Análisis

5 razones por las que el Dior de John Galliano conecta con la generación Z y su amor por los 2000

Este año se publican dos libros muy distintos que celebran los años del diseñador en su época en Dior, de 1996 a 2011. Aprovechamos para recuperar cinco aspectos icónicos que inspiran el estilo de toda una nueva generación de fans de hoy en día
El Dior de John Galliano 5 razones por las que estaba hecho a medida para la generación Z

Aunque solo han pasado nueve años desde que el diseñador británico John Galliano y Christian Dior tomaran caminos separados, su era como director creativo de la venerada casa de modas parisina no podría parecernos más lejana. El idilio terminó en 2011 después de que lo despidieran por un exabrupto antisemita, justo cuando empezaba la era de Instagram y se multiplicaban —acertadamente— los grandes debates sobre género, apropiación cultural e inclusión. (Desde entonces, Galliano se ha esforzado por enmendar su error y se ha disculpado en diversas ocasiones).

Echando la vista atrás, el nombramiento de Galliano en 1996 fue una de las apuestas más radicales por la renovación de una marca. Dior, que antaño fue sinónimo de la elegancia más clásica y la feminidad, de repente se convirtió en el epicentro de la alocada creatividad británica, con desfiles a veces geniales y otras cuanto menos polémicos en los 15 años que siguieron.

Jhon Galliano en el desfile de Alta Costura de Christian Dior Fall 2000

Guy Marineau

Ahora que la rueda vuelve a girar y regresa la nostalgia de los años 2000, es natural que, en cierto modo, la era Galliano de Dior inspire a una nueva generación de fans entre los que se cuentan la actual dirección creativa de la firma, encabezada por Maria Grazia Chiuri y Kim Jones; conservadores de museos y estilistas, que siguen la popular cuenta de Instagram @Diorinthe2000s; incluso los acérrimos custodios de la moda, que pujan por sus adorados bolsos Saddle o por aquellos vestidos con estampado de periódico en eBay o en Vestiaire Collective.

No podrían llegar en mejor momento los dos libros que se acaban de publicar como retrospectiva de sus mejores años en Dior. El primero, John Galliano for Dior (Thames & Hudson), un volumen visualmente espectacular, firmado por el fotógrafo Robert Fairer, nos ofrece una singular imagen de las bambalinas de una época en la que esa parte del desfile no solía ser muy visible. “Aquella experiencia era la expresión más liberadora y hermosa de la feminidad”, explica Fairer, que fotografiaba aquellos desfiles para Vogue. “John trabajaba con un equipo de personalidades encantadoras y adictivas. Todo el mundo vivía en un estado de pura efervescencia: salían a hacer el mejor desfile, la mejor colección, algo en lo que todos creían: una fantasía”.

Desfile Alta Costura de Dior Otoño/Invierno 2005-2006

Robert Fairer

El segundo libro Galliano: Spectacular Fashion (Bloomsbury) es una crónica enciclopédica de cada uno de sus desfiles, firmado por la experta en subastas Kerry Taylor, que explora los entresijos de las historias de cada colección. Ambas publicaciones destacan los rasgos oníricos de los desfiles de Dior en la época de Galliano; relatos únicos y proporciones exageradas, amén de las colaboraciones del diseñador con leyendas de la industria como la maquilladora Pat McGrath.

Mientras el diseñador británico prorroga su contrato como director creativo en Maison Margiela, en Vogue exploramos cómo el Dior de Galliano inspira a la generación Z ahora que la nostalgia de los 2000 se impone con fuerza.

1. Moda en su versión más espectacular

Uno de los aspectos más reseñables de Dior durante la era Galliano fue la lujosa extravagancia de sus desfiles, que cada temporada nos contaban un cuento nuevo según los caprichos del director creativo.

Desfile Alta Costura de Dior Otoño/Invierno 2005-2006

Robert Fairer

Tan importante como las prendas en sí—que en algunos casos eran casi esculturas majestuosas—era la mise-en-scène de los sets casi teatrales que diseñaba Michael Howells, los maquillajes extremos de Pat McGrath, la música de Jeremy Healey, los peinados de Orlando Pita y los sombreros y tocados de Stephen Jones. Incluso llegamos a ver un tren de vapor que venía desde el sur de Francia, conocido como el ‘Diorient Express’ o un carrusel de atrezzo de un tamaño propio de Los viajes de Gulliver para ‘Madame Butterfly’. Las prendas eran secundarias ante tanta fantasía o, como dice la comisaria de exposiciones especializada en tejidos modernos y moda Oriole Cullen en su introducción a John Galliano for Dior: “Una imaginación desbocada y una creatividad infinita, combinada con la pericia técnica sin parangón de los talleres de Dior Haute Couture, crearon conjuntos fantásticos y desfiles de un nivel que superaba año tras año todo lo que se había visto hasta entonces en el mundo de la alta costura”.

