Los últimos años de Joan Crawford fueron incluso más tristes de lo que ‘Feud’ refleja

El final de 'Feud' ha dejado a sus espectadores con el corazón hecho una uva pasa. Pero el final injusto y cruel de sus actrices, especialmente Joan, fue incluso más duro en la vida real.

Joan Crawford en la ceremonia de los Oscar de 1962.

© Cordon Press

Incluso antes de que se estrenase Feud, su creador Ryan Murphy teorizó sobre cómo deseaba que terminase la serie para Joan Crawford y Bette Davis, las leyendas de Hollywood maltratadas que interpretan Jessica Lange y Susan Sarandon. “Siempre he tenido un sueño un tanto melancólico: que Bette y Joan podrían haber visto esta serie juntas”, declaró Murphy a Vanity Fair . “Creo que mi frase favorita de ¿Qué fue de Baby Jane? está al final de la película, cuando Jane le dice a Blanche mientras se está muriendo: '¿Quieres decir que durante todo este tiempo pudimos haber sido amigas?'. Para mí, esa es la clave de la serie".

Murphy se tomó tan en serio esa frase que la usó para el título del último episodio. Y, como surgió que haría, encontró una manera para imaginar un final menos amargo para sus protagonistas. Crawford, acercándose al final de sus días en el apartamento de un rascacielos de Manhattan, entra en su salón durante una brillante secuencia onírica y se encuentra a Jack Warner (Stanley Tucci) , Hedda Hopper (Judy Davis) y Bette. Warner y Hopper –que causaron la gran rivalidad entre las estrellas con fines publicitarios– se van en un momento dado y Crawford ** se queda sola con Davis.**

Es tierno, catártico y trágico ver a esas dos titanas de Hollywood dejar a un lado su vulnerabilidad para conectar. La triste ironía de la fantasía, sin embargo, es que en los últimos y solitarios años en la vida de esas dos mujeres nunca llegaron a comprender cuánto tenían en común. Ambas fueron mujeres fuertes que batallaron contra el sistema de estudios para construir carreras longevas, solo para ser reducidas a carne de cañón para los programas de cotilleos en el momento en que la industria decidió que había llegado su fecha de caducidad.

Se centraron tan intensamente en sus carreras que nunca construyeron relaciones satisfactorias con familiares o amigos y terminaron convirtiéndose en el objetivo de libros de memorias vengativos de sus hijas mientras lidiaban con unas carreras cada vez más flojas (y, por lo tanto, unas identidades que se desmoronaban) . Y todo lo arreglaban de la misma manera: convertirse en reclusas alcohólicas que vivían mirando al pasado.

Mejores tiempos: Joan Crawford en su casa en los años 40.

© Cordon Press

En el episodio final, Murphy se permite otra fantasía al mostrar a Davis marcando el teléfono de Crawford tras enterarse de que su compañera en ¿Qué fue de Baby Jane? estaba enferma. Pero Davis no encuentra las palabras y cuelga el teléfono: una oportunidad final perdida para haber construido una verdadera amistad. En una entrevista, sin embargo, la hija de Bette Davis, B.D., explicó por qué pensaba que su madre nunca rebajó su nivel de frialdad hacia Crawford.

“Madre sentía que no tenían nada en común”, explicó a Shan Considine en el libro The Divine Feud. “En aquel momento no podía ser ni siquiera amiga de sí misma. Estaba llena de autocompasión y odio”.

Sin el contacto de Davis ni de nadie más en Hollywood, los últimos años de Crawford fueron incluso más tristes de lo que se refleja en el episodio final de Feud.

La actriz ganadora del Oscar dio carpetazo a su carrera en 1970 con esa abominación llamada Trog. En 1973, Pepsi obligó a Crawford a retirarse como portavoz de la compañía –una noticia de la que la actriz se enteró leyendo las páginas de economía del New York Times –. El fin de esta relación contractual significó que la actriz no volvería a recibir “gastos cubiertos de hasta 40.000 dólares, coche, secretaria y el uso del avión privado de la compañía”, según el libro The Divine Feud . Para compensarlo, la actriz se mudó a un apartamento más pequeño en el mismo edificio y recortó los gastos de su antes lujoso estilo de vida.

Joan Crawford (Jessica Lange) y Bette Davis (Susan Sarandon) en 'Feud'.

Cortesía de HBO España

El golpe final para el ego de Crawford llegó al año siguiente, cuando una mala foto suya fue publicada en el periódico al día siguiente de una fiesta donde se presentaba un libro de John Springer. Crawford estaba tan horrorizada cuando vio las imágenes que se impuso un autoexilio. Así se lo contó a la biógrafa Charlotte Chandler en Not the girl next door :

“Mi vida pública terminó en la fiesta de libros de Jonny, aunque no lo supe hasta el día siguiente. La vida que yo había disfrutando viviendo estaba acabada porque mi vida como Joan Crawford estaba acabada. Tuve que retirar a tan Crawford del ojo público. Lo que quedaba de mí solo podía destruir esa imagen.

No soportaba oír a la gente diciendo: “Oh, mira, ¡solía ser Joan Crawford! Prefería quedarme en casa y responder a las cartas de mis admiradores. No podía controlar las acciones de otra gente, pero sí las mías. Así que eso hice.

