Que Javier Bardem (Las Palmas de Gran Canaria, 1969) interprete en la pantalla al Rey Tritón puede funcionar como una jugosa metáfora de muchas cosas. La primera de ellas, de la evolución de su trayectoria, que comenzó con papeles de macarra embrutecido (ahí están 'Jamón, Jamón', 'Éxtasis', o 'Perdita Durango'), para ir mutando en personajes sumidos en el dolor ('Antes que anochezca', 'Los lunes al sol', 'Mar adentro', 'Biutiful') e ir moldeando con el tiempo sofisticadísimos villanos ('No es país para viejos', 'Skyfall', 'Loving Pablo'). Para acabar, como sucede en los cuentos infantiles, siendo el rey. La segunda tiene que ver con su propia autopercepción como intérprete. Tras una carrera marcada por un nivel de autoexigencia excepcional, en la que no se ha permitido un solo blockbuster que pudiera dejar una muesca en su prestigio, ha llegado a un punto en el que se permite hacer lo que le da la gana. Incluido un clásico de animación llevado a la acción real donde tiene a pescados y mariscos como compañeros de reparto. Encaja también en un momento vital en el que no pierde ocasión de dedicar premios y comentarios públicos a sus hijos, de 11 y 9 años, convertidos ahora en público preferente de su trabajo. Por ellos protagonizó 'Lilo, mi amigo el cocodrilo', y por ellos ha pedido a Denis Villeneuve que en 'Dune: Parte Dos' su personaje, Stilgar, cabalgue en una escena sobre un gusano de arena.

Un osito de peluche

Unas semanas antes de hablar con Javier Bardem sobre 'La Sirenita' lo hicimos con la propia intérprete de Ariel, Halle Bailey. "Yo esperaba encontrar a un tipo estoico, esa clase de hombre intimidante, y lo que encontré fue un ser lleno de amor y absolutamente encantador. Es un osito de peluche". El término cobra un significado especial cuando recordamos un hermoso texto que publicó Javier Bardem cuando falleció el director Milos Forman, a quien conoció rodando 'Los fantasmas de Goya'. También se refería a él como un gran oso de peluche. "No lo llamé nunca así a la cara, y me he quedado con las ganas de ver qué habría respondido con su voz grave", decía.
¿Qué le hace ilusión de este personaje?

En primer lugar, es un clásico que he disfrutado mucho en su momento y que he revisitado después con mis hijos. Tiene una banda sonora y unas canciones espectaculares. Otra razón era trabajar con Rob Marshall, con quien tuve un escarceo en 'Nine', para un papel que al final bordó el grandísimo Daniel Day-Lewis. Tuvimos entonces la oportunidad de trabajar juntos, pero al final no se pudo concretar. Es una persona con la que he coincidido muchas veces a nivel personal y lo adoro. Su pareja, John (DeLuca) es coreógrafo y trabajó con Bob Fosse, nada menos. Los dos son maestros del musical, pero Rob, además, tiene una sensibilidad y una capacidad de reconocer las necesidades del actor increíbles. Sabe cómo acercarse a él con la delicadeza y la contundencia que a veces se necesita para sentir que hay un director, un guía. Maneja los códigos y está al mando de todo el barco para hacerte sentir seguro. La tercera razón es que, en esta etapa musical infantil que vivo, no se puede pedir más que hacer 'La Sirenita'.
¿Se reconoce en esa definición de osito de peluche?
Soy ciclotímico. En un solo día puedo pasar de ser una persona adorable a resultar inaguantable, dependiendo de las circunstancias y la situación. Pero lo que tengo claro es que, en la mayoría de los casos, uno puede poner de su parte. ¿Por qué no dar lo mejor de ti si eres un privilegiado que hace un trabajo hermoso rodeado de gente interesante? Y más en esta película, que trae conceptos bellos como tender puentes, amar y crear empatía con el otro. Algunos de esos valores no están tan presentes en el cine infantil o adolescente, dominado por la violencia, los golpes, el antagonismo, el yo contra ti y aniquilar al enemigo.

