Guardiola reinventa a Miguel Ángel Nadal con John Stones | Deportes | EL PAÍS
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Guardiola reinventa a Miguel Ángel Nadal con John Stones

Camino de la final de la Champions, la creación de técnico, el central-volante del City, evoca el pivote-central en el Barça de Cruyff

Pep Guardiola abraza a John Stones en Wembley
Pep Guardiola abraza a John Stones en Wembley, tras ganar la final de la Copa, el pasado sábado.Associated Press/LaPresse (APS)

Pep Guardiola ha descubierto una nueva criatura. Acostumbrados a las creaciones exóticas del entrenador del Manchester City, en Inglaterra aseguran que se trata de un “híbrido”, como si Guardiola fuese un Frankenstein enajenado por el laboratorio. La novedad apunta a la metamorfosis de John Stones.

Defensa de toda la vida, Stones ha mutado en la figura que ocupa el eje de la zaga cuando el equipo pierde la pelota y se transfigura en volante multiusos cuando ataca, llegando incluso a producir las combinaciones más sutiles en los espacios reducidos de la frontal del área oponente. Como señaló un analista del Arsenal hace poco: “Es un calco de lo que hacía Cruyff en los partidos más duros: Koeman es Dias; Akanji es Ferrer; Walker es Sergi; y Stones es Miguel Ángel Nadal subiendo junto a Guillermo Amor por delante de Guardiola”.

Después de dedicarse al tenis con bastante éxito, el tío del mejor tenista español de la historia se forjó como futbolista. Fue pivote en el Mallorca. Así lo fichó Cruyff para el Barça, en 1991. “Estábamos de pretemporada”, recuerda Nadal; “y como Koeman se incorporó más tarde porque había jugado el Euro, un día Cruyff me puso de central. Ni lo hablamos, ni me dijo ‘vas a jugar de central’. Me puso allí y alternaba centro del campo con defensa central… Lo que hace Stones es similar. Como Cruyff, lo que Guardiola busca principalmente es la superioridad en el centro del campo”.

Guardiola, como Cruyff, buscan la superioridad en el centro del campo
Miguel Ángel Nadal

Domènec Torrent, ayudante de Guardiola en el Barça, el Bayern y el City, añade un matiz. “El híbrido lo hacía Cruyff pero al revés: Nadal comenzaba de pivote y se metía entre los centrales. La primera vez que vimos el movimiento inverso fue contra el Valerenga”. El 29 de julio de 2010 en Oslo, durante un amistoso con el Barça en pretemporada, Guardiola se deslumbró ante las maniobras que hacía el central del Valerenga, el internacional noruego Stefan Strandberg, que se despegaba y se metía entre los interiores para atacar. Durante días, le dio vueltas al invento de su homólogo, Martin Andersen, el técnico del Valerenga, exmediocentro del Blackburn y el Molde.

Andersen, de apenas 46 años, dejó los banquillos en 2016. Pero su ocurrencia sobrevivió en la probeta de Guardiola. El 1 de marzo, contra el Liverpool en la Premier, Stones comenzó a despegarse de Dias para organizar el ataque del City. El resultado fue espléndido: 4-1. Los testigos de la evolución de Stones no se sorprendieron. Antes de ficharle por 55 millones de euros en 2016, con 22 años, por orden de Guardiola, los técnicos del City le habían estudiado en el Everton, en donde Roberto Martínez le empleó como lateral. Sus progresos con la pelota por la banda del equipo de Liverpool resultaban extraordinarios. Asombraba por su solvencia en todos los espacios y por irradiar cierta impresión de arrogancia. “Parecía que sobreactuaba”, dijo Juanma Lillo, asistente de Guardiola; “¡pero no sobreactuaba!”.

Flaco, ligero, resistente y rápido a un tiempo, Stones aventaja a Rodri en una cosa: consume menos energía para desplazarse. Pero su gran virtud es innata. Posee una visión periférica tan amplia que se atreve a pedir la pelota de frente a su portero, como si la presión de los atacantes que lo hostigan por la espalda no le provocara el pavor que suele desatar en muchos profesionales esta situación. Como dijo Guardiola hace años en una célebre conferencia de prensa: “Stones tiene más pelotas que todos los que están en esta sala; por eso estoy encantado con él”.

