La Guerra de Independencia Argelina y el neocolonialismo | Tierra Adentro
Tierra Adentro
Ilustración realizada por Martha E. Saint Martin

La primera mitad del Siglo XX marcó diversos hitos en la historia universal. Dos Guerras Mundiales (1914-1918 y 1939-1945) devastaron a Europa por la competencia imperial y territorial de las potencias mundiales, algunas todavía con posesiones coloniales en la época, principalmente Francia y Reino Unido, las cuales poseían el control casi total del continente africano, además de algunas porciones de territorio en Medio Oriente y el Sureste de Asia, llegando a abarcar entre ambas 47,000,000 Km2, poco más de un tercio (31.6%) del total de la superficie terrestre del mundo.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, y a partir del apoyo que todas las colonias habían brindado para surtir de materias primas y recursos naturales a los gobiernos ingleses y franceses de la época, África experimentó fuertes movimientos de independencia a finales de la década de los 50 y principios de 1960, dentro de este último grupo, Argelia logró obtener soberanía gubernamental de París el 3 de julio de 1962, no obstante, para que ello sucediera hubo de librarse una batalla por liberarse del yugo colonial del 1 de noviembre de 1954 al 19 de marzo de 1962.

Con el pretexto de esta última fecha, el texto en esta ocasión tratará sobre la Guerra de Independencia Argelina (1958-1962), la cual supuso, junto con la pérdida de la Indochina Francesa (actualmente Vietnam Camboya y Laos) en 1954,  el inicio del fin del Imperio Colonial Francés (1830-1962).

 

Esto sin duda, y como ya en otras ocasiones lo hemos hecho, lo haremos con un breve recuento histórico que llevó al movimiento independentista en Argelia a librar dicho combate desigual contra Francia, y a formar parte de la gran corriente independentista africana que se enmarcó dentro del contexto de la Guerra Fría, pues muchos movimientos de liberación en este y otros continentes fueron apoyados de manera indirecta para establecer su gobierno soberano por Estados Unidos y la URSS. 

Por otro lado, haremos una recapitulación rápida de Argelia Independiente hasta la actualidad, y finalmente, estableceremos una serie de puntos interesantes sobre el neo-colonialismo, la nueva forma de dominio indirecto que establecieron algunos países y que se encuentran insertos dentro de una dinámica nueva de conflictos geopolíticos entre las potencias mundiales de nuestros días.

 

Argelia antes del dominio francés: Roma, Islam y Piratería

 

Al estar colocado en la costa noroeste del continente africano, Argelia, y sobre todo, su parte costera, han sido motivo de control e interés comercial y económico, pues esta zona da al sur del Mediterráneo, mar cuyo dominio de las rutas de transporte costeras y marítimas fue clave para el éxito de los imperios antiguos como el romano, el cual, luego de derrotar a Cártago, se hizo del control de la franja desde el 27 a.C, sin embargo, no sería hasta el siglo II cuando Roma controlaría en su totalidad el norte costero de todo el continente, Argelia incluida.

Con la división y caída del Imperio Romano de Occidente en el 437 d.C., el Imperio Romano de Oriente o Bizantino se encargó de conservar aquellas preciadas posesiones territoriales, aunque no lo lograría por mucho tiempo, pues el Califato Omeya (661-750) y el Fatimí (909-1171) a pesar de un breve interregno de 150 años, en la cual reinos de constitución mayoritariamente berebere conservaron cierto grado de autonomía política, pero consideramos a éste como parte del periodo islámico pues la religión y el modo de gobierno ya se encontraban fuertemente asentados en el territorio antiguo de Argelia.

En este sentido, posterior al Califato Almohade (1121-1269) y al establecimiento de un nuevo reino berebere (Reino de Tlemcen 1235-1554), la mayor parte del territorio estaría bajo el control administrativo directo del Imperio Otomano ente 1554 y 1830, y algunos enclaves como Orán bajo control del Imperio Español, el cual se encontraba en pleno apogeo colonial, aunque es poco claro por qué no concentró sus esfuerzos por controlar el sur costero del mediterráneo.

