A tenor de las duras palabras de Lucas en la entrevista, más de uno se ha preguntado por el paradero de su progenitor, que a día de hoy cuenta con 50 años. Los de generaciones anteriores lo recordarán en el fútbol español.
Aunque la primera gran coincidencia entre ambos es la doble nacionalidad. Jean-François nació en la céntrica localidad gala de Tours, pero residir en España de 1997 le permitió obtener también un segundo pasaporte.
El grueso de la carrera del padre de Lucas se desarrolló en Toulouse. Se formó en su cantera y luego jugó un lustro con el primer equipo. El Sochaux y el Marsella completaron su periplo allí antes de que el Compostela lo reclamara en el mercado de invierno de la campaña 97-98.
Apenas unos meses allí le valieron para destacar. El Rayo se fijó en el espigado central (casi 1,90), y he ahí otra de las coincidencias con su hijo, la demarcación en el campo. No le fue nada mal al defensa galo en Vallecas. Curiosamente, su debut fue en el Calderón, donde ganó y participó anotando un gol.
Puede que ese fuera el germen de su fichaje por el Atlético dos años después, con el que militó el año de Segunda y donde compartió el alumbramiento de Fernando Torres en el mundo del fútbol. El Niño puede decir que jugó con y contra los Hernández y se vistió en el mismo vestuario que el padre.
No encajó del todo y regresó al Rayo, donde se retiraría en 2002. Curiosamente, en los dos grandes escenario para un central, el Camo Nou y el Bernabéu, no pasó desapercibido, pues en ambos anotó, aunque en propia puerta en el caso del recinto azulgrana.