La chica del puente

Lo mismo que hay personas que cuando se unen es como si llegara a sus vidas la mala suerte, también hay personas que sus vidas van de mal en peor pero en cuanto se juntan todo parece que empieza a funcionarles y el panorama viviencial se torna positivo.

La tesis de esta película gira en torno al concepto de la SUERTE. Estamos ante una mujer y un hombre que individualmente y cada uno por su cuenta son unos fracasados, sus vidas no valen nada, como un billete de 500 euros partido por la mitad y cada parte distanciada una de la otra; sin embargo si se encuentran y juntan, acontece lo valioso, el éxito real, el tal para cual.

Muchos son los seres humanos cuyas vidas transcurren deprimentemente. «¿Qué esperan?... Que les ocurra algo». Esto es también lo que desean los personajes principales de este filme: que ocurra algo significativo en sus vidas.

El guión está algo inclinado hacia el aburrimiento, a pesar de lo cual no deja de ser filosófico: la suerte no llega sentándose uno a esperarla, salvo excepciones, sino que hay que ir en su busca. Y otra cosa, ¿crees que la suerte sólo tiene que ver con ganar dinero en un juego de azar o por ejemplo con que te toque un coche en un concurso? No te equivoques, la suerte puede estar situada precisamente en el estado que menos te imaginas: tu suerte puede ser, aunque te cueste creerlo, la vida de mala suerte que llevas.

«—Para despedirnos: ¿qué hacemos?, ¿nos damos la mano?, ¿un beso?
—Nos olvidamos.»

¿Seguro? ¿Seguro que podremos olvidarnos?

Fej Delvahe

Preciosa historia la que narra Patrice Leconte en esta película. Tomando como base dos personajes bien dibujados y excelentemente interpretados por el siempre eficaz Daniel Auteuil y Vanessa Paradis, y bien acompasado por una espléndida fotografía en blanco y negro; narra una historia de amor poco convencional (eso que tantas veces vemos en las pantallas y tan pocas veces va acompañado de buen gusto y sensibilidad).

Durando lo estrictamente necesario y conquistando al espectador a cada segundo que pasa, "La chica del puente" es una película que gustará a casi todo el mundo. Tampoco es una película que vaya a quedar grabada en mi memoria para siempre, pero su visionado se agradece muchísimo.



"Pareces una chica a punto de cometer una estupidez"

Es una de esas películas llena de un absurdo absolutamente delicioso. Leconte crea una atmósfera romántica y burlona llena de ironía. La fotografía es elegante y la música exótica, te ambientan de tal forma que incluso en la parte que se desarrolla en Turquía casi podía percibir el olor a especias en la calle. La química entre los actores es sorprendente y si no atentos a la mirada profunda de Auteuil posada en la Paradis. Una película que pasó sin pena ni gloria por las carteleras y por los palmarés y que a mí me encantó desde la primera vez que la ví por casualidad en televisión. Es una pequeña joya para la gente que disfruta de los diálogos ingeniosos y que conecta con el absurdo del cine de Leconte.

Película muy francesa para los muy franceses quienes por cierto, adoran este tipo de cine aunque también vayan en masa a visionar El señor de los anillos. Una joven hermosa que parece tener una nube negra tatuada en la frente y con cierta tendencia a la ninfomanía, se encuentra con un maduro vividor que lanza cuchillos en espectáculos circenses.

El comienzo en el puente es vigoroso y no falto de un humor cínico por parte de ambos protagonistas. La relación filial y profesional que Daniel Auteuil mantiene con Vanessa Paradis está alejada de los típicos cliches característicos de estas historias. Filme que transcurre con ritmo e interés y que homenajea en cierto modo, un tipo de glamour que se perdió allá por los cincuenta.

Daniel Auteuil consigue una interpretación excelente. Es un personaje con mucho pasado que atrapa al espectador con sus frases y su magnetismo. Cada vez que lanza un cuchillo piensas que va a ser el último. La escena de la sábana es magistral, así como la que transcurre en el interior del vagón, con una gran utilización de la luz, lástima que el final le quite dos puntos. Recomendable.

* Película para románticos empedernidos en un vivaracho embase que la hace disfrutable del tirón; sin altibajo alguno, muy amena y de ritmo audaz. La Chica del Puente es un ejemplo, de los pocos, de cómo se puede conjugar el drama romántico genuino con la comedia mas vivaz. El humor salpica toda la película, a veces un humor negro, otras un humor desenfadado y descarado, presente durante todo el metraje, sin echarse atrás ni cohibirse en las escenas más emotivas y sombrías. Todo ese humor no es obstáculo para elaborar esta agridulce historia, a veces bastante oscura, y unos personajes “llenos de grietas”.

* La película está rodada en blanco y negro, y tanto el aspecto visual-técnico como el humano recuerdan en cierta medida a Jeunet, por su dinamismo y resolución, y por retozar alegremente en la oscuridad de una gris y amarga historia, chapoteando risueño en la desdicha.

* Me encanta como se plasma la necesidad que tienen los protagonistas de estar juntos, y no por atracción mutua, por incipiente afecto, por capricho, sino por necesidad y exigencia pura y dura, porque debido a insondables misterios de la vida parecen estar irremediablemente abocados al fracaso y la desgracia cuando están separados. Pero no es que la suerte los vea con mejores ojos cuando están juntos, y por ello les favorezca, es solo que han ido a encontrar aquello de lo que tenían necesidad imperiosa: apoyo y sostén, un pilar seguro, sobre todo en el caso de ella. Él encuentra alguien a quien dedicarse, en quien afanarse para seguir adelante. Solo que para no poner las cosas fáciles, y para seguir en la línea de reírse de uno mismo, ella no encuentra el príncipe azul que quizá esperase, sino al hada del cuento, y encima en forma de cuarentón irritante, maníaco-depresivo y lanzacuchillos; y él, a una jovencita impulsiva, casquivana y suicida que le inspira en su trabajo: intentar no acertarle con sus cuchillos.
Se salvan el uno al otro, pero la gracia de la historia es que durante su relación estarán siempre en la cuerda floja, sin plena confianza en el futuro, creyendo que lo que están viviendo es un sueño, o una burla del destino, y con el sempiterno miedo de que todo acabe como empezó; incluso es tal esa incertidumbre que a veces los propios protagonistas, embebidos de la atracción que el abismo ejerce, parecen querer precipitar ese final, antes de que el final los precipite a ellos a la oscuridad donde se encontraron. No es fácil confiar en la dicha cuando tus heridas sonríen a la par que tus labios.

Todo acaba siendo deliciosamente dichoso o lóbrego en La Chica del Puente, buen antídoto para los bajones de ánimo, y más porque ni por un momento se pierde de vista el fondo doliente y afligido de la historia. Quizá su ánimo de predicar que la felicidad hay que labrársela sea un poco intrépido, pero no el mensaje de que si no luchas, ya has perdido.