La señora Miniver

Esta es otra película que carga con el rótulo: Cine de Propaganda. Y lo es indudablemente. Con ella se pretende mostrar el compromiso que, todos los miembros de una familia de clase media, en paz y en abundancia, asumen en el mismo momento en que suenan las alarmas indicando que la gran Inglaterra ha entrado en guerra. Y ha de saberse que ésta, en particular, no es una guerra de soldados contra soldados, y que también es la guerra de los civiles, del tendero, el estudiante, el sacerdote… y de todas las mujeres que habitan aquella tierra.

William Wyler, el director encargado de esta empresa, se hizo de un guión escrito a muchas manos, y fue puesto a su disposición un grupo de actores de primera línea. Lo alusivo a la guerra no me parece cuajado lo suficiente y yo diría que incluso resulta bastante malogrado. Alimenté mis esperanzas con la escena entre el piloto alemán y la señora Miniver… la presentía pensando en su propio hijo, Vin, quien en esos momentos también servía a la aviación inglesa. Y pensé que, para que el filme mereciese llevar su nombre, ella actuaría con aquel chico como desearía que hicieran con el suyo de llegar a verse en situación semejante… pero había olvidado que estaba ante un filme probelicista, aunque lo hubiera hecho mi apreciado Wyler, y es por eso que enseguida, el piloto herido se muestra beligerante y queda así justificado que lo pongan a buen recaudo.

Lo mejor del filme, y lo que lo hace bastante significativo, es el rol de la familia Beldon, abuela y nieta muy bellamente interpretadas por Dame May Whitty y Teresa Wright, y la presencia magnífica de Henry Travers –el siempre recordado ángel de “¡Qué bello es vivir!”-, en el cálido rol del señor Ballard.

Ese concurso de rosas reboza de gracia, de ternura y de anhelos reprimidos, sirve de ocasión para valorarse un poco más, para aprender a perder, y hasta para limpiarse las viejas telarañas que mantienen enredada alguna cabecita. He sentido emociones refrescantes y compartí plenamente, con Lady Beldon, ese placer incomparable de sacudirse la arrogancia y el afán de honores obtenidos a base de trampas y de juego sucio.

¡Y cómo les parece que, poco después de terminado el filme, la sra Miniver se casó con su hijo Vincent! Quiero decir, Greer Garson contrajo nupcias con Richard Ney… y la verdad es que a este muchacho sólo pude imaginarlo como gerente de algún banco.

Título para Latinoamérica: “ROSA DE ABOLENGO”

Buena, preciosa película (como se ha dicho ya: "le gustará a tu madre"), de los tiempos del cine blanco y negro, donde los rostros de las actrices en algún momento (mirando los aviones en la ventana, por ejemplo, se iluminaban como para un precioso retrato). Ejemplo de recursos típicos cinematográficos, así la película comienza presentando el automóvil que tendrá cierto protagonismo (como un personaje), o la presencia aterradora de un aviador nazi que, herido, aparece y, amenazante y apocalíptico, enuncia un discurso como si fuera el mismo Adolfo. Así sabemos porqué esta guerra (Mundial II), porqué la Batalla de Inglaterra. Una buena narración (y muchos Oscars) destinada al discurso final del pastor local, cerca de Londres (entiéndase Hollywood), junto al Támesis (entiéndase un arroyo por allí). Historia, personajes deliciosos, familia, amor casto y bello como entonces, espíritu británico ante la catástrofe. Preciosa, "le gustará a tu madre" y a todos los que aprecian aquel cine, tan ingenuo que se le ve su cometido. Muy buena.

Siento discrepar con la tónica general de las opiniones, pero la verdad es que esta película me ha sabido a poco. No encuentro como tal fallos en la narración o actuaciones, pero no me ha terminado de enganchar, sorprender o impactar. Quizás si no la hubiera visto con el handicap de "mejor película del año" mi nota hubiera sido más alta...

La acabo de ver en una televisión local, es una clásica película de aquellas que se hicieron para motivar al combate durante la II Guerra Mundial, pero además tiene ese toque de inocencia al estilo "Que bello es vivir", en la cual interviene como actor secundario el ángel de dicha película, aunque no muestra de manera cruda como las películas actuales lo que supone una guerra, si lo muestra al modo de la época.

En fin, a mi me gustó.

La señora Miniver de William Wyler, es un drama basado en una familia inglesa de clase media en la II guerra mundial. Dirigida con un ritmo majestuoso, es personal y subjetiva, muy propia de Wyler por su emotividad sincera, realizada de modo excelente y soberbio, y con una definición admirable y extraordinaria que gustará a todos, en especial por su discurso final.
La fotografía en blanco y negro, es sugerente, bella y cuidada en detalles, con imágenes confortantes y encantadoras que están estéticamente trabajadas con armonía, y realizadas con un gran uso de los claroscuros, lo que le valió el oscar. Y la música, es hermosa y agraciada, hábil en su acompañamiento durante casi todo el film, con sonidos idóneos y apaciguadores en los momentos emotivos y oportunos.
Las actuaciones, son naturales, verosímiles y espontáneas. Con Greer Garson espléndida, sincera y encantadora en un oscarizado papel, Walter Pidgeon auténtico y carismático, Teresa Wright sentida y emotiva ganadora del oscar por mejor actriz de reparto, y Richard Ney con carácter y personalidad propia. Realizando también oportunas interpretaciones Henry Travers, Dame May Whitty y Henry Wilcoxon por su enorme y alentador discurso final. Empleando para todos ellos, unos vestuarios y caracterizaciones elegantes, esmerados y distinguidos, en una correcta dirección artística.
El guion, es entrañable, conmovedor y cercano, además de emotivo y agradable por tener en su interior una historia bella y hermosa, que realiza una oportuna mezcla de pesimismo y esperanza para calar en el espectador, y lo consigue de modo excepcional. Empleando para ello, una narrativa clásica, impoluta y amable, la cual gusta por ser acogedora, natural y sugestiva, sobre todo cuando la usa Greer Garson en su papel principal.
Para finalizar, cabe resaltar positivamente, los planos y movimientos de cámara personales, de reconocimiento, panorámicos, avanti y retroceso cuidados en detalles y estéticamente admirables. Y unos efectos especiales competentes para la época, admirables y creíbles en las escenas de batallas que sorprenden al espectador por su verosimilitud.
Por lo que, en líneas generales, la considero una obra inolvidable e indispensable, tanto en la filmografía del director como en el séptimo arte en general, con 6 oscars que la avalan como un gran film. Recomendable por su excelente dirección, guion emotivo, actuaciones naturales, fotografía cautivadora, bella música e impoluta narrativa que la convierten en un clásico irrepetible de visión obligada para cualquier cinéfilo clásico, el cual se sentirá conquistado por una gran obra sin igual, conmovedora, sincera y emotiva.