Durante este periodo también es notable la presencia de piratas en toda la costa norte de África, el cual resultó un negocio muy lucrativo pues al cruzar todas las flotas mercantes por aquel lugar para dirigirse al Atlántico por medio del Estrecho de Gibraltar los gobernantes locales y el propio Imperio Otomano vieron una lucrativa fuente de recursos.

De igual forma, durante el periodo de piratería norafricana en el Mediterráneo, surgió una figura importante que muchos argelinos en el ideario popular reconocen como el fundador del Estado moderno en Argelia, Khair ad Din Barbarroja (1478-1546), dada su capacidad de negociar el apoyo Otomano frente a ataques españoles y de otros reinos en la región, pero también por establecer una dinastía de Deys o gobernantes locales dentro del Imperio Otomano que disfrutó mayor independencia que otras regiones. 

Hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, los poderes europeos e incluso el emergente poder naval estadounidense, comenzaron a poner sus ojos en la piratería del Norte de África y su posterior colonización del continente.

 

Una vez terminadas las Guerras Napoleónicas (1803-1815), Estados Unidos y Gran Bretaña, la gran vencedora del conflicto continental y potencia mundial en el S. XIX-XX, obligaron a los numerosos reinos de la zona, incluido el de Argel (capital de Argelia actual), por la amenaza o el empleo directo de la fuerza militar y naval, a firmar tratados de paz, los cuales limitaron a los gobernantes locales y de manera indirecta al Imperio Otomano a finalizar con la práctica de la piratería como fuente legal de recursos.

La época dorada de la piratería en el mediterráneo terminaba, pero la del Imperialismo Colonial se cernía.

 

Argelia bajo el dominio Colonial Francés: 1830-1954

 

En 1830, bajo el reinado de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), Francia emprendió una campaña militar contra Argelia posterior a un bloqueo causado por un “insulto contra un representante diplomático francés”. Y para revertir su impopularidad frente a la recuperación nacional lenta post-Guerras Napoleónicas, se anexaron los territorios y se estableció una administración colonial llamada régime du sabre o “régimen del sable” en la cual el gobernador general de la nueva colonia tenia potestades civiles y militares, y pertenecía al Ministerio de Guerra nacional.

Posterior a la misión militar, incluso los gobernadores generales como Bertrand Clauzel (mariscal de las guerras napoleónicas) y otros altos funcionarios coloniales comenzaron a adquirir grandes extensiones de tierra y otras inversiones para desarrollar y explotar de manera casi exclusiva la industria del algodón en Argelia gracias a la explotación de la fuerza laboral local. Y así los intereses gubernamentales y económicos comenzaban a mezclarse, pero más allá de ello, se generaría una casta de colonos de élite que se opondría desde adentro del gobierno a cualquier intento de reforma al modelo colonial puro de explotación y dominación por la fuerza en Argelia ante la efervescencia del movimiento de independencia.

Aunque ello tardó tiempo en concretarse, pues en 1836 una insurrección apoyada por el Imperio Otomano y Británico, este último en plena competencia colonial contra Francia en África, apoyaron la primer insurrección notable contra el dominio francés en Argelia que pondría en peligro el futuro de esta colonia bajo la égida de París.

Liderado por Abd el Qadir, su ejército combatió contra las fuerzas invasoras hasta 1847, y lo anterior solamente cuando un tercio del total del ejército francés se encontraba en suelo Argelino (108,000 hombres aproximadamente).

Durante la revolución de 1848 que depuso el reino de Luis Felipe I, la breve República francesa (1848-1852) reconoció como parte integral del territorio francés a Argelia y planteó un esquema de gobierno civil que diera mayor apoyo a los colonos para explotar el territorio.

Sin embargo, con el re-establecimiento del Imperio liderado por Napoleón III (1852-1870) el régimen militar volvió a dominar en Argelia, pero terminado el sueño imperial en Sedán, el gobierno civil-burgués de la Tercera República (1870-1940) realizó el sueño de establecer una administración no militar y pro colonial en Argelia, ello en evidente beneficio de la casta dorada de colonos, los grandes consorcios empresariales que los apoyaban y para el detrimento de la población local, pues muchas personas fueron desplazadas y ello derivó en una nueva insurrección social en 1871.