Parece tímido. Pero siempre fue un inglés simpático y atrevido. De gran personalidad. “Es el primero en ponerse a bailar cuando el equipo está de fiesta”, recuerda un compañero. Su desparpajo aceleró su maduración. Tuvo una hija con su novia desde los 12 años, Millie Savage, y su separación y la batalla judicial que se sucedió por la custodia de la niña estalló en un escándalo con tonos de telenovela que los tabloides explotaron al máximo. Camino de la final de la Champions de 2021, después de completar una magnífica temporada de la mano de Rúben Dias, cayó en un pozo depresivo. Cuando llegó el partido de Oporto ante el Chelsea venía de atravesar meses de actividad entrecortada y sobresaltos emocionales. La derrota le señaló como a uno de los jugadores que más se alejaron de su base de rendimiento. Dos años más tarde, se ha regenerado hasta emerger como una de las figuras imprescindibles para el equilibrio del equipo más arrollador de la Champions que concluye el sábado.

“Para hacer lo que hace John solo tienes que encontrar la posición para recibir y pasar la pelota”, explicó Guardiola en Wembley, tras la conquista de la Copa ante el United, el sábado pasado, cuando le preguntaron por la adaptación del defensa al juego en 360 grados. “Queremos tener más pases y más control. Nada más que eso”.

Cada vez hay más centrales así. Esos centrales podrían jugar también como pivotes en el juego dinámico
Andoni Zubizarreta

“Es bastante más problemático adelantar la posición que retrasarla”, observa Miguel Ángel Nadal. “Es más fácil adaptarse a retroceder porque todo el juego te queda de cara. Cuanto más te adelantas, tienes que estar pendiente de más zonas. La parte visual, los ángulos, aumentan. A mí me hubiera gustado hacer mi carrera de centrocampista, pero cuando estuve en el Barcelona pasé por distintas zonas y descubrí que el sitio que menos me gustaba era el banquillo. Me dije: ‘¡Voy a intentar adaptarme!’. En Manchester, en una eliminatoria de Champions jugué en el centro del campo, fui central y me intercambié con Koeman que pasó al mediocampo”.

Andoni Zubizarreta, portero del Barça de Cruyff, recuerda la figura del libre por delante: “Cruyff a Nadal lo usaba de central al lado de Koeman, y a veces por delante de Pep, cuando los equipos contrarios eran físicamente muy superiores. Lo ponía de interior, como un ocho, para la llegada desde la segunda línea, o para chocar más. Ahora, lo de Stones es la historia al revés. Durante muchos años buscamos centrales de buen pie para poder darle salida al balón. Cada vez hay más centrales así. Esos centrales podrían jugar también como pivotes en el juego dinámico. Meto un central y luego en posiciones defensivas si mis jugadores de fuera van más arriba este me sirve como un libre por delante cerrar la línea del delantero rival”.

“El Inter tiene buenos patrones”, declaró Guardiola este martes, a modo de elogio de su rival en la final de la Champions que le espera en Estambul. El término pattern —patrón, en castellano— repica en la lengua de Guardiola con la frecuencia que la emplearía un sastre, un matemático o un sociólogo. Los patrones de conducta, los modelos de jugadas, los movimientos repetidos hasta la automatización, se acumulan por cientos en la cabeza del técnico, obsesionado por manipular el fútbol como si fuera un mecano desde que asistió como jugador a las invenciones caleidoscópicas de Johan Cruyff.

John Stones ha refinado el modelo. Más que de libero adelantado, el inglés oficia de armador del juego en una zona especialmente sensible a los contragolpes rivales. Su seguridad con la pelota, lo mismo que su reactividad cuando la pierde para cortar líneas de pase, le encumbraron como pieza clave en las semifinales con el Madrid. El próximo sábado en Estambul, se internará en los dominios del brujo Brozovic para intentar atrapar la ansiada Champions del Manchester City.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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