La espada del samurái

Toda la historia gira alrededor del personaje de Yoshimura. A modo de flashbacks, vamos conociendo la personalidad y vida de un samurai de bajo rango que debe salir de su clan. Muy en el estilo de “El ocaso del samurai” (Y. Yamada, 2002), Takita centra la historia en los finales del mundo samurai, pero deja escapar, a mi modo de ver, la grandísima oportunidad de mostrar al samurai en el día después. Porque si con la trilogía de Yamada, ya se ha profundizado de manera ejemplar sobre los últimos días del samurai, queda una película para poder hablar sobre el samurai cuando todo ha caído y deben de buscar su hueco en esta nueva sociedad. Y si bien la historia daba para ello, su director ha optado por dramatizar en exceso una historia que Yamada ya bordó.

No ayuda su larga duración, completamente innecesaria. Su última media hora va perdiendo fuelle y sus diez minutos finales son de un error y simplicidad que consigue cabrear. Tiende Takita a imponer un sentimentalismo excesivo y existe el peligro de olvidar el gran planteamiento de este trabajo.

Destaco las emociones que emanan los dos protagonistas Kiichi Nakai y Koichi Sato (samurais antagónicos) aunque la actución de este último sea más mala que buena.

"La espada del samurai" refleja brillantemente la decadencia de los samuráis, el fin de una época. Yoji Yamada ya lo mostró en su excelente trilogía, especialmente en "El ocaso del samurai", pero Takita no sólo se centra en mostrarnos los últimos días de los samuráis, también nos habla de la reconciliación, el sacrificio, el amor, la vida, y por supuesto la muerte. Y a todo esto tenemos que sumarle los valores humanos que se les supone a los samuráis. "La espada del samurai" es un film que habla sobre los hombres.

El anciano Hajime Saito (Koichi Sato) lleva a su nieto al médico En la consulta, sobre una mesa, está la foto de un samurai. Saito se queda sorprendido al ver la foto y el médico le pregunta si lo conocía. Saito responde que no. Pero la voz en off del propio Saito introduce la historia en modo de flashback: "¿Cómo puedo olvidarle? Kanichiro Yoshimura. Es el hombre que más odié...".

Kanichiro Yoshimura (Kiichi Nakai) es un samurai de bajo rango que ha de huir de su pueblo y abandonar su clan con tal de mantener a su familia. Al principio se muestra a Yoshimura como un samurai al que sólo le importa el dinero, pero poco a poco y mediante las historias que se van introduciendo mediante flasbacks, tanto Saito como el médico, se va componiendo el rompecabezas de la vida y personalidad de Yoshimura, el samurai de la foto.

Técnicamente la película es sobresaliente. La fotografía es majestuosa, como Marioka, el pueblo de Yoshimura, "¡Es hermosa cómo un cuadro!". La música es extraordinaria y los decorados y vestuarios precisos y adecuados. Además todos los actores del film hacen un trabajo soberbio, hasta los secundarios están de lujo.

"La espada del samurai" es una preciosa historia que, quizás en algún momento, peca de sentimentalista, pero que también emociona en otros muchos momentos sin trampas ni sentimentalismos. Escuchar a Hajime Saito cantar la canción de Morioka, me ha dejado descompuesto. Puede que sea un sentimental, pero esta película me ha emocionado.

"La espada del samurái" narra desde una nueva perspectiva la historia del Shinsegumi durante los últimos días del Shogunato Tokugawa y el inicio de la Era Meiji. A través de los recuerdos de Hajime Saito (el capitán del 3er regimiento del Shinsengumi) y del caballero Chiaki, quien por entonces era sólo un niño, hijo de un daimyo provincial vamos adentrándonos en los difíciles tiempos que vieron el final de los más de 200 años de la época Edo.
La historia se centra en la difícil vida de Yoshimura Kanichiro un samurai de bajo rango que decide abandonar a su clan y convertirse en un ronin para unirse a los Shinsengumi y poder conseguir dinero con el que alimentar a su familia. En un principio Yoshimura se nos presenta como la antítesis del samurai; su única preocupación es ganar dinero. Pero conforme avanza la historia descubrimos que Yoshimura dista mucho de ser el pusilámine que todos creen. Su afán por reunir dinero nada tiene que ver con la avaricia, sino con el único deseo de sustentar a su familia, y cuando los tiempos se recrudezcan y la batalla sea inevitable Yoshimura tendrá ocasión de demostrar como por sus venas corre el espíritu Yamato.
Una película pasable del más actual Jidaigeki, leyenda de samuráis de Mibu, posa una mirada evocativa a los últimos días de una raza moribunda de hombres para quienes el honor era el valor más importante en la vida pero que no llega al nivel de las de Yoji Yamada y en la que el vestuario y el resto de elementos del denominado tratamiento histórico es lo mas destacado ya que están exquisitamente cuidados.

Después de haber leído de ella que era la mejor película de samuráis de la historia y una obra maestra absoluta esperaba mucho de ella, quizás demasiado y la verdad es que me ha decepcionado mucho. No la considera mala, al contrario me parece medianamente interesante, pero de eso a obra maestra va un abismo. La dirección de Yojiro Takita es sobria pero sin ningún punto destacable, incluso diría que a los combates les falta fuerza y épica y que la narración de la historia en algún momento es algo liosa. Los actores están bien, cumplen con creces y la historia de odio-amistad entre los dos personajes principales funciona bien. El problema que le veo a la película es que se toma demasiado en serio a si misma, parece que estén intentado hacer la obra absoluta del xambara y eso le pasa factura. Y su larga duración (142') también es un problema, porque tampoco cuenta tantas cosas y hace que se alargue demasiado. Como partes positivas, que también las hay, pondría como ya he dicho la relación odio-amistad de los dos personajes principales, algunos momentos dramáticos de la relación entre el protagonista y su familia y algún combate y batalla. En definitiva, nos encontramos ante una película interesante, aunque no tanto como prometían, así que mejor verla sin las pretensiones muy altas.

Como ya nos mostrara el mismo año Edward Zwick con El último samurai, los luchadores nipones tenían las horas contadas. Yojiro Takita utiliza el flash-back como vehículo de la historia del samurai Yoshimura, un héroe atípico por lo ufano y tacaño que parece a simple vista, y hasta desagradable a ratos, porque el espectador no maneja al comenzar el film, suficientes datos para componer la personalidad de este singular samurai. Una de las virtudes de la película es el pausado tratamiento acerca de la personalidad de Yoshimura.

Es cierto que por momentos peca de parsimoniosa y con tendencia a estancarse dónde quizá debería contener algún giro inesperado. Aún y todo es un buen y distinto film del estilo de El ocaso del samurai. Especial mención para el vesturario y el maquillaje.