El penúltimo raulista vivo - Libertad Digital
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De Xavi a Sánchez

Lo que, aunque en un plazo de tiempo bastante más breve, va a argumentar este próximo lunes Pedro Sánchez para quedarse es más o menos lo mismo que acaba de explicar este jueves Xavi Hernández para hacer idéntico recorrido: "Siento que el proyecto no se ha terminado, que necesitamos estabilidad, que la gente cree en nosotros y nos ha mostrado su apoyo"... Porque empiezo a pensar que, como Sánchez con su romántica carta de ayer por la tarde, lo que pretendía Xavi con sus declaraciones tras perder en casa con el Villarreal no era más que recabar el apoyo público y privado de sus jugadores, o sea que se retrataran. Pero, claro, ¿cómo va a salir un futbolista del Barça a decir "pues yo estoy encantado con que se marche Xavi porque es un entrenador muy malo"? Es imposible, ¿verdad? Y eso es lo que sucedió: uno a uno los jugadores culés mostraron su apoyo a Xavi como, uno a uno, los ministros del Gobierno que él mismo preside le están pidiendo por favor a Sánchez que recapacite y aguante las dentelladas de los lobos hambrientos de la ultraderecha. Sólo en una película de Guy Richie podría pasar lo contrario, o sea que un futbolista de Xavi o un ministrillo de Sánchez aprovecharan su indecisión para arremeter contra ellos porque… ¿y si luego resulta que se arrepienten y se quedan?

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El misterioso caso del asesinato de la ambición del Atleti

Hay una serie que me encanta que se llama Crímenes, Crims en catalán, y que presenta Carles Porta. De aquí surgió una serie que se llama Luz en la oscuridad y antes se hizo un documental dividido en cuatro capítulos sobre el crimen de la Guardia Urbana que, en mi modesta opinión, es sinceramente una obra maestra de la televisión. Pues bien, si yo fuera Carles Porta, me plantearía seriamente dedicarle un capítulo al caso del asesinato de la ambición del Atlético de Madrid. ¿Quién mató a la ambición del Atleti? ¿Fueron uno o varios? ¿Y con qué? ¿Fue con una motosierra o con una pistola? El caso es que no hay cadáver puesto que la ambición no es una persona física sino un deseo, el deseo de conseguir algo de un modo persistente y darlo todo por ese objetivo, que puede ser el poder, el amor, la fama, ganar la Liga… Aquí, como digo, no hay ni puede existir un cadáver y, por lo tanto, no se puede responsabilizar a nadie en concreto, pero es un hecho que el crimen se ha producido porque la ambición existía, así, en pasado, y ya no existe, ya no está, ahora está muerta.

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Larga vida a Laporta

De la abracadabrante situación del Fútbol Club Barcelona, que era un grande de España y de Europa y ya no lo es, tienen por supuesto la culpa sus lamentables dirigentes, que aún hoy, y más de un año después de que estallara el escándalo de Negreira, siguen sin ver nada irregular en el hecho de haberse tirado diecisiete años pagando al vicepresidente arbitral en activo. Conviene recordar que uno de estos dirigentes, José María Bartomeu, tuvo el cuajo de irse a Harvard a dar lecciones sobre el éxito del modelo culé cuando, y él mejor que nadie, ya se sabía por fuerza desde dentro el estado de las cosas, que era y sigue siendo lamentable. Así que del deterioro son responsables los dirigentes pero también la soberbia. Dice Haruki Murakami, que más pronto que tarde acabará recibiendo el Nobel de Literatura, que el tabique que separa la sana autoconfianza de la insana arrogancia es realmente fino. Pues bien, ese fino tabique lo han pulverizado en el Barça, no es que lo hayan echado abajo, no, es que han hecho viruta con el tabique, lo han destruído, jamás volverá a crecer la hierba donde hubo una vez ahí un tabique. De modo que a la mala gestión se añade también la insana arrogancia, esa superioridad moral que yo creo que excede el asunto meramente futbolístico. Es una forma de desenvolverse por la vida, un estilo, un modo de ser. Es un ADN soberbio.