2. El arte de equilibrar lo exquisito y lo mundano

En John Galliano for Dior, leemos una cita del crítico de moda Colin McDowell diciéndole a Vogue: “Una de las cosas maravillosas que ha hecho en Dior es combinar la vitalidad de la calle y los centros neurálgicos de las urbes con la emoción del mundo pop: los ha unido con un toque de couture”. Aunque en la visión creativa de Galliano siempre hubo un abrumador sentido del historicismo, también había una corriente radical de modernidad que le hizo introducir referencias a la cultura pop del plástico, a la ropa de calle y a la estética de los club kids de Londres.

Colección Dior ready-to-wear Otoño/Invierno 2003-2004

Robert Fairer

Aunaba a la perfección Matrix (1999) con referencias militares napoleónicas; a la modelo de los sesenta Edie Sedgwick con Josefina, la mujer del Emperador; al artista de performance de los ochenta Leigh Bowery con vestuario de ópera china. La colección de primavera/verano 2000 estaba inspirada en el álbum The Miseducation of Lauryn Hill (1998), el desfile lo protagonizó el tejido vaquero con el monograma de Dior, joyas ostentosas y una primera versión del Saddle que acabaría por convertirse en el icónico bolso de la marca. “Alguien tiene que transportar a Dior al siglo XXI, aunque patalee y haya que llevarlo a rastras”, dijo Galliano en The South Bank Show (1996).

La rapera Foxy Brown se convirtió en una de las imágenes de la casa —hasta lo dice en la letra de Oh Yeah— y Galliano se erigió como todo un icono para una generación de estrellas como Destiny’s Child, Lil’ Kim, Jennifer Lopez, Christina Aguilera y Britney Spears.

3. Una actitud radicalmente diferente ante el legado de la casa

Antes de que Galliano llegase a Dior, LVMH le cedió el cetro de Givenchy en 1995 durante un breve espacio de tiempo. Aquello fue un hito: era la primera vez que a un diseñador británico le daban las riendas de una casa francesa de alta costura; se consideró un acto radical, un ‘cambio de guardia’. Aquel giro hizo que Galliano abriese las ventanas del tradicional mundo de la costura parisina y reinterpretase el legado de la casa con un brío posmoderno.

Dior Ready-to-Wear Otoño/Invierno 2007-2008

Robert Fairer

“Llevó a sus límites el respeto y admiración que se tenía hacia aquella venerable casa”, escribe Talley en su prólogo para John Galliano for Dior. “Diezmó la garantía de la leyenda de Dior rompiendo sus propios estándares. Cuando diseña, es como si se empujara a sí mismo al borde del abismo”. Algunos de sus desfiles reinterpretaron el New Look con geishas o prostitutas retro. En una época en la que el legado es una palabra que está en boca de todos y los diseñadores siguen buceando en los archivos, está claro que Galliano abordó la historia de Dior con una mirada muy diferente.

4. Una historia fantástica para cada colección

Cada desfile de Galliano partía de una historia; a veces, del romanticismo de los cuentos de hadas. En Dior había recursos ilimitados para hacer realidad las fábulas y el resultado fue una desmesura kitsch que no se había visto jamás en el mundo de la moda. “El dinero no era problema”, explica la escritora Kerry Taylor en Galliano: Spectacular Fashion. “Los desfiles cada vez eran más y más espectaculares. Los viajes que hacía para documentarse cada vez eran más exóticos y extravagantes”. Uno de ellos fue un viaje en globo para recorrer por los aires el Nilo; otro, a China para visitar a monjes budistas.

El resultado de aquellas escapadas fueron colecciones atrevidas que hacían referencia explícita a otras culturas o colectivos —algo que en la sensibilidad contemporánea se debate mucho en clave de apropiación cultural—; desde los vagabundos a los masáis o los indios americanos. Galliano consiguió acercar Dior a las masas y se convirtió en todo un personaje recurrente en prensa. “Si John opta por hacer Egipto, no se va a quedar en Tutankamón”, continua Taylor. “Optará por una momia levantándose del sarcófago y yéndose de compras por París con vendajes de organza. Cogía ideas disparatadas y las combinaba para crear algo nuevo y fresco”.

Dior Ready-to-Wear Otoño/Invierno 2000-2001

Robert Fairer

5. La inspiración de los diseñadores actuales de Dior

Tanto Maria Grazia Chiuri como Kim Jones, actuales directores creativos de la firma, han reconocido la enorme contribución de Galliano a Dior reeditando y haciendo referencia a sus diseños más icónicos, como el bolso Saddle, el tejido vaquero monogrameado o los estampados de periódico (que vimos en la colección primavera-verano de 2020). Eso sí, no están solos. Taylor, que suele sacar a subasta prendas históricas de Galliano, insiste en que ahora sus creaciones tienen mucha demanda —sobre todo de conservadores de museos, coleccionistas y directores creativos de otras firmas—. “Hasta Alexander McQueen, antes de fallecer, se hizo con piezas de Galliano para desmontarlas y copiarlas”, dice Taylor. “Muchos diseñadores vienen y me compran sus diseños porque tienen una confección asombrosa”. ¿Cómo no los vamos a entender?