Buen colchón, floja comedia - Periodista Digital

Buen colchón, floja comedia

Buen colchón, floja comedia

Otro ejemplo de la influencia nefasta que las teleseries ejercen sobre la escena actual a base de ocurrencias triviales, guiones insulsos, puestas en escena baratujas e interpretaciones de andar por casa. Todo ello ha creado un público adocenado y una crítica simplemente promocional. Verdaderos aficionados al teatro, gente con gusto algo refinado y criterio propio, absténganse para no sufrir.

Nos cuentan que ‘la idea original de Un buen colchón partió del guionista Jorge A. Lara, quien se la planteó a su socio Borja Cabada y al director del área teatral Gabriel Ochoa, y entre todos decidieron poner la historia en manos de la actriz, dramaturga y directora Paula Llorens, autora del texto teatral’. Mucho personal para tan simplón planteamiento: una pareja de treintañeros comienza a vivir juntos con los consiguientes sueños y aspiraciones, consolidar unos buenos ingresos, progresar en la vida y tener hijitos. Pero él, que es periodista y quiere ganarse la vida con un canal en youtube y reseñas publicitarias aquí y allá, cae en la red de un influencer que usando a famosos promociona un colchón maravilloso que vale 45.000 euros. Y queda prendado. Y poco a poco contagia a su parienta, que comienza a descuidar las oposiciones que prepara para entrar en las administraciones públicas. Y así la pareja cae en la obsesión de comprarse el colchón que arreglará sus vidas, porque un buen descanso les hará más productivos, y la obsesión les lleva a intentarlo todo para conseguir el dinero. Para amenizar asunto tan escasamente interesante, un narrador extemporáneo se ocupa de intervenir a lo largo de la obra con el laudable propósito de explicarnos lo que pasa, simulando mover los hilos de Andrés y Bárbara, parando y retomando la escena, conduciendo la trama.

Con tan convencional argumento, se podría hacer quizás una de tantas comedias urbanas ingeniosas y divertidas que no son más que puro entretenimiento, o excepcionalmente algo un poquito más profundo, de más calado intelectual y emocional. No es el caso de esta, que ni siquiera llega a la media vigente. Por más que los perpetradores del artilugio quieran enmarcarlo en grandes pretensiones de crítica social, todo se queda en alusiones trilladas. La autora nos explica que entre la espada y la pared o entre el colchón y la vida, nuestros protagonistas se enfrentan al peor de los males, ‘el autoinfligido’. Esa necesidad autoimpuesta por modas, tendencias, obsesión por ser más que, mejor que; exclusividad y capricho. ‘Nuestros protagonistas se enfrentan a ellos mismos y su tontería, y nadie les va a poder ayudar. A no ser que cierren los ojos y dejen de pensar. Porque el mejor sueño es siempre aquel con el que se puede dejar de soñar’. El director añade que en un mundo que nos ha contado que el éxito solo depende de tu capacidad de emprendimiento sin que el contexto socioeconómico tenga ninguna relevancia, el individuo acaba teniendo toda la responsabilidad de su fracaso. Si no triunfas, es porque eres un vago. Un buen colchón sería pues ‘un cuento alrededor de la cama y los sueños, una comedia sobre los sueños que se convierten en pesadillas: la obsesión que tenemos como sociedad por el éxito y los atajos que queremos coger para conseguirlo’.

Todo ello habrá sido su buen propósito, pero en el escenario ni está ni se lo espera. La puesta en escena no puede ser más elemental, y la inversión más costosa habría sido el colchón de marras, eso si la marca no figurara en lugar preminente de la cartelería, un lanzamiento comercial en España basado en premisas que parecen ser la idea original de la obra, como si esta fuera un recurso más de mercadotecnia del fabricante alemán que presume de hacer el mejor colchón del mundo. Y no vale 45.000 pavos sino solo 237,12 euros, corramos a comprarlo.

¿Principal atractivo? Pues eso, que está interpretada por ‘los televisivos’ (se nos recuerda) Carlos Chamarro (el Julián de la serie Camera Café), Veki Velilla (protagonista de la serie García) y Víctor Palmero (el Alba de la serie La que se avecina). Chamarro es el narrador, con una panoplia de gesticulaciones y ademanes graciosos que nos resultan atragantantes. Velilla es una Bárbara muy convencional, sin matices, y Palmero un Andrés bobalicón y plano. Darán muy bien ante la cámara y saldrán muy guapos por la tele, pero para hacer teatro creíble, para actuar en directo, se necesita algo más que repetir planos y rodar escena a escena. Y todavía quedan personas que van al teatro porque precisamente no ven teleseries.

Paula Llorens e Israel Solà nos ofrecen un espectáculo modesto, un trabajo inmaduro que podrá mejorar sin duda en posteriores entregas. Pero ha tenido buenas críticas, oiga, y la pequeña sala estaba llena este miércoles con no pocos entusiastas dispuestos a reírse de todo y a aplaudir obedientemente como mandan los cánones actuales.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 5
Texto: 6
Dirección: 6
Interpretación: 6
Puesta en escena: 5
Producción: 5

TEATRO QUIQUE SANFRANCISCO
Un buen colchón
Del 14 al 31 de marzo de 2024.

Idea Original: Jorge A. Lara
Texto: Paula Llorens
Dirección: Israel Solà

Intérpretes: Carlos Chamarro, Veki Velilla y Víctor Palmero

Diseño de escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Diseño de Iluminación: Enrique Chueca
Diseño de sonido: Guillem Rodríguez
Productores: Jorge A. Lara, Borja Cabada
Distribución: Once Varas Producciones
Comunicación: Futura Comunicación
Fotos: Pablo Lorente

Horario: 19.30 horas los miércoles, jueves, viernes y domingos, y 20.00h, los sábados.
Precio a partir de 14 euros.

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

Recibe nuestras noticias en tu correo

Lo más leído