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El Barça como el PSOE

Es muy difícil encontrar el momento más ridículo del Barça. Pasa un poco como con el PSOE, que tapa un escándalo con otro más gordo aún. Pues el Barça es el PSOE de los ridículos y cuando crees que ya no hay uno mayor… lo supera. A lo largo de las últimas dos o tres semanas ha ido creciendo el rumor de que, pese a haber confirmado varias veces por activa y por pasiva que su decisión de irse era firme, Xavi Hernández podía seguir como entrenador culé la próxima temporada. En el Real Madrid, por ejemplo, esto sería impensable. Sería impensable que un entrenador con contrato en vigor dimitiera en diferido, sería impensable que el presidente se lo aceptase y sería aún más increíble que, después de empeñar su palabra en ello, el técnico se plantease en serio continuar. Pero en el Barça sí es posible. ¿Y por qué? Antes decía que Xavi ha insistido un montón de veces en que su decisión de irse era firme pero es que en este club, en el Barça que ha pagado durante 17 años 7,3 millones de euros al vicepresidente arbitral en activo, no hay nada firme, y mucho menos la palabra dada. Y la palabra dada no puede ser firme ni en esto ni en cualquier otra cosa porque no hay un plan ni existe tampoco principio ni convicción que lo conforme. Por eso, como decía, durante las últimas semanas ha ido creciendo la bola de la posible continuidad de Xavi y ahora ha adquirido tintes de cierta verosimilitud.

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Todos los estilos del Real Madrid

No encontraréis ni un solo madridista que no esté contento con el resultado final del partido del miércoles contra el City, ni uno. Yo, al menos, no me he encontrado con ninguno. Todos están muy felices. Y el Real Madrid, no conviene olvidarlo, trabaja para sus socios y para sus aficionados, que son legión por todo el mundo. El Real Madrid no trabaja para los culés, el Real Madrid no trabaja para los colchoneros o para los sevillistas, el Real Madrid trabaja para los madridistas. Y el Real Madrid tampoco trabaja para nosotros, el Real Madrid no trabaja para los periodistas. Ni para los analistas. Ni mucho menos para los expertos en fútbol internacional. Si el Real Madrid trabaja para los madridistas y los madridistas están felices con que su equipo esté en semifinales, el cuerpo técnico y los jugadores del Real Madrid han cumplido con su objetivo, que no es otro que hacer felices a sus seguidores. Y, por lo visto nada más acabar el encuentro en el Etihad, tampoco da la impresión de que los futbolistas hayan caído en una profunda depresión después de haber eliminado al City en los penaltis. Yo les vi felices. Esto del estilo, lo del ADN, lo del modelo… no son más que las justificaciones que utilizan los perdedores, y eso es lo que diferencia al Real Madrid del resto. No me imagino a un entrenador del Real Madrid, y los ha tenido de todos los colores, diciendo eso de "qué forma tan cojonuda de perder". ¿Es un fracaso perder?... Pues no, no lo es. El fútbol es un juego y no hay nadie que gane siempre o pierda todas las veces. Pero a un entrenador profesional de fútbol de élite le pagan por ganar, el estilo viene después. Si pierdes muchas veces con estilo te acaban echando a la calle, eso es así.

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Real Madrid, sublime sin interrupción

El miércoles o jueves posterior al partido del martes o el miércoles del Real Madrid en la Champions siempre versa más o menos sobre lo mismo, o sea un recorrido por el mapa nacional de la mediocridad. Y se habla de lo mismo. Recuerdo a Fernando Sánchez Dragó diciendo hace muchos años, tras volver a España después de un tiempo fuera de aquí, que se seguía hablando exactamente de lo mismo que cuando él se había ido. Pues aquí es igual, se habla de lo mismo. Se habla de la suerte. Se hace una apelación a lo inexplicable, a lo esotérico, a lo mágico. Se dice que el rival del Madrid ha sido mejor y que, por lo tanto, el Real no ha merecido ganar. Aunque ahora no ha sido el caso con el City, al que le llueven las alabanzas, se suele pintar al último rival del Madrid como a un equipo en franca decadencia y, a renglón seguido, se advierte de lo temible que será el próximo, que pasará a ser decadente en cuanto lo elimine el Real.