Posterior al aplastamiento con el brazo militar de la Tercera República, el gobierno pro-colonial estableció una administración que relegaba de toda participación política a la sociedad local, se estableció un código penal especial para Argelia en el cual, totalmente incompatible con la ley nacional de la metrópoli, los delitos de insolencia y manifestación no autorizada eran castigables por la ley local, y el gobernador general estaba facultado para encarcelar sujetos hasta por 5 años sin necesidad de juicio previo.

En pocas palabras, el régimen republicano resultó ser mucho más opresivo que el militar de antaño y relegó a los argelinos a una condición de cuasi-esclavitud.

Como resultado de este dominio colonial asimétrico hacia la población local en términos económicos, políticos y sociales, el desarrollo en dichos rubros no fue el mismo para los colonos que para la población local, mientras que unos disfrutaban de los resultados de un desarrollo favorable, los otros quedaban relegados incluso en términos de servicios públicos y educativos.

Aunque dicho último punto, en un intento “civilizador” iniciado por Francia en 1890 comenzaría a generar una nueva conciencia en la sociedad argelina que 60 años después iniciaría el movimiento de independencia. 

Al permitir que ciudadanos de la colonia fueran a educarse a Francia, ellos se dieron cuenta que las condiciones entre la metrópoli y la colonia eran diametralmente opuestas en todos los términos, y a inicios de 1900, los primeros líderes como Messali Hadj (1898-1974) y Ahmed Ben Bella (1916-2012), éste último sería el fundador del Frente de Liberación Nacional (FLN) principal actor en la Guerra de Independencia que estallaría tiempo después.

Pero antes de ello, entre 1900 y 1945, a pesar del apoyo que la colonia le brindó a Francia para triunfar en ambas Guerras Mundiales, los esfuerzos desde París y desde Argel para iniciar un movimiento de reforma que corrigiera las grandes desigualdades del régimen colonial argelino, en todo momento, ellos fueron confrontado por una intransigencia y cerrazón política monolítica nutrida por los líderes locales europeos en Argelia que se oponían tajantemente a cualquier devolución de poder a la población. 

Además, las redes de intereses políticos y económicos por este régimen de explotación habían invadido diversas ramas de la administración pública en Francia (Asamblea Nacional, Burocracia general, Fuerzas Armadas, comunidad de negocios) y eso definitivamente dificultó más cualquier esfuerzo por reformar el sistema colonial de Argelia.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, las tensiones entre los colonos y argelinos explotaron en forma violenta, el 8 de mayo de 1945 manifestantes pro-independencia atacaron colonias, residentes y bienes europeos dejando un saldo de 103 muertos. En respuesta a ello, el gobierno local y de la metrópoli hicieron arrestos masivos (5,460) y desmantelamientos de centros de disidencia, adicionalmente, ataques navales y aéreos contra localidades argelinas dejaron un saldo de 1,500 civiles locales muertos, aunque algunos otros varían entre 6,000 y 45,000 civiles,

En agosto 1947, la Asamblea Nacional presentó un último intento de reforma para resolver la inestabilidad en Argelia y creó un estatuto general que buscaba crear nuevos órganos legislativos y administrativos locales para los argelinos, y otros mixtos (colonos y argelinos) que tendrían un vínculo directo con el gobierno central. Desafortunadamente la iniciativa, como muchas otras precedentes, falló por la eterna reticencia de distribuir poder de la élite colonial, y porque los líderes nacionales de independencia la consideraron insuficiente en términos auto-administrativos y ello no coincidía con los sacrificios y apoyo brindado a Francia en ambos conflictos.

Esto, aunado a los constantes acosos a los líderes políticos locales, durante elecciones fraudulentas que buscaban mantener el control en todos los nuevos aparatos legislativos, y con la supresión de los partidos locales entre 1953 y 1954 generó más polarización y la conformación del FLN entre marzo y octubre de 1954, esto con el objetivo de organizar un levantamiento armado en contra de Francia para obtener su independencia, gracias al ejemplo de la reciente independencia de la Indochina Francesaen el mismo año.