Dije: adiós, mundo”.

Sin trabajo, vida social ni amigos con los que ocupar su tiempo, Crawford se mantuvo ocupada respondiendo a la correspondencia de sus fans. Respondió a todas y cada una de las cartas que recibía. También solía hacer llamadas a altas horas de la noche. George Cukor recordó que llamaba tarde, por la noche, y “me rogaba que le asegurase que volvería a trabajar algún día”, según The Divine Feud. “Necesitaba lo que todos necesitábamos: otro trabajo, otra película, la oportunidad de crear, de mantenerse ocupada, de dejar de pensar en nosotros mismos y nuestro pasado ”.

Incluso uno de sus biógrafos, Lawrence J. Quick, que escribió Joan Crawford: The Essential Biography , se cansó de las llamadas a altas horas de la noche, durante las cuales la actriz parecía estar “borracha de vodka, mandona, exigente, neurótica e imperiosa”. Quick declaró: “Lamenté su soledad y su infelicidad, pero aquello era demasiado”.

Crawford estaba tan sola que, en una ocasión, llamó a dos críticos de cine del New York Daily News y los invitó a beber en su apartamento. Uno de ellos explicó en The Divine Feud: “La puerta de su apartamento se abrió y allí estaba esta mujer anciana con un camisón y chanclas. Era Joan, mirándonos como si acabase de salir de la ducha ”.

Los críticos bebieron y comieron quiché congelada servida en platos de cartón y se fueron decepcionados por encontrarse así a su ídolo. “Nos hirió ver a alguien a quien habíamos admirado tanto tan desesperadamente sola ”.

The Divine Feud pinta otro triste relato de los últimos años de la actriz:

“Había muchas noches en las que Crawford se encontraba en casa, bebiendo sola y hablando a la televisión. Cuando sus viejas películas se emitían, si era una de las malas, gritaba: “¡Joan Crawford, apestas, realmente apestas!”. Si la película era buena, colgaba a sus habituales llamadas telefónicas: “Te cuelgo”, le dijo un día a su hija Cindy. “Estoy viendo Flamingo Road y es encantadora”.

El ilustrador Tim Scott recordó historias similares de Joan. “Me llamaba muy temprano por la mañana al trabajo y decía: “Pon Channel Nine esta noche. A las once ponen Agente Especial con Bette Davis. Apesta. Te encantará”.

Cuando el clásico de Bette Davis Eva al desnudo se emitía, Joan descolgaba el teléfono. “La debió de ver unas diez veces ”, declaró Scott. “Me decía que siempre la veía por el guión y por el director, Joseph Mankiewicz”.

Crawford dejó de beber cuando se enteró de que tenia cáncer de estómago pero, para mantener su imagen, se negó a confesar su enfermedad a demasiadas personas. No necesitaba la simpatía de nadie y así se lo hizo saber a su biógrafa Charlotte Chandler: “Me gustaría ser un ojo viejo, un un gorila anciano. He oído que cuando saben que han llegado a sus últimos días se alejan para estar solos y sencillamente desaparecer. En lo que a mí respecta, es una gran idea”.

“No sé cuando moriré, pero sé dónde moriré”, continuó. “En mi casa, en mi cuarto ”.

No es una sorpresa que Crawford, maestra de la escena, lograse escenificar su propia muerte de acuerdo a sus deseos. Según el libro Not the girl next door:

“Pese a que estaba muy enferma en la mañana de su muerte, Joan se levantó temprano. No tenía ganas de desayunar, pero quería preparar una comida para un viejo y leal admirador que se había quedado a pasar la noche, manteniendo una vigilia junto al ama de llaves de Joan. Joan quería que desayunasen bien. Insistió.

Dejando que ellos disfrutasen del desayuno, se volvió a su cuarto. Encendió la televisión y se metió en la cama. Ni siquiera miró hacia la pantalla".

El 10 de mayo de 1977, Joan Crawford murió en el dormitorio de su apartamento de Nueva York.

“La carrera y la vida de Joan habían sido construidas sobre dos aspectos: su aspecto y su glamour”, explicó el agente Stan Kamen. “Cuando su aspecto empezó a marchitarse, sus cimientos se rompieron. Si no podía mantener la imagen de la estrella de cine, no quería trabajar más ”.

A pesar de que no pudo ayudar a Crawford en esos últimos años, Murphy espera que su serie, al menos, resucitará su imagen pública, que fue difamada por culpa de la autobiografía de su hija, Queridísima mamá, y su adaptación al cine.

“Me encantaría haber conocido a Joan”, reveló Murphy a Vanity Fair a comienzos de este año. “Creo que ella hubiese dado el visto bueno a Feud porque, a diferencia de Queridísima mamá, que era pura explotación, hemos intentado mostrar su cara más amable. Examinamos su dolor, el abuso sexual que sufrió. Su alcoholismo, creo, amortiguaba el dolor que le causó todo eso. Siempre se sintió insegura, sintió que nadie la quería ”.

“Esas dos mujeres, Joan y Bette, deberían haber recibido un mejor trato, especialmente al final de sus vidas. Que nadie lo hiciese es simplemente atroz”.


*Artículo originalmente publicado en Vanity Fair USA.

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