Jer�nimo Figueroa quiso vivir y morir en Corcubi�n y no pudo

Jer�nimo Figueroa quiso vivir y morir en Corcubi�n y no pudo

Luis LAmela Garc�a

CORCUBI�N

CEDIDA POR LUIS LAMELA

Fue inventor, fund� peri�dicos y revistas y public� en muchos medios y acab� muriendo en Madrid

09 dic 2019 . Actualizado a las 09:52 h.

�Qui�n fue Jer�nimo Figueroa Domenech? Hoy se puede efectuar una rehabilitaci�n de su persona que sirva para sacarle de los yacimientos del olvido en donde fue sepultado hace mucho tiempo.

En el Padr�n municipal de Corcubi�n de 1851 figura Jer�nimo Figueroa, de 35 a�os, nacido en 1816, hacendado, y, posteriormente, de 1858 a 1861 alcalde de la villa de San Marcos. En este �ltimo a�o figura como uno de los mayores contribuyentes fiscales, en el puesto siete, con 330 pesetas, y estuvo casado con Mar�a Domenech, de 29 a�os. En 1851 ten�an como hijos a Desiderio, de 5 a�os, y a C�ndida, de 7 meses, fecha en la que no hab�a nacido el hom�nimo del patriarca, Jer�nimo y tampoco Wenceslao, el m�s joven.

�El Adelanto�

Jer�nimo Figueroa Domenech aparece en 1884 como director de la banda de m�sica de Corcubi�n, el �ltimo de una agrupaci�n musical que subsisti� durante cinco a�os. Hacia 1890 fund�, junto con Antonio Porr�a, el peri�dico El Adelanto, un medio escrito a mano que fue denunciado por el fiscal Ram�n Linares en desacuerdo con algunos temas que en �l aparecieron, y del que vieron la luz tres ejemplares solamente. Poco m�s tarde, convertido en periodista, Jer�nimo emigr� joven para M�xico y en ese pa�s public� algunos libros de historia, geograf�a y arte.

En los primeros a�os de su estancia en el pa�s azteca, Jer�nimo se cas� con Juanita Cedillo, nacida en Hidalgo (M�xico), un matrimonio que dej� dos hijas: Am�rica -la mayor- y Juana Figueroa Cedillo. Despu�s regres� con su familia a Espa�a y el 4 de octubre de 1895 lo encontramos en un viaje en ferrocarril entre A Coru�a y Vigo, trayecto en el que le sustrajeron del equipaje las siguientes joyas: una pulsera de oro y brillantes; un reloj, tres alfileres o imperdibles; una sortija tambi�n de oro y brillantes, una cadenilla de oro con medall�n del mismo metal y ciento veinticinco libras esterlinas.

En esta �ltima �poca, Jer�nimo Figueroa se instal� en Madrid y colabor� en peri�dicos y edit� revistas y libros especializados. En abril de 1903 pose�a oficina en la calle Concepci�n Jer�nima, 27, de la capital de Espa�a y ten�a en preparaci�n una gu�a del viajero hispano-americano y una revista universal bibliogr�fica de Artes, Ciencias y Literatura. Ofrec�a espacios publicitarios a comerciantes con motivo del XIV Congreso Internacional de Medicina, para una Gu�a de Madrid, C�rdoba, Sevilla, Granada, Toledo, etc. y Reales Sitios de Aranjuez, La Granja y El Escorial, prevista editar en franc�s, ingl�s y espa�ol, un libro “llamado a ser considerado como un recuerdo del Congreso aludido”.

No sabemos cu�ntos a�os residi� en Madrid con su familia, pero las cosas no debieron rodar todo lo bien que �l quer�a, y lleg� otra vez la hora de ganarse la vida en otras latitudes: en la emigraci�n allende el Atl�ntico, en este caso en la isla de Cuba. Y precisamente en La Habana cofund� y dirigi� en 1919 la revista La Uni�n Ib�rica. Colaboraba tambi�n con la revista Nerio, fundada por Pepe Mi�ones en Corcubi�n, de quien se hizo amigo, uni�ndoles una admiraci�n mutua.