Finalmente, la mañana del 1 de noviembre de 1954 se lanzaba un ataque coordinado contra varias instalaciones militares en Argelia, puestos de policía, almacenes, infraestructura pública y de comunicación administrativa colonial entre otras. Adicionalmente, desde el Cairo, el FLN transmitió un mensaje invitando a la población local a restaurar “El Estado Argelino, su soberanía, democracia y sociedad conforme a los preceptos del Islam”.

La respuesta del Ministro del Interior en Paris, François Mitterrand fue en ese momento tajante y marcaría los siguientes ocho años del conflicto, por desgracia: “la única negociación posible es la guerra”

 

 La Guerra de Independencia Argelina: 1954-1962

 

A modo de no ser tan extensivo en este apartado, podríamos decir que el conflicto estuvo marcado por tres campos principales: el militar, el político y el económico-social.

Respecto al primer campo, la mayoría de los combates entre el FLN y el ejército francés se dieron a modo de guerrilla y ataques terroristas hacia infraestructura militar y administrativa del gobierno colonial en Argelia, involucrando a tres actores principales: El FLN comandado por Abdelhafid Boussouf, Mohamed Boudiaf, Houari Boumédiène y Ahmed Ben Bella.

Sin embargo, las únicas operaciones amplias que se libraron durante toda la Guerra, y que desafortunadamente tuvieron una fuerte respuesta contra toda la población argelina y el FLN,  fueron: la masacre de Philippeville en 1955 en la que 4000 civiles perecieron entre locales y europeos, y la Batalla de Argel en 1956, en la cual una huelga general convocada hacia la sociedad, una serie de ataques con bomba en la ciudad, incluida la oficina de Air France en Argelia, y una serie de ataques armados y explosivos con promedio de 800 al mes durante la primavera de 1957 que hizo recrudecer la respuesta militar hacia los argelinos y el FLN, pero al margen del panorama internacional, el papel del gobierno francés generaba cada vez más rechazo por parte de otros países.

En un intento por desarticular la posición del FLN en el territorio fuera de las ciudades, el ejército francés creo la Sección Administrativa Especializada (SAS) que se encargó de ocupar a la población local para amedrentar a los civiles a modo de movimiento contra-guerrillero o insurgente, pero a veces por medios muy crueles como la tortura y los asesinatos extrajudiciales, con el objetivo de romper la base social del FLN, cuyos miembros, llamados harkis llegaron a constar de 150,000 paramilitares.

Siguiendo la tónica anterior, entre 1957 y 1960, el ejército desplazó a 2,000,000 de civiles locales aproximadamente a campos de refugiados en un intento secundario al SAS de desarticular la base del FLN, sin embargo eso tuvo efectos desastrosos para la calidad de vida de los afectados.

A pesar de las ganancias hechas por el ejército francés contra el FLN en Argelia entre 1958 y 1959, que aseguraban el control casi total del territorio, la oposición y un recambio en el liderazgo francés al asumir el papel Charles de Gaulle (1959-1969) como presidente de la Quinta República Francesa (1958 a la actualidad), la oposición interna y externa al conflicto ya hacia insostenible el seguimiento intensivo de la actividad bélica, especialmente por las familias de los soldados conscriptos (por servicio militar obligatorio y no soldados profesionales) que llegaron a ser hasta 4,500,000 efectivos desplegados en Argelia hasta 1962

Siguiendo en el campo militar, éste incluso se trasladó al territorio de la metrópoli, llegándose a librar las “Guerras de los Cafés” que perduraron mientras la guerra se mantuvo entre el FLN y el MLN, lo cual hizo aún más insostenible la posición política del gobierno central por mantener el conflicto en Argelia ante un creciente temor y rechazo por parte de la población fuera de la colonia.

Por lo que respecta al campo político, con la llegada de De Gaulle a la presidencia, éste aprovechó para desarrollar una nueva constitución que lo dotara de poderes más amplios siendo el titular del ejecutivo, y también para desarrollar un plan de autonomía para Argelia en la cual se volviera un Estado Asociado de Francia en un intento de evitar el rompimiento territorial con el país.

