Críticas de La leyenda del pianista en el océano (1998) - FilmAffinity
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La leyenda del pianista en el océano

Drama Desde finales del siglo XIX, se producen emigraciones masivas a los Estados Unidos. A bordo de lujosos trasatlánticos, además de elegantes burgueses, viajan también emigrantes. Danny, el maquinista del Virginia, encuentra a un niño abandonado sobre un piano, lo adopta y le impone el nombre de Novecento ("siglo XX" en italiano). El barco es el hogar del niño, y los pasajeros, sus ventanas al mundo. Tras la muerte de Danny, alguien ... [+]
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
17 de julio de 2009
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un bebé nace en el primer día del primer año, haciendo que su gloriosa madre sea un piano, que le arropa y le mece para tranquilizarlo. Apareció en nuestras vidas Novecento.

Un niño crece entre hollín y turbinas, se esconde en las entrañas del barco, viendo pasar las olas, aprendiendo de esas madres que son caballos veloces y de esos hombres que deben ser padres risueños para que no les encierren como niños. Del primer aliento de una madre se recibe todo, él aprendió la maestría de las teclas, para comunicarse con el mundo, para expresar su vida con la música.

Un hombre que cree tenerlo todo, dos pianos, una pasión, bailarines que se mueven al ritmo frenético del alma pausada de Novecento, que toca lo que sus movimientos inspiran en su interior. Con quién danzar mejor que con su vida, su piano, de un lado a otro de ese barco, su universo, que cruza el amplio e infinito océano dentro de los límites de su trayecto.

Todos admiran su talento, pocos conocen su bondad, más allá de la leyenda, pues otro hombre es que creció solo, en su propio mundo, sin meterse en el de los demás. Los reconocidos genios osan comparar su maestría, su gran amigo se atreve a aconsejarle que acepte la gloria, en tierra firme, donde nada se mece y todo pierde ese aroma a sal y majestuosidad.

Novecento es ese hombre que teme lo que no es capaz de conocer, que acepta que su vida por siempre estará ligada a su alma máter, esas notas discordantes que atraviesan los misterios de la humanidad.

La belleza llama a la belleza de usted, porque ese hombre que percibe la ilusión de unos viajeros, siempre de paso, buscando un firme pedazo del gran pastel llamado nuevo mundo, que sabe quién mantiene en sus pupilas el terreno que ansía pisar, puede amar la más bella melodía que surja de sus manos, puede guardar secretos eternamente que le muevan a dar un paso más allá de su tambaleante y brava existencia, puede querer ser uno más abrigado con la elegancia y la valentía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mnemea
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23 de septiembre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelo ser alérgico a las ñoñerías cuando resultan artificiosas, cuando veo que la emoción se busca con recursos facilones, queriendo epatar al respetable mediante secuencias edulcoradas, conjugando violines en crescendo con escenas altas en sacarosa que normalmente me resultan sonrojantes y/o patéticas.

Pero por otra parte hay films que a uno le tocan realmente la fibra, que mediante buen gusto y pasión, no sentimentalismo, logran ponerte los pelos como escarpias. "La leyenda del pianista en el océano" es una de ellas. Un film semidesconocido para el gran público dirigido por Giuseppe Tornatore, aquel que nos deslumbrara hace ya dos décadas con su "Cinema Paradiso" y que aquí consiguió en mi opinión su segunda mejor obra.

Y es que tiene ese aliento de las grandes historias que merecen ser contadas. Max (Pruitt Taylor Vince) se dirige a vender su bien más preciado, su trompeta de jazz, a una pequeña tienda de instrumentos. Antes de cederla definitivamente pide que le dejen tocarla por última vez. Al entonar los compases de cierta melodía, el dueño coge un disco destartalado y lo pone en marcha. Es la misma canción tocada a piano. A Max se le encoge el corazón. El dueño le pregunta si sabe quién es el pianista que interpretó semejante maravilla. A partir de aquí contará la historia de su amistad con Novecento (Tim Roth), el pianista más prodigioso que jamás haya existido, cuya leyenda dice que nunca llegó a bajar del mismo barco en que nació.

Un film realizado con sumo gusto y elegancia, épica e íntima, cómica y dramática; de esas cuyo recuerdo permanece en la memoria aún mucho tiempo después de haberlas visto. Se da la rara conjunción de que destaca en todos sus aspectos: los intérpretes lo bordan, el diseño de producción es impecable, los diálogos memorables (ese discurso final...) y la música de Ennio Morricone es simplemente excelente. Resaltaría sobre todo momentazos como el increíble duelo de pianistas de Novecento contra el proclamado creador del jazz Jelly Roll Morton y la secuencia de la grabación del disco cuando él ve a la chica de sus sueños, comenzando a transmitir lo que siente a través de la pieza que interpreta.