Inventos

En diciembre de 1921 regres� a Madrid y present� en el Ministerio de Fomento varios inventos para obtener patente: el aprovechamiento de la fuerza de las mareas; el transporte de la telesc�pica astron�utica a los colegios y hogares por medio del�astrogr�fico, una m�quina de vapor rotativa por expansi�n y una nueva propulsora para actuar en fluidos. Pretend�a crear una sociedad regular colectiva para la explotaci�n de esos inventos y eligi� como lugar preferido la llamada Seca de Cee, situada en el nacimiento de la r�a de Corcubi�n, y a cuyo objeto interesar�a del Estado la concesi�n de dichos terrenos. No obstante, este fue un proyecto que se difumin� en el camino, pero sigui� colaborando en esos a�os con la citada revista�Nerio�y con otras numerosas de Am�rica y Espa�a: La Voz de Galicia,�Regi�n Gallega,�El Noroeste�y�El Ideal Gallego�, todas de A Coru�a, y�El Globo, de Madrid...

Si nos detenemos a meditarlo, no hay duda de que el corcubion�s Jer�nimo Figueroa ten�a mucha munici�n intelectual y sabidur�a suficiente. Precisamente, el 29 de agosto de 1924 apareci� una colaboraci�n suya en el peri�dico�El Noroeste�con todo un ejercicio de nobleza, generosidad y predicci�n: �Si contara Galicia con media docena de gallegos tan entusiastas y despiertos como ese aguilucho de la elocuencia y del sano regionalismo que se llama Pepe Mi�ones, cuyo vuelo no sabemos que altura va a alcanzar en las grandes excursiones por el ideal que su naciente genio nos anuncia, conseguir�an despertarla del sue�o invernal que sufre, y lanzarla majestuosa por la senda del progreso...� Y, unos d�as m�s tarde, en El Ideal Gallego del 22 de septiembre de 1924 otro interesante trabajo, titulado,�Un gran salto de agua. Los misterios del Pindo,�aunque uno de los textos que m�s me impresionaron fue el publicado en la revista�Nerio�en agosto de 1920, titulado,�Corcubi�n quiere decir, hablando de la c�rcel del pueblo.

La Voz de Galicia

Un a�o m�s tarde, el 26 de septiembre de 1926 firm� otro valioso texto en La Voz de Galicia, un escrito con una gran carga de testimonio, emoci�n y nostalgia, como una maleta llena de tiempo encogido, titulado, El Corcubi�n de Anta�o, un texto extraordinario cargado de evocaci�n que recuerda los d�as amados y reflejaba un mundo en desaparici�n. Recomiendo su lectura -en la Hemeroteca de La Voz de Galicia-. En fin, que Jer�nimo Figueroa es un miembro m�s de esas gentes que forman parte irrecuperable de un tiempo de Corcubi�n, tambi�n de la emigraci�n, que no sinti� desarraigo de su suelo nutricio, un necesario punto de anclaje ya que en Corcubi�n fund� su identidad.

El corcubion�s Jer�nimo Figueroa, despu�s de vivir en la emigraci�n y desenvolverse en las batallas del mundo, falleci� en Madrid el 2 de noviembre de 1929 a los 67 a�os, y fue enterrado en el cementerio de la Almudena y no en el que �l deseaba descansar definitivamente, tal y como dej� reflejado en un bello poema titulado, �Saudades! (Alal�), del que reproducimos las dos �ltimas estrofas: �Eu tiven a berce na veira dos mares, / achar non sei donde o meu pante�n; / quixera qu’as bruxas, aunque fora morto, / lev�ranme preste a Corcubi�n�.

�Y al� donde repousan os osos xa podres/ d’os que foron algo e nada oxe son/

que durman pra sempre os meus feitos polvo,/ n’o chan bendecido de Corcubi�n�.

Jer�nimo Figueroa fue un nost�lgico de su pueblo. Para �l el pasado, y Corcubi�n era su pasado, era el lugar en el que quedarse a vivir, pero no pudo. Y tambi�n el lugar para morir, y tampoco fue posible. La familia Figueroa Cedillo vivi� desahogadamente, pero sin acumular fortuna, y despu�s de sufrir el desgarro de la p�rdida, su esposa Juanita y sus hijas regresaron a M�xico en el vapor Alfonso XIII. Desembarcaron en Veracruz para tener una vida dif�cil y complicada. Juanita, la esposa, falleci� alrededor de 1967.

Ahora no me queda m�s que agradecer al bisnieto de Jer�nimo, Roberto Franco Williams, sus aportaciones a esta historia de morri�a y nostalgia.