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Rocha, Rochita, Rochete

Hay quien ha convertido lo de Pedro Rocha en una cuestión de paisanaje: como él es de Cáceres y yo de Zafra, de Plasencia o de Mérida, pues que siga Rocha. Y en un asunto de bonhomía: como Rocha es muy bueno y no se ha saltado nunca ningún semáforo, pues que siga Rocha. Pero no es una cuestión de paisanaje ni tampoco de bondad. Ni de fe: es que Rocha no se ha llevado un euro. Seguro que no se lo ha llevado. Pero no es cuestión de nada de eso. Ni de paisanaje, ni de bonhomía ni mucho menos de fe, es una cuestión de estética. Y de ética. A Rocha no debió ocurrírsele en su día quedarse como sustituto de Luis Rubiales, pero se le ocurrió. Qué se le va a hacer, eso ya no tiene solución. A Rocha no debió ni pasársele por la imaginación presentarse como candidato a la presidencia de la federación pero se le ocurrió. Qué le vamos a hacer, eso tampoco tiene arreglo. A ninguno de los ciento siete asambleístas que le dieron su aval debió ocurríseles dárselo, pero se lo dieron. Eso tampoco lo podemos solucionar.

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La parada de los monstruos

La escena de Pedro Rocha I el Escueto huyendo de los periodistas y fingiendo estar recibiendo una llamada para no tener que atender a la pregunta de mi compañero de La Sexta Alfonso Pérez Medina ("señor Rocha, ¿qué es exactamente lo que no ha sabido explicarle a la jueza?") define bien a las claras y mejor que cualquier otra cosa el momento actual por el que atraviesa el fútbol español. "¡Clarooo!", le explica Rocha a un amigo imaginario por teléfono y, en ese preciso instante, delante de todos los periodistas, suena de verdad el móvil: "¡Hay va! Dime Samuel"... Junto al "elecciones, ¿a qué te refieres?" de Larrea II el Conciso, este "dime, Samuel" de Rocha I el Escueto es oro molido. Imputado, sí, imputado. Porque el rubialista Pedro Rocha entró a los Juzgados como testigo pero su "no lo sé, no recuerdo, no me consta" de manual ha indignado de tal modo al fiscal que ha pedido su imputación.

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Rocha y los necróferos

El 18 de julio de 2017 también se aplazó la Asamblea General de la federación española de fútbol, en aquella ocasión debido a la detención en Las Rozas de Ángel María Villar. Como aplazó también su reunión prevista para el pasado 20 de marzo en la que el rubialista Pedro Rocha tenía previsto dimitir y convocar elecciones a la presidencia. Hombre, la verdad es que habría sido un poquito feo que mientras la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil volvía a registrar la Ciudad del Fútbol, que más que Ciudad del Fútbol parece Aldea del Chanchullo, en otro despacho estuvieran a lo suyo, preparando como si nada el futuro inmediato. Pero no fue una suspensión debido a la reflexión, no, fue un aplazamiento para coger impulso. Hace 5 días, como si nada, Rocha dimitía, convocaba elecciones y colocaba a Rafael del Amo, que llegó a la vicepresidencia con Rubiales, como presidente de la junta gestora. Cuando Rubiales le dio el beso a Hermoso, Del Amo tuvo el buen tino que no tuvo, por ejemplo, Luis de la Fuente, que se rompió las manos aplaudiendo, y se fue… para volver.

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¿Fiesta del fútbol español?

Dicen que la de mañana en Sevilla es la fiesta del fútbol español pero, para nuestra desgracia, el fútbol español está para pocas fiestas. Me gustaría ver el vaso medio lleno pero es que está vacío del todo. Por supuesto que la final de Copa es importantísima para los dos equipos participantes pero, y desde que tengo memoria, el que se pite el himno nacional o se insulte a Su Majestad el Rey es una moneda al aire. Por ejemplo: ¿final de 2009? Barça-Athletic Club: se pita el himno y se insulta al Rey. ¿2010? En aquella ocasión hubo suerte, Sevilla-Atlético de Madrid. En la de 2011, Real Madrid-Barcelona, la mitad del campo insultó al Rey y la otra mitad le ovacionó. Hoy, uno de mis alumnos de locución de la Universidad Villanueva me preguntaba si creía que el sábado se pitaría el himno nacional español. Esa es la cuestión. En 2012 se pitó, en 2013 no, en 2014 lo pitó una parte del estadio, en 2015 toda, en 2016 la mitad… No me cabe la menor duda de que mañana, cuando suene el himno nacional español, los aficionados de uno de los dos equipos participantes en la final pitarán el himno y, si tienen ocasión, insultarán al Rey de España. Y esto supone inevitablemente que el resto, incluso quienes, como es mi caso, tenemos que ver el partido por obligación profesional, nos distanciemos cada vez más de la mal llamada fiesta del fútbol español. Si hay fiesta, que la habrá para el ganador, será para los aficionados del Athletic, que pitarán el himno nacional, o los del Mallorca.

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