La historia de un genio que tenía mucho más que ofrecer que el común de los mortales, pero que a su vez no era capaz de un acto tan simple como bajar una escalerilla y entrar en el mundo al que tantas veces miró con deseo desde el mar. Una joya a reivindicar y redescubrir para todo aquel que tenga amor por la música y sangre en las venas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RandolphCarter
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22 de mayo de 2008
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace aproximadamente un año, Giuseppe Tornatore, un director de cine italiano que yo hasta entonces no conocía, me hizo un regalo inesperado. Me obsequió con la película de mi vida. Treinta años viendo cine y no fue hasta entonces, hasta aquel 18 de mayo de 2007, que yo descubrí que por fin sabía cuál era la única obra del séptimo arte que estaría dispuesta a llevarme conmigo a la tumba, si me dieran a escoger una sola que me acompañara más allá de este mundo.
Giuseppe Tornatore no sabe que aquel día reinventó exclusivamente para mí el concepto de cine.
No sabe que se ganó el puesto de honor en mi Olimpo particular, ése que destino a todos aquellos que me tocan el corazón a manos llenas.
No sabe que con "Cinema Paradiso" me abrió a mí, a alguien de quien jamás ha oído ni oirá hablar, las puertas de ese paraíso en forma de entrañable patio de butacas de pueblo en el que una pantalla de tela blanca marcaba la diferencia entre la monotonía de los días fuera de la sala, y algo similar al éxtasis en su interior.
Tras filmar su ópera prima, que yo tomé prestada e hice un poco mía, alguna divinidad envidiosa de aquéllas que abundaban en la mitología grecolatina seguramente se tragó la llave del genio para impedirle que la inspiración milagrosa volviese a brotar. Envidiosa de que un simple mortal hubiese tenido las agallas suficientes para desafiar a los mismísimos creadores del cielo y de la tierra, creando a su vez, él solo, una obra inmortal.
Porque Tornatore no volvió a acariciar la cumbre como lo hizo entonces.
Aún así, mi cineasta italiano número uno no me decepciona con esta otra obra suya. Por supuesto, no esperaba nada que pudiese igualar en calidad emocional a "Cinema Paradiso", de modo que la he visto con las expectativas adecuadas.
Tornatore, aunque en una escala menor, de nuevo hace su especial despliegue de sensibilidad y nostalgia.
Los horizontes del mar y los confines de un transatlántico son el hogar de Danny Goodman T. D. Lemon Novecento. Nacido en el buque y criado entre sueños ajenos, los sueños de los pasajeros que ansían pisar nuevas tierras, Novecento no tiene más anhelos propios que transportarse al infinito mientras toca el piano para la concurrencia con manos obsequiadas con un talento innato. Habiendo encontrado su misión, la misión de deleitar con su música sin necesidad de salir jamás del barco, no espera nada más. Mientras todos van y vienen, mientras el "Virginian" no es más que un lugar de paso para la mayoría, Novecento es el único que planta sus raíces en ese lugar que nunca permanece en el mismo sitio, viajando allende los mares como un espectro que haya descendido desde otra dimensión para pasar temporalmente por el mundo corriente, dejando la huella del arte, pero sin unirse al devenir ordinario de quienes buscan un lugar fijo sobre la tierra en el que asentarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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18 de noviembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que no sea una de esas películas que te recomiendan aquellos a quienes gusta el cine. No es que sea mala ni mucho menos, es simplemente que verla es como un sueño del que al despertar solo recordamos un par de detalles concretos y el resto se difumina en la cabeza.

Genial película italiana con un Giuseppe Tornatore cuya obra más famosa es la espectacular Cinema Paradiso. En La leyenda del pianista en el océano, como ya hizo en la otra, nos muestra lo bien que se le da contar vidas y crear lazos entre los personajes. Vale que sea una adaptación literaria y que puede que la relación venga de la novela, pero llevarlo de unas hojas de papel hasta una pantalla, con personajes de carne y hueso, es terriblemente complicado y el italiano nos da una clase magistral en ese aspecto.

Tratándose de un pianista y más siendo cine italiano, no podíamos esperar menos que una banda sonora que roza la perfección, tanto cuando es directamente protagonista en la película cuando lo es de forma indirecta. Un Tim Roth que como ya sabemos no sabe actuar bien y se ve obligado a actuar magistralmente cada vez que se pone ante la pantalla (espectacular la escena donde describe el mundo en plano corto), construye un personaje con tantísimos detalles que se convierte en una persona real desde el primer minuto. Pruitt Taylor Vince, secundario de lujo, interpreta al trompetista aparentemente extrovertido, pero con más vida dentro de su cuerpo de la que hay fuera de el. Un personaje que puede parecer típico pero que no lo es, y que debo decir, a título personal, que me atrapó de sobremanera.

Todo un clásico ya del cine italiano que nos lleva a bordo del Virginia y que hace pasar las olas desapercibidas, sin notar apenas movimiento durante sus 120 minutos. Muy recomendable, aunque probablemente no para todo el mundo.
Grijander
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7 de marzo de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica historia convertida en una preciosa película. Magia es lo que rebosan las escenas y magia es lo que queda al terminar de verla. Muy bien introducida en la película Max comienza a narrar la historia de dos mundos, el de todos y el de Novecento. Una historia que rebosa sentimiento. Una persona que ama la música y el mar: toda su vida, Y su hogar.
Movimientos de grua que te elevan de tu asiento para flotar entre las notas de Morricone y imágenes de Tornatore, especialmente en la escena del duelo de piano y algunas otras que no nombraré por aquí*. Reflexiones que desde el principio pueden dejar a uno ensimismado y que llegando al final te dejan petrificado en tu asiento, sintiéndote por momentos en el mundo de Novecento y dejando en tu cuerpo unas ganas de irte enfrente del mar, observarlo y escuchar su grito. Inmenso.
Recomendada para aquellos que no sean de agua dulce
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ingravitta
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