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Muere el actor Juan Diego a los 79 a�os, la voz rota y roja m�s comprometida del cine espa�ol

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El ganador de tres Goya e int�rprete con obcecaci�n de villanos ten�a problemas de salud desde hace a�os

Muere el actor Juan Diego a los 79 a�osEL MUNDO

Juan Diego era muchas cosas. Todas ellas duras, combativas y, pese al ligero contrasentido que pueda parecer, entra�ables. Juan Diego era uno de los actores m�s reconocibles y, aunque siempre como descompuesto, perfectos. Pero Juan Diego era, sobre todo, una voz; una voz con nudos. Hablaba y por el traqueteo de las palabras de este actor sevillano natural de Bormujos se adivinaba la geograf�a entera de eso llamado cine, cine espa�ol, y apurando de Espa�a entera.

Ha muerto este jueves a los 79 a�ostras una larga enfermedad que le tra�a medio p�lido y cada vez m�s delgado (no menos activo), pero su voz se qued� con nosotros con aspecto y sonido de s�mbolo. Para siempre. La capilla ardiente tendr� lugar este viernes, de 10.30 a 14 h, en la Sala principal del Teatro Espa�ol.

Como si se tratara de las cuentas de un rosario pagano, la voz de Juan Diego iba dejando entre los dedos del que escuchaba algunos de los mejores papeles que ha dado el cine espa�ol: desde el San Juan de la Cruz de La noche oscura al productor rijoso de Torremolinos 73'pasando por el mism�simo Francisco Franco Bahamonde de Drag�n Rapide, sin olvidar el padre resignado y descomunal de Vete de m�.

Y en medio como un t�tem, intocable y violento, el se�orito Iv�n de Los santos inocentes. �Por qu� ser�a que a un actor tan obcecadamente rojo, rojo de Frente de Estudiantes Sindicalistas, rojo de Partido Comunista de Espa�a (del de la P, la C y E), rojo de la huelga de actores de 1975, rojo del No a la guerra... por qu� ser�a que a un se�or tan cabal, ordenada y gravemente rojo le sal�an tan bien los papeles grasientos con la gomina de lo cutre, de lo turbio y de lo fascist�n? "Imagino que un actor tiene que hacer de todo y se debe a lo que hace", respond�a cuando ten�a ocasi�n. Y lo hac�a, como era ya norma, con la voz rota.

Una de las �ltimas veces que apareci� en todo su esplendor en la pantalla fue en la pel�cula de 2014 de Chema Rodr�guez Anochece en la India. Toda ella estaba ah� por �l, con �l y a trav�s de �l. Carne de su misma carne. Suena truculento y, en realidad, era s�lo sangre. Dulce, violenta y conmovedora sangre de actor. La pel�cula contaba, y cuenta, la historia de un hombre solo, antes un hombre enamorado; un tullido condenado a una silla de ruedas que antes, qui�n sabe, tal vez estuvo enamorado; un individuo que ahora busca con denuedo acabar con todo porque ya no queda nada de lo que fue antes, cuando quiz� estaba enamorado.

Pero m�s all� de su brutal interpretaci�n que le vali� un nuevo premio en el Festival de M�laga, lo que nos dej� fue, de nuevo, un trozo de s�. En todos los sentidos. Al preguntarle por todo, respondi� con todo. Como era �l.

�C�mo ve Juan Diego, desde la perspectiva de los premios y de una carrera entera, la cosa del cine? De repente, el actor comprometido con su oficio y con los suyos surg�a entero como si no hubiera pasado ni una hora de las luchas de anta�o. "Lo que vivimos ahora no tiene precedentes. Vivimos la consumaci�n de un Estado y un pa�s fallidos. Y no se trata s�lo del menosprecio de la cultura. El problema es que ya no interesan las cosas. Est�n haciendo que dejemos de ser un pueblo curioso. Si s�lo fuera el cine, no pasar�a nada. Pero no es s�lo el cine, es todo. La falta de inter�s por el cine es un s�ntoma de la falta de inter�s por todo", dec�a. Y a�ad�a: "Si dejamos de hacer cine, dejamos de preguntarnos por lo que somos. Y si perdemos eso, perdemos todo".

