Mujeres en la ventana - La Cámara del Arte

Mujeres en la ventana

Ficha técnica

Título: Mujeres en la ventana
Autor: Bartolomé Esteban Murillo
Cronología: 1655 – 1660
Estilo: Arte barroco
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: National Gallery of Art, Washington DC
Dimensiones: 125 × 104 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE MUJERES EN LA VENTANA

ANÁLISIS DE LA OBRA

Es curioso cómo, al observar un cuadro, tomamos el punto de vista de espectadores ocultos. No esperamos, ni mucho menos, que las figuras se giren ante nuestra presencia o que nos devuelvan la mirada. Estamos ahí, justo detrás de donde se desarrolla la acción, apreciando con detenimiento la escena sin que nadie se inmute.

No obstante, algunas de las obras más reseñables de la Historia del arte, han roto esta barrera añadiendo algún personaje que mira directamente a este espectador oculto, este narrador omnisciente que cuenta la escena desde el privilegio de no influir en ella.




Obras tales como Las Meninas de Velázquez, posee personajes que miran al artista y construyen un discurso con este narrador endiosado que somos los espectadores. Estos personajes relatan una narración entre ellos mismos y la tercera persona que es particular y singular, muy personal. 

El formato de Mujeres en la ventana es un rectángulo en el que prima el color negro. De hecho, si pudiéramos doblar el lienzo del extremo superior derecho al extremo inferior izquierdo, nos daríamos cuenta de que la diagonal que parte el rectángulo en dos coincide a la perfección con el dibujo que muestra; el de una adolescente apoyada en la ventana al lado de una mujer más mayor que se asoma tímidamente tapándose la boca con un velo. Ambos personajes tienen la piel clara y la figura de la ventana parece tener una posición social adinerada. Al menos, la más joven.  

No es casualidad que esta diagonal divida la obra en dos. Aún así, en el margen izquierdo encontramos una ventana de madera, gruesa y de gran tamaño, que da una ligera, pero a la vez efectiva perspectiva y profundidad a la escena y contextualiza el marco hacia el exterior.

Una vez enfatizada la escena con ese fondo oscuro y la ventana, la atención sólo puede dirigirse al centro derecha de la composición: el personaje de la chica joven que espera en la ventana.

Mujeres en la ventana
Mujeres en la ventana (Vía Wikipedia)

Desde el siglo XIX, la tradición ha señalado a estas dos mujeres como dos prostitutas, o una prostituta y la alcahueta, que esperan en el burdel. Brown tachó esta pintura como “libidinosa” que, según afirmaba, tiene por protagonistas a una prostituta y a una alcahueta. 

Pero más allá de la curiosidad que nos puedan causar Mujeres en la ventana, el hecho de que se representen en un primer plano mirando fijamente al espectador, está provocando una ruptura explícita nunca vista en el arte. No obstante, este descaro a la hora de invitar al espectador a contemplar la obra no es más que una provocación a algo mucho más profundo y personal. 

La primera llamada de atención es la indiscreción del personaje central, que por otra parte sí sufre la mujer de la izquierda que se tapa el rostro. La segunda llamada de atención es la naturalidad y solidez con la que, apoyada en el marco de la ventana, contempla al espectador, sin miedo alguno a ser vista.

Por último, destacar la media sonrisa que esboza esta joven mujer. Se trata de la sonrisa de la que habla la picaresca española en los mismos libros coetáneos a esta pintura.

El Siglo XVII, el conocido como el Siglo de Oro, dejó cientos de obras literarias cuyos temas retrataban un comportamiento avispado y perspicaz que más tarde sería conocido como picaresca española, y que bien refleja Murillo en esa media sonrisa.

Esconde cierta inteligencia pragmática que carga sobremanera la imagen, simplemente con una mirada al frente y una media sonrisa.

Para contrarrestar, el personaje de la izquierda se tapa la boca con un gesto modoso. Apenas tiene protagonismo, sólo observamos sus manos y un poco de su brazo. La luz, la atención, recae sobre el personaje central, la niña de la media sonrisa.

A posteriori, Courbet en 1845, hará un autorretrato emocional en su obra El desesperado, tomándose como modelo a sí mismo. La potencia de la imagen nace de la mirada, tan inversiva y violenta.

Desde que la miramos, es el lienzo el que toma el control de la situación y del vínculo de obra – espectador que se crea.

El mismo lienzo impone una dictadura emocional y nosotros como espectadores, las víctimas del mismo. La incidencia de la luz y el trabajo de las sombras, la musculatura marcada y los gestos definidos del rostro hacen de la imagen un arma poderosa. 

Resulta cuanto menos interesante indagar en esta lucha de miradas que se establece a tres bandas: la del espectador, la de la obra y la mirada interna que da sentido al cuadro el hecho de que tú, la misma persona que está leyendo este artículo, estés contemplando esa imagen, ya sean dos posibles prostitutas en una ventana o el autorretrato más íntimo y desgarrador que puedas realizar.

Se trata de la inclusión del espectador en la obra a través de la mirada. 

BIBLIOGRAFÍA

Brown, Jonathan (1982-83). «Murillo, pintor de temas eróticos. Una faceta inadvertida de su obra». Goya (169-171)

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