A respuesta de lo anterior, la élite colonial argelina identificó en este proyecto de reforma (como en todos) una traición a sus intereses y dominante status quo en la colonia, así que en enero de 1960 junto con algunos apoyos dentro del ejército francés, se organizó un movimiento de resistencia informal e ilegal que organizó barricadas en los territorios de Argelia y se apoderó de edificios administrativos, afortunadamente, este movimiento fracasó gracias a la pericia política de De Gaulle y su peso como líder de la resistencia dentro del ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial. 

Pero, ello tuvo un enemigo extra agregado al conflicto, pues grupos paramilitares sostenidos por la élite colonial en Argelia operaron mediante tácticas de guerrilla y terrorismo similares a los del FLN contra la población local y los europeos que apoyaran el plan de reforma de De Gaulle, lo cual indudablemente complicaba la situación del conflicto.

Pero la ofensiva colonial contra el gobierno de la Quinta República no acabó ahí, pues en abril de 1961 un Golpe de Estado fallido contra el gobierno de De Gaulle, con la participación de la élite colonial, que veía sus intereses desvanecerse con el desarrollo del conflicto, unidades del ejército en la Legión Extranjera, y la Organización del Ejército Secreto (OAS) que era un grupo paramilitar financiado por aquella élite colonial, intentaron apoderarse de Argelia y derrocar la presidencia de De Gaulle, la cual luego de 4 días de levantamiento y tras una nueva ofensiva dentro del mismo aparato militar nacional fue suprimida de manera exitosa.

Adicionalmente, el hecho anterior marcó un punto de inflexión en la política hacia la Guerra de Independencia en Argelia, pues De Gaulle decidió abandonar el apoyo a los colonos, el ejército había caído en desgracia política y tuvo que reducir su participación en el conflicto, lo cual llevó a negociar un cese a las hostilidades en Evian para mayo de 1961.

Luego de varios intentos de ejecutar un verdadero cese al fuego entre el FLN y el ejército francés, los Acuerdos de Evian firmados el 18 de marzo de 1962 comprendían acuerdos de cese al fuego al día siguiente de su firma, el reconocimiento de la soberanía plena y el derecho a la autodeterminación de Argelia, el intercambio de prisioneros, y el aseguramiento de protección y garantías hacia la propiedad de todos los ciudadanos argelinos, incluidos los colonos europeos por un periodo de tres años.

Así, el 19 de marzo de 1962 se ejecutaba el alto al fuego y el conflicto se fechaba en la historia y la política como terminado, Argelia era al fin un país independiente.

Relativo al tercer y último campo, la economía nacional heredada por los gobiernos argelinos independientes estaba hecha trizas por la actividad bélica y por el abandono de los puestos administrativos en el aparato productivo recién independizado, por lo que era apremiante el establecimiento de una política de recuperación económica nacional inmediata.

En términos sociales, el panorama no era igualmente alentador, durante los ocho años de conflicto, aproximadamente 24,000 efectivos del ejército francés perecieron y 300,000 argelinos perecieron entre combatientes y civiles de acuerdo a datos oficiales de Paris recopilados por Alistair Horne, ello sin duda causaría aún más disrupciones para la recuperación económica de Argelia, aunado a los casi 2,000,000 de desplazados por el conflicto que tendrían que emprender el largo retorno a sus localidades.

 

Argelia Independiente

 

Una vez disipada la alegría de la independencia nacional, los gobiernos de Argelia entre 1963 y 1999 estuvieron plagados de golpes de Estado, regímenes efímeros de presidentes interinos, una guerra civil entre 1991 y 2002, y consejos revolucionarios comandados por militares que se habían hecho camino dentro del gran entramado del FLN. Uno de ellos, Abdelaziz Bouteflika (1999-2019), logró mantener las riendas del país con resultados mixtos, pues mientras el país ya se encontraba encaminado en la recuperación económica, la corrupción se mantenía como parte intrínseca a no solo Argelia, sino a muchos otros gobiernos de independencia reciente (después del proceso de Descolonización en África, Medio Oriente y Asia en la segunda mitad del S. XX) y con pasado colonial francés o inglés en su mayoría, esto sin mencionar las políticas de represión a la disidencia que busca un rumbo diferente de desarrollo que se vieron manifestadas en muchos países del MENA (Medio Oriente y Norte de África) durante las primaveras árabes entre 2010 y 2012, que tuvieron resultados poco alentadores para la población de sus respectivos países.