Juan Diego gan� tres Premios Goya, con nueve nominaciones, y llevaba M�laga en el bolsillo con cinco premios al mejor actor en su Festival. Adem�s recibi� la Concha de Plata de San Sebasti�n a la mejor interpretaci�n por la citada Vete de m�, de V�ctor Garc�a Le�n. Cuando Berlanga recogi� uno de sus Goya por Par�s-Tombuct�, lo dej� claro: "Es el �nico actor con pelotas para salir en pelotas". En efecto, nadie se atrevi� a tanto como �l.

Repasar la carrera de Juan Diego tiene mucho de autobiograf�a, de autobiograf�a no de �l sino de cualquiera que haya estado vivo estas �ltimas d�cadas. Pronto decidi� cambiar el destino de su pueblo por cualquier otro. Y se hizo actor a la brava subi�ndose a lomos de la vanguardia cuando esa palabra no exist�a a�n en el diccionario de la Espa�a eterna. Esperando a Godot, de Samuel Beckett, figura en su palmar�s antes de abordar el inabordable Estudio 1 que tanto hizo por todo y por todos. En el cine siempre se coloc�, o lo procur�, del lado de la pendiente. Y ah� est� uno de sus primeros saltos al vac�o con la algo m�s que turbia La criatura (1977), de Eloy de la Iglesia, con quien ya hab�a colaborado en Algo amargo en la boca (1969).

La d�cada de los 80 fue la suya. Y la de todos a trav�s de �l, por medio de su voz a punto siempre de partirse en dos. Fue entonces cuando empezamos a odiarle tanto como a quererle. En la pel�cula de Mario Camus sobre texto de Miguel Delibes, Los santos inocentes(1984), �l fue el peor de todos. Junto a la Regula, Paco el Bajo y Azar�as, �l era lo inconfesable. "Uno se debe a lo que hace", dir�a.

En El viaje a ninguna parte(1986), de Fernando Fern�n G�mez, de su parte estaba el del c�mico sin talento ni actitud, el ganapanes por espabilado. Luego dio vida al dictador en la pel�cula de Paco Camino de 1986 y al capuchino de la Santa Inquisici�n en El rey pasmado (1991), de Imanol Uribe. Raro tanto empe�o es estar donde nunca estuvo. "Uno se debe a lo que hace".

Para volver a encontrarle como se debe y merece hay que saltar de milenio. Pocos papeles tan pegados a la duda como el del cura que no acaba de creer en You're the one, de Jos� Luis Garci.

Y ah� en la fiebre de un precipicio que nada tiene que ver con la certeza de la maldad, Juan Diego fue otro. Otro que le llev� a convertirse en una especie de h�roe an�nimo, desangrado y popular en la serie de Benito Zambrano Padre Coraje o en la encarnaci�n tel�rica de todos los males de Espa�a tanto en El s�ptimo d�a (2004), de Carlos Saura, o en La vida que te espera (2004) de Manuel Guti�rrez Arag�n. La primera sobre los cr�menes de Puerto Hurraco y la segunda, hundida en lo m�s profundo de los rencores rurales y milenarios.

En lo que sigue, conocer� hasta la popularidad fuera de norma con Los hombres de Paco o en la gira de varios a�os por los teatros de Espa�a con el texto de Juan Jos� Mill�s La lengua madre. Eso o la vuelta a los personajes tan alejados de �l como el de Alfonso Armada en 23 F: la pel�cula, de Chema de la Pe�a. Pero sobre todo, siempre estuvo ah� la voz. La voz y el compromiso.

Juan Diego fue actor y s�mbolo de la oposici�n a la dictadura y de las expectativas en la democracia. Militante del PCE desde 1968, fue detenido tres veces y dirigi� la Comisi�n de Arte y Cultura del Partido Comunista de Espa�a. Encabez�, en efecto, la huelga del teatro de 1975 en reivindicaci�n de un d�a de libranza semanal para los actores y llen� su filmograf�a de cine pol�tico, cabal y reformador. El chico de pueblo ajeno a las �lites intelectuales acab� por ser Juan Diego, la m�s vibrante de las voces rotas. Y rojas.

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