En 'Ser los Ricardo' y en 'Lilo, mi amigo el cocodrilo', ya cantaba y bailaba. ¿Qué supone hacerlo ahora junto a Halle Bailey y con unos temas tan icónicos?
Lo de Halle es increíble, es su primera película y aluciné con lo preparada que estaba. Era inagotable, pendiente siempre de todo, aprendiendo de cada uno de los procesos con una disponibilidad emocional inteligente y profunda para hacer el personaje. Tiene estrella, es imposible quitar los ojos de ella. Su manera de cantar es extraordinaria, se ponía a calentar la voz y yo solo con eso empezaba a llorar.

javier bardem rey triton la sirenita
Disney//Disney
Javier Bardem como rey tritón en La Sirenita (2023)

Lo nuevo y lo viejo

¿Qué capacidad tiene de aportar algo nuevo a una historia y un personaje que el público lleva viendo desde 1989, cuando se hizo la película de dibujos de Disney?

Rob me habló de revisitar el clásico. Hay cosas que cambian y otras que se refuerzan y se renuevan, porque todo tiene que avanzar. A la figura del padre quería darle una dimensión y una profundidad diferente a la de la película de dibujos. Ahí se quedaba en el padre enfadado. Aquí queríamos que se viera la impotencia de un hombre que no se ve capaz de superar la ausencia de su última hija. La pequeña Ariel que va a dejar el hogar. Hay un trauma con la superficie del mar por algo que le sucedió a su madre, y quiere evitar que la hija lo herede. Lo que busco aportar a la historia, que está muy bien escrita, es ese amor que a veces se basa en la necesidad y el miedo, y te lleva a querer abrazar a la persona que amas y no dejarla crecer o irse. Pero hay que saber que si hay amor verdadero, volverá. Y lo hará, además, con una sensación de agradecimiento por haber gozado de esa libertad. Eso es muy hermoso, muy emotivo. Creo que a los padres les va a tocar la fibra más delicada.

Ha trazado una carrera muy exigente, vigilando cada paso que daba, especialmente en los proyectos internacionales. ¿Se da permiso ahora para hacer cosas que no habría hecho antes?
Sin duda. He llegado a una edad y una experiencia que me hacen sentir que tengo el privilegio no sólo de un horizonte laboral, sino también de la opción de elegir lo que hago. Y ahora quiero regalarme rodar lo que me apetezca, sea por las razones que sean. Pueden ser puramente las económicas, aunque no suelen ser esas. Pero que te paguen bien por hacer lo que te gusta es la guinda del pastel. Sobre todo, llevo un tiempo intentando trabajar con gente que me agrada, con la que me apetece estar, que me inspira a un nivel personal y humano. Y haciendo algo que tenga un sentido no sólo para mí, sino para lo que más amo, que son mis hijos. Por eso últimamente estoy haciendo cosas de las que pienso: ‘Qué divertido es poder compartir esto con ellos’.

¿Renuncia a interpretar personajes más densos?
Tampoco voy a estar haciendo películas infantiles toda mi vida… Cuando vienen cosas más oscuras o más densas, pienso si me apetece entrar ahí. Y por supuesto que me apetece, si existe una razón de peso que dé sentido al proyecto, si el tema del que habla, el quién lo cuenta o la manera en que lo hace tiene un sentido. Si no, prefiero estar en otras cosas en las que me sienta más a gusto.

15 años de su Oscar

Hace 15 años que ganó el Oscar por 'No es país para viejos', aunque ha obtenido tres nominaciones más. ¿Cómo cambió su carrera ese premio en 2008?
¡15 años! Por un lado parece que fue antes de ayer pero, por otro, es mucho tiempo. Creo que el efecto pos-Oscar fue que algunos de los productores, directores, compañeros y compañeras con los que quería trabajar a nivel internacional empezaron a conocer mi trabajo. Lo han seguido a partir de esa película y mis proyectos han viajado más. Eso me ha permitido formar parte de repartos a los que, a lo mejor, antes de ese Oscar no habría podido acceder. Tengo 54 años, me hago mayor, y me llega lo que me llega, que no son los mismos papeles que recibía hace 15 años. Y está bien que sea así.