En términos económicos y sociales, el país ha estado anclado a ser productor de energéticos (petróleo y gas natural) hacia Europa (España, Francia e Italia son el destino del 40% de estas exportaciones) y otros países de la región, pero con la renuncia de Bouteflika en 2019, no existen todavía claros signos que nos permitan establecer un balance positivo o negativo del actual gobierno (Abdelmadjid Tebboune, 2019 en adelante), aunque existen algunos indicios que pueden sugerir que será una continuación de dominio civil y militar continuado desde 1965.

 

Conclusión: Neocolonialismo ¿Mito o realidad?

 

Para cerrar con este texto, y brindar al lector una serie de puntos finales, que le permitan establecer y reflexionar si en la actualidad existen regímenes neocoloniales derivados del sistema capitalista económico global para mantener su funcionamiento, o existen otras posibles explicaciones al respecto, me gustaría presentar algunas ideas que en su momento hizo Kwame Nkrumah (1909-1972), expresidente de Ghana y figura prominente del marxismo africano en su momento, ello por medio de la obra “Neocolonialismo: última etapa del imperialismo” (1965).

En la obra establece que una vez que una ex-colonia es independiente, es imposible revertir este proceso como lo era en los siglos pasados (XIX-XX), algunas colonias pueden permanecer, pero nuevas no serán creadas. En este sentido, la esencia del neocolonialismo es que el Estado al cual está sujeto a este régimen de dominación, aparenta ser independiente pero en realidad su sistema económico y político son dirigidos de manera indirecta (por otro Estado u empresa).

Por lo general, el neocolonialismo lo ejerce la metrópoli de la cual era parte a modo de colonia el ahora país independiente, o en todo caso puede tomar su lugar otra potencia imperial como Estados Unidos o un consorcio de intereses financieros que no son identificables con un Estado en particular.

El resultado de este método de dominio indirecto es que el capital extranjero que llega a modo de inversión al país es usado para la explotación en los países en lugar de desarrollar su aparato productivo, estatal y administrativo de una manera adecuada, y ello acrecienta la brecha entre los países pobres y ricos.

La destrucción mutua asegurada previene que los grandes poderes militares nucleares se enfrenten de manera directa, por lo cual el conflicto militar se ha confinado a “guerras limitadas” o conflictos regionales, o de “baja intensidad” que actualmente son los que predominan en el mundo.

En ese aspecto, el neocolonialismo fomenta dichos conflictos para su beneficio, empero, ello no previene que los grandes poderes se enfrenten de manera indirecta y el conflicto escale en intensidad de duración y destrucción, pues el involucramiento y apoyo que dichos poderes le den a las partes enfrentadas va de la mano directamente con lo anterior, y el resultado político de aquellos por lo general va orientado a establecer un gobierno sucesor de orientación neocolonial igual para seguir siendo explotado por los poderes que ejercen este renovado modo de dominación.

Desafortunadamente, y este es el punto último con el cual invito al lector a reflexionar, ¿los conflictos actuales surgieron por razones puramente locales o existen otros intereses involucrados para su desarrollo y prolongación que pinta un futuro sombrío para los países que no se encuentren doblegados en uno u otro polo de poder dentro de la nueva dinámica neocolonial?

Porque de ser cierto lo siguiente, y apelando al bucle repetitivo de la historia, Nkrumah es lapidario al respecto: “la introducción del neocolonialismo incrementa la rivalidad de los grandes poderes” la cual en su momento provocó el viejo colonialismo, y vale la pena recordar, esos regímenes coloniales e imperiales cayeron por vía de dos conflictos armados, con lo cual cierro preguntándoles, queridos lectores, ¿el nuevo régimen neocolonial tendrá el mismo desenlace funesto que los precedentes?

 

Fuentes de consulta