de pertenecer a la extrema derecha y airear una insistente confabulación judeo masónica contra él, es delirante y propia de una mente política enfermiza y patológica.
Que en uno de los países con una salud y calidad democrática impecable, España, tan impecable que el propio Sánchez llegó al poder tras una moción de censura, sucedan estas cosas, ya no sorprende, sino que frustra cualquier aspiración de tener un país con separación de poderes, un Congreso de los Diputados apto y servible, una prensa libre y una justicia imparcial. Sánchez los condena a todos en su delirio de adonis, sin un mínimo de sentido de la decencia. No existe trabajador alguno, en cualquier sector, que afirme no merecer la pena seguir con su responsabilidad a la que un juez investiga su esposa. Ni una sola vez ha dado una sola explicación de los manejos de su esposa, muy en filo de lo irregular desde el inicio de su paso como presidente.
Puede ser que el propio Sánchez intuya ahora que los casos Delcy, maletas e historias rocambolescas con una venezolana chavista señalada por la UE, con los mismos protagonistas que los que apareen en el serial del caso Koldo, de los cuelas algunos son los mismos personajes que rodean los supuestos actos y tratos irregulares que la señora del Sánchez, tengan hilo conductor probable y probados. Puede que Sánchez haya huido hacia el plebiscito de la carta firmada por una víctima del acoso de jueces, más de medio país, la prensa, los medios, y el mundo imaginario que él creó, como Dios, al séptimo día: la fachosfera.
El anuncio que sigue de presidente ante las millonarias muestras de apoyo y por responsabilidad moral frente a la ultraderecha fascista que lo persigue
Estamos ante un más que asible enfermo cuya patología es peligrosa. Pero que nadie se crea esa carta ni lo que en ella se dice. El lunes 29 solo va a suceder una cosa en dos versiones. Una, el anuncio que sigue de presidente ante las millonarias muestras de apoyo y por responsabilidad moral frente a la ultraderecha fascista que lo persigue. Los nazis o yo. Otra, variante de la primera, puede hasta que escenifique el sometimiento a una moción de confianza que será pactada con sus aliados, precisamente desde ahora y hasta el día 29. Una moción teatro que vacíe de sentido a la justicia, a los tribunales y a ley en España.
Un hombre que ha basado su carrera y ascenso al poder encadenando mentiras tras mentiras sólo nos puede dejar dos opciones. Truco o trampa. Sentado de nuevo ante el espejo cuál reina de Blancanieves, buscará a quien pretenda ser más guapo, más justo, más demócrata, buscará a quien sólo desee libertad para los tribunales, normalización de la democracia, para mandar a sus soldados fiscales o haciendas o espadachines a envenenar a quien entorpezca lo que él ya ha creado como veneno y antídoto de su propia imagen. Solo que esto no es un cuento, sino la realidad más peligrosa que ha vivido la democracia española desde la muerte de Franco.