¿De qué se siente orgulloso cuando mira atrás?
De tener dos hijos maravillosos, una mujer extraordinariamente bella por dentro y por fuera, inteligente y con una capacidad de trabajo extraordinaria. También de conservar a mis amigos desde hace tanto tiempo. Y de poder ganarme la vida haciendo algo que me apasiona.

Da la impresión de que ha alcanzado el éxito sin renunciar a nada: ni amigos, ni familia, ni a sus principios, ni a sus raíces ni a los compañeros de sus inicios… ¿Le ha resultado difícil mantener esa coherencia?
En absoluto. Creo que lo difícil es lo otro. Convertirse en un verdadero gilipollas conlleva mucho esfuerzo. Si te va bien, y yo por suerte tengo un futuro profesional, salud, y estoy rodeado de gente que tiene salud, ¿de qué te quejas? Si tienes tantas cosas, ¿de qué te quejas? ¿Cómo no vas a disfrutar y a agradecer cada día de tu vida? Y, por supuesto, tienes la obligación de dar un poco de eso, de compartir. ¿Y cómo se comparte? Empezando por tu propio comportamiento, no haciéndoselo muy difícil a nadie, no haciéndoselo más difícil de lo que ya es para muchos. Dentro de eso, está muy bien que uno tenga criterio, ideologías y todo lo que hay que tener.

¿Qué le gustaría hacer que todavía no ha hecho?
Hay tantas cosas por hacer en este mundo… A nivel profesional me gustaría interpretar un buen papel de teatro. Pero más importante que eso es intentar, humildemente, mejorar mi comunidad. Y no me refiero a la Comunidad de Madrid, que también, y lo haré votando el 28 de mayo. Me refiero a mejorar mi pequeña área de influencia, mi gente, mi alrededor, ayudar en la medida que pueda. Sé que no voy a cambiar el mundo, pero puedo echar una mano a quienes sí son capaces de hacerlo.

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La Sirenita
Headshot of Laura Pérez
Laura Pérez

Laura es crítica de cine y periodista cultural. La primera vez que fue al cine vio ‘E.T. el extraterrestre’, y eso no se olvida nunca.  Ha escrito sobre teatro, música, arte, fotografía, arquitectura y gastronomía en ‘Elle’ y ‘Harper’s Bazaar’. En ‘Fotogramas’ se especializa en lo que podríamos llamar ‘cine de autor’, aunque toca todos los palos.

Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en el conflicto en Irlanda del Norte en la Queen University of Belfast. Lo que le llevó a verse ‘Agenda Oculta’ (Ken Loach, 1990), ‘En el nombre del padre’ (Jim Sheridan, 1997), ‘Bloody Sunday’ (Paul Greengrass, 2002) y todas las películas que tuvieran que ver con el IRA.

Viajó a Cuba para estudiar en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión) de San Antonio de los Baños, donde vio mucho cine latinoamericano y bebió demasiados mojitos. También rodó un documental en la isla lleno de personajes maravillosos. Uno de sus primeros trabajos fue en el canal de televisión ‘Cineclassics’, donde coescribió el documental ‘El cine durante la Guerra Civil Española’.

Adora ‘El imperio del sol’ (Steven Spielberg, 1987), ‘Drácula de Bram Stoker’ (Francis Ford Coppola, 1992), ‘Thelma & Louise’ (Ridley Scott, 1992) y ‘La edad de la inocencia’ (Martin Scorsese, 1993). Pero, en general, siente predilección por las películas pequeñas que cuentan historias en las que nadie se fijaría si se las cruzara por la calle. Le gusta ese cine que vive más allá de los márgenes del entretenimiento.

Ha coescrito el libro ‘Cine y Moda’ (Ed. Pigmalion Edypro) y a lo largo de su carrera ha entrevistado a intérpretes y cineastas como Helen Mirren, Al Pacino, Jessica Chastain, Isabelle Huppert, Juliette Binoche, Julianne Moore, Hirokazu Koreeda, Sam Mendes, Jonathan Glazer, Margot Robbie, Ryan Gosling, Jude Law o Hugh Jackman.