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El nacimiento de un nuevo John Wall: la historia de la necesaria vuelta a las canchas de una personalidad única

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John Wall LA Clippers
El particular proceso del base de los Clippers.
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Cuando se encienden las luces, la música se detiene y el balón sale hacia el cielo de las manos del árbitro, todo lo que no tiene que ver con el juego pasa a un segundo plano. Las excusas no tienen cabida. Tampoco los problemas que puedan haber marcado las horas previas al partido. Solo importa la competición, ganar, anotar.

Son muchos los jugadores en la NBA que para llegar a donde están primero tuvieron que aprender a separar la vida cotidiana de lo que ocurría en la cancha. Sobre el parqué estaba su yo-jugador y esta escisión de sí mismos podría acabar convirtiéndose en el vehículo que les sacase a ellos y a su familia de una situación nada favorable. Con demasiada frecuencia se tiende a romantizar este tipo de historias, reduciéndolas a relatos de autosuperación, hasta el punto de que casi se haya convertido un pasado negativo en un cliché. Sucede, especialmente con aquellos que llevan más tiempo en esta liga, que sus trayectorias vitales hace tiempo que quedaron en un segundo plano. Todo el mundo cree conocerles, les ven a diario en la televisión, en highlights, en los medios, pero pocos saben realmente la mochila con la que cargan. 

John Wall lleva cargando con kilos y kilos de problemas y trabas a su espalda prácticamente desde que aprendió a andar. Y el paso del tiempo no ha reducido lo más mínimo la carga que le acompaña desde siempre.

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Desde 3 años los viajes a la cárcel más próxima a su natal Raleigh se convirtieron en una tradición para la familia del base, pues allí se encontraba su padre, John Carroll Wall Sr. Cuando era más pequeño, aquellos trayectos resultaban un emocionante lugar, pero la monotonía de acudir ahí cada semana para poder compartir un momento con su padre terminó por modular su personalidad. Al principio su padre era un héroe para él, pues nadie le había contado la razón por la que estaba encarcelado, el paso del tiempo le hizo ser consciente de su realidad.

Hasta tal punto normalizó la prisión que la convirtió en un segundo hogar en cierto modo. Lejos del recinto, en casa, su madre, Frances Pulley, asumió al completo la responsabilidad de liderar la unidad familiar hasta el punto de desempeñar cuatro empleos simultáneamente para mantener tanto a John como a sus otras dos hermanas, Cierra y Tonya. De este modo, Wall fue creciendo a marchas forzadas, apoyado en un núcleo compuesto por sus hermanas, tías, abuelas y su inseparable madre, pero su personalidad, incluso en la infancia era complicada.

El adiós de su padre, culpa de un cáncer de hígado, supuso un antes y un después para el nativo de Carolina del Norte. En poco menos de dos años su deriva fue demasiado. Las expulsiones del colegio llegaron a ser tan habituales que su madre le solía esperar a las puertas aguardando que le echasen del recinto ese día. "Tenía tanta ira acumulada. Estaba enfadado con todo", recordaba en un artículo en el Washington Post en 2014. "No confiaba en los entrenadores, en la gente. Cada vez que alguien me decía algo, simplemente decía: 'No sabes de lo que estás hablando'. No quería creer a nadie por alguna razón".

El básquet le gustaba, se le daba bien y tenía aptitudes, pero era incapaz de seguir órdenes ni directrices. Con 12 años hubo un momento en el que todo empezó a cambiar y lo fue gracias a alguien que se convertiría en su mentor en adelante: Levelle Moton. Un año antes ese entrenador le había expulsado de su campus gratuito por una mala actitud al lanzar una bola con fuerza fruto de una discusión, pero su madre insistió en que le diese una segunda oportunidad. Aceptó y fue entonces cuando John Wall comenzó a separar juego de vida real. Moton le hizo darse cuenta de que su vida estaba entrando, incluso a tan temprana edad, en una espiral peligrosa y que debía cambiar lo antes posible. "Una vez que me di cuenta, comprendí que el básquet era mi vía de escape", relató en 2010 al Washington Post. "Era la mejor manera para mí de salir de ahí. Me construí alrededor de eso, jugaba cada partido por mi padre. Sentía que cada vez que pisaba la cancha debía dominar porque él iba a estar viéndome".

Ese fue el inicio de un despegue sin precedentes. En adelante, John Wall pasaría a convertirse en una de las mayores sensaciones de instituto a nivel nacional. Segundo mejor jugador de su generación (2009), número 1 del Draft de 2010, líder de los Washington Wizards, All-Star, All-NBA, All-Defensive... La carrera del base llegado 2017, a los 26 años, iba camino de confirmarse como uno de los mejores de su época. Fue en ese momento, poco más de 16 meses después de firmar un megacontrato, cuando la vida le dio un golpe del que difícilmente iba a recuperarse. 

john wall

Todos los jugadores profesionales compiten con algún grado de dolor en sus extremidades. Aunque no es lo óptimo es lo habitual, más en una liga de 82 partidos más Playoffs. Hay quienes tienen una alta tolerancia al daño y otros que, simplemente, no quieren reconocer que tienen un problema físico, como si eso fuese un signo de debilidad. Cuando John Wall fue sometido a unas pruebas para conocer el alcance de sus molestias en la consulta del Dr. Wiemi Douoguih, los especialistas en ortopedia Robert Anderson y David Porter, encargados, quedaron perplejos. El bulto que sobresalía de su talón era gigante y rápidamente determinaron que se trataba del espolón de Haglund, una protuberancia que iba a requerirle cirugía. "Sentía como si alguien hubiera clavado un cuchillo allí y seguía girándolo cada vez que daba un paso", reconoció en Sports Illustrated en 2020. Aquel sería el inicio de todos sus problemas.

Esa primera intervención, de la cual iba a tener que recuperarse en no más de 6 semanas, se complicó debido a un accidente doméstico en el cual se rompió el tendón de Aquiles del pie izquierdo. El mismo de la anterior operación. Fue en ese momento en el que su castillo de naipes se derrumbó, un particular calvario personal para Wall en donde se vio privado de todo lo que había dado sentido a su vida.

"Me rompí el Aquiles y perdí el único santuario que había conocido, el básquet", escribió recientemente en The Players' Tribune. "Si no fuese suficiente, acabé teniendo una infección por culpa de las operaciones que casi hace que me amputen un pie. Un año después perdí a mi mejor amiga en el mundo, mi madre, por culpa de un cáncer de pecho".

Mientras el dolor, físico y mental, de Wall no cesaba de ningún modo, su contrato pasaba de manos a manos en la parte más amarga del mundo NBA. Los Wizards ya no estaban interesados en cargar con la losa de más de 41 millones de dólares que suponía su salario, querían competir y aprovechar el momento de Bradley Beal, y Houston Rockets ofrecía una salida rápida. Los texanos le recibieron con los brazos abiertos como no podía ser de otro modo al entrar en reconstrucción, pero cuando consiguieron su objetivo en el Draft, la utilidad del base para estos desapareció.

Fue así como John Wall pasó a convertirse en jugador-contrato, y su figura y relevancia objeto de debate público. 

John Wall Rockets 2021
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Dinero, fama y salud, los tres axiomas que configuran el imaginario de buena parte de los jugadores en su camino al éxito. El nativo de Raleigh tenía las dos primeras, pero la tercera, aunque estaba en condiciones de jugar, no podría decirse que la tuviera, no desde un punto de vista mental. Y es que John Wall en la temporada 2021-2022 estaba capacitado para jugar. Así se lo hizo saber a los Rockets, pero estos no contaban con él y le invitaron a quedarse apartado a la espera de un traspaso que nunca iba a llegar, o romper su contrato y perdonar el dinero que se le debía. Él solo quería jugar, quería recuperar aquello que la salud y la fortuna le habían arrebatado.

Aunque más que querer, Wall necesitaba volver a las canchas. Porque el base, durante el largo proceso de recuperación, toco fondo, literalmente. Como relató en una dura y larga carta en The Players' Tribune hubo un momento en el que estuvo cerca de tomar una decisión irreversible fruto de su complicada situación en una noche cualquiera. A la mañana siguiente su madre salió en su ayuda y le indicó el camino correcto una vez más, quizá la última y más necesaria. 

"Así es como te miente la depresión", se sinceraba. "Es ese diablo en tu hombro que te susurra: "Bueno, tal vez todos estarían mejor sin ti aquí". El dinero y la fama no significan nada si no tienes paz en tu vida".

John Wall Clippers
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La ayuda que recibió para salir de ese círculo tan complejo fue lo que ha acabado por convertir a John Wall en una persona muy distinta a la que vistió la camiseta de los Washington Wizards por última vez el 26 de diciembre de 2018. Desde fuera puede parecer el mismo. Incluso al verle jugar con los LA Clippers, saliendo a la velocidad del rayo en transición, manejando el juego, puede dar la sensación de que es aquel eléctrico base. Pero en todo lo que rodea al nacido en Raleigh ahora mismo ha cambiado.

Ahora es feliz, es consciente de todo lo que ocurre a su alrededor y en sus pensamientos. Ahora, verdaderamente, John Wall está de vuelta. "Es cierto, he regresado, pero esto es algo mucho más profundo, más grande que el básquet", escribió. "Se trata de la vida. He pasado por algunos de los momentos más oscuros que puedas imaginar y todavía sigo aquí".

En el momento que el base acordó su rescisión de contrato con los Rockets el pasado mes de julio, los LA Clippers tardaron muy poco en hacer sonar su teléfono. Fueron muchos los equipos que desearon contar con sus servicios, pero dudaban de que pudiera seguir teniendo un impacto real tras tanto tiempo fuera. Los californianos no dudaron un instante en recuperarlo para la causa. "Me dieron una oportunidad", declaró en conversación con The Athletic. "Siento que cuando tengamos todo claro seremos algo especial. Se trata solo de que confiemos unos en otros, de que construyamos sobre eso. Pero sí, todo por lo que he pasado en los últimos años ha sido increíble. Creo que me hizo más fuerte".

El cómo se desarrollará su carrera en adelante es toda una incógnita, incluso si podrá mantener el gran nivel mostrado en los primeros compases de curso durante toda la temporada. Pero después del tormentoso trayecto que John Wall ha tenido que vivir desde 2018 hay una cosa clara: no se va a rendir, va a seguir luchando.

LA Clippers vs. New Orleans Pelicans: día, hora, dónde y cómo ver online y en TV

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Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.

Autor/es
Sergio Rabinal Photo

Sergio es